Es uno de los más vergonzosos rasgos de la sociedad mexicana: la veneración que rendimos a la piel clara y el desprecio con el que tratamos a las personas de piel oscura.
Los casos no son secretos. Agencias de publicidad que se niegan a usar personas morenas en sus campañas publicitarias mexicanas; la prevalencia de la piel clara en revistas de sociales, en los elencos de las telenovelas y los papeles que asignan a personas morenas: la mujer del servicio doméstico, el jardinero o el policía corrupto.
También te puede interesar: Parece que Venezuela está en la OEA cuando le conviene: Videgaray
La académica Susana Vargas definió el término pigmentocracia como «el establecimiento de una relación entre poder y color de la piel (y otros rasgos fenotípicos) como legitimación del dominio de personas de piel blanca sobre personas de piel oscura». Hasta hoy, salvo anécdotas y denuncias como las del académico Federico Navarrete en su libro titulado México racista, no teníamos indicadores medibles sobre las consecuencias de nacer con un determinado color de piel.
Este 16 de junio el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) presentó el Módulo de Movilidad Social Intergeneracional (MMSI), que consiste en una encuesta realizada en 31,935 viviendas de todo el país y donde se realizaron cuestionarios sobre la situación socioeconómica de los entrevistados (personas de entre 25 y 64 años), así como las variables que influyeron en la situación que viven.
A diferencia de países como Estados Unidos y Francia, donde los estudios demográficos incluyen preguntas sobre la etnicidad de una persona, en México se reservan para situaciones especiales como el estudio de poblaciones indígena. En el caso del MMSI, por primera vez se pidió a las personas que respondieran una pregunta relacionada con el color de su piel.
La paleta de colores empleada en la pregunta fue creada por el Proyecto sobre Etnicidad y Raza en América Latina (PERLA), surgido en 2008 y donde colabora una docena de investigadores en cinco países de América para conocer la relación entre la etnicidad y la situación sociocultural en los países del continente.
Los resultados presentados en el MMSI muestran por primera vez la relación del color de piel con variables como la escolaridad y tipo de trabajo desempeñado. Y lo que parecía un anuncio de interés exclusivo para la comunidad académica se convirtió en una polémica en la arena de Twitter, iniciado por un mensaje del presidente del INEGI:
Las personas con piel más clara son directores, jefes o profesionistas; las de piel más oscura son artesanos, operadores o de apoyo. https://t.co/UV2CV4RqeX
— Julio A. Santaella (@SantaellaJulio) 16 de junio de 2017
Quien a su vez fue seguido por otros tuiteros.
Sobre todo el drama entre @SantaellaJulio y @dparamooficial solo me gustaría opinar una cosa: yo estoy re prieto y me va re bien.
— Callodehacha (@callodehacha) 18 de junio de 2017
Pero al final del día, ¿qué nos dicen los datos del módulo al centro de la polémica? He aquí algunos vertidos relevantes. Empezando con el color de piel con el que las personas se identifican.
Si miramos la porción de personas que dentro de cada escala cursaron la primaria incompleta, comienzan a aparecer datos elocuentes.
Vayamos al otro extremo. ¿Qué porcentaje de encuestados en cada escala cursó educación superior?
Si miramos en la misma muestra qué porción de la población ejerce trabajos directivos, aparecen tendencias preocupantes.
En el otro extremo, ¿cuántos ejercen trabajos elementales como labores manuales?
Los resultados de este módulo y otros que incluyan variables relacionadas con el color de piel serán debatidos y muy probablemente, de manera muy acalorada. Sin embargo, queda claro que estos primeros datos dejan poco a la imaginación. El color de piel determina en buena medida la educación que los mexicanos recibimos y los trabajos que acabamos desempeñando.
La pigmentocracia existe en México. Ahora no queda duda de ello.
FUENTE: HuffPost México.