Carne humana
Soy dulce por fuera, un cordero que todos quieren acariciar.
Pero por dentro tengo garras y enormes dientes y ganas de devorar carne humana.
Por dentro tengo tanta hambre que me devoro a mí misma y no me sacio nunca.
El epígrafe que acabas de leer se le atribuye a Norma Jeane Mortenson, o como todos la conocen: Marilyn Monroe. Además de ser la sex simbol más emblemática de la historia, Mortenson era una ávida lectora e intensa escritora. De su vida se ha hablado hasta el cansancio; sobre su difícil infancia llena de abusos, sus excéntricos hábitos y su presunto padecimiento de esquizofrenia.
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Sin embargo, otro aspecto de su persona ha llamado la atención de sus seguidores: su dieta. Poco común y extremista, la manera de comer de Marilyn ayuda a consolidar la idea que tenemos sobre su desconcertante personalidad.
Antes de comenzar, es importante que sepas que esta dieta no es recomendable. Se trata de un régimen poco balanceado –e incluso peligroso– que la opinión médica desacreditaría como una manera correcta de comer.
Mañana
Por la mañana, mientras se vestía, comía apresuradamente dos huevos crudos batidos en leche tibia . Sólo eso:
«Empiezo por calentar una taza de leche. Cuando está tibia, rompo dos huevos en la leche, lo bato y bebo mientras me visto. Lo complemento con una pastilla de multivitaminas. Dudo que algún doctor recomiende un desayuno más saludable para una chica en apuros».
Por la tarde
Nada. Sí, la legendaria rubia se saltaba todas las comidas del día hasta que la alcanzara la noche. Sin embargo, algunas veces se salía de la rutina y comía un postre con contenido altamente calórico.
«Menos mal que como poco durante el día, porque tengo el hábito de parar en la heladería y me compro un “hot fudge sundae” —un helado bañado de jarabe de chocolate y otros toppings— cuando vuelvo de mis clases nocturnas de arte dramático (…). Estoy segura de que puedo permitirme este capricho, ya que mi dieta está compuesta casi totalmente de proteínas».
Cena
Para la última hora del día, la cena de la actriz era una pequeña porción de carne y unas cuantas zanahorias crudas.
«Cada noche paso por el mercado y me compro un filete de ternera, cordero o un poco de hígado. Lo caliento en el horno eléctrico de mi habitación. Normalmente me como cuatro o cinco zanahorias crudas con la carne. Debo tener algo de conejo porque nunca me canso de las zanahorias crudas».
Eso era todo. No se necesita ser un experto en nutrición para percatarse de lo radical que es esta forma de comer. Se desconoce si, efectivamente, esta dieta tan incompleta era seguida por la rubia actriz. Sin embargo, fue ella misma quien reveló su rutina alimenticia a la revista Pageant en 1952: «Me han dicho que mis hábitos al comer son absolutamente bizarros, pero no creo que sea así», justificó.
La talla de Monroe ha sido un recurso que la lucha contra los estereotipos actuales ha encumbrado como estandarte. Como nos consta por las miles de fotografías que se conservan con nostalgia, el cuerpo de la también modelo no es precisamente el más delgado. Sin embargo, investigaciones recientes han hecho notar que su talla era completamente normal e incluso, reducida.
Presuntamente, a lo largo de su carrera, sus medidas estuvieron estables entre 89-56-89, medía 1.67cm y pesaba 53 kilos, todo lo cual entra en un estándar de salud.
Lo que sabemos es que, a pesar de tener una “vida perfecta”, llena de fama, lujo, reconocimiento y admiración por su avasalladora belleza, Marilyn llegó a ser profundamente infeliz.
A veces, en nuestro afán de bajar de peso, buscamos maneras inmediatas para lograrlo, lo que puede ir en detrimento de nuestra salud. Lo conveniente —si buscas maneras de mantener tu peso ideal— es que te asesores con un especialista.
FUENTE: CULTURA COLECTIVA