Quintana Roo, lo que alguna vez fue llamado la última frontera mexicana, es actualmente un asidero fundamental para el país desde el punto de vista económico y social.
Cuando el gobierno federal planteó la necesidad de construir Cancún a finales de los años 60 lo hizo pensando en diversificar los ingresos del país, pero también para encontrar una salida al problema económico que se avecinaba por el declive en la explotación del henequén, lo que alguna vez fue el oro verde.
La importancia que los mismos yucatecos daban a las costas caribeñas se plasmó en una carta que el entonces gobernador de Yucatán Francisco Cantón le envió al presidente Porfirio Díaz cuando supo que éste crearía un territorio federal segregando tierras de aquella entidad.
Setenta años antes Cantón visualizó el fin de la industria del henequén y le pedía a Porfirio Díaz que Yucatán conservara lo que actualmente es la zona norte de Quintana Roo, para impulsar actividades agrícolas y ganaderas que siguieran dándole viabilidad económica a la entidad vecina.
Desde los años 50, con el incipiente arranque de la actividad turística en Isla Mujeres y Cozumel, varias familias yucatecas llegaron a Quintana Roo en busca de nuevas oportunidades, pero la migración a tierras caribeñas se acentuó cuando empezó a construirse Cancún.
Miles de yucatecos que antes cultivaban henequén invadieron las playas de Cancún para trabajar primero como albañiles y luego como “botones”, meseros, camaristas y paulatinamente conforme se fueron capacitando ocuparon puestos de mayor jerarquía.
El nuevo horizonte caribeño fue divisado en otras partes del país y Quintana Roo, primero con Cancún y en menor medida con Isla Mujeres y Cozumel, se convirtió en la válvula para despresurizar a otras regiones de México en donde se ha corrido con menos suerte.
En cada desastre mexicano el Caribe mexicano se ha constituido en una solución a la mano: el terremoto que devastó a la ciudad de México en 1985 trajo a Quintana Roo a miles de personas; la cruenta guerra civil de Guatemala también nos enriqueció con presencia chapina sobre todo en el sur del estado. De Chiapas se originó un éxodo, que sigue hasta la fecha, por el movimiento zapatista.
Los damnificados por las inundaciones en Tabasco encontraron en el Caribe mexicano una solución a sus problemas.
En cada momento catastrófico del país, Quintana Roo ha estado presente captando esa mano de obra que ha contribuido al desarrollo de la entidad, cumpliendo un rol regulador para la paz social en otras partes del país, fundamentalmente de la región sur-sureste.
Sin embargo, a Quintana Roo le ha faltado un reconocimiento pleno por sus servicios a la nación, pues del gobierno federal no ha recibido la justicia necesaria que, con más recursos, le permita resolver los problemas sociales que se han acumulado mientras resuelve lo de otros.
El gobierno federal no puede ni debe considerar que los problemas sociales del estado se resolverán solo con la inversión privada que llega y crea empleos, porque ésta no incluye entre sus responsabilidades atacar el rezago en infraestructura.
Ojalá que pronto desde la federación alguien se dé cuenta que la válvula “despresurizadora” del sureste del país necesita mantenimiento mayor o, de lo contrario, puede obstruirse y explotar en las narices de todos.
Platea
Jesús Pool prácticamente tiene segura la candidatura de Morena a diputado federal por el nuevo distrito IV de Cancún. Esa fue recibida como una buena noticia.
Sin embargo, el partido de Andrés Manuel López Obrador se dio un tiro en el pie al dar espacio a Marybel Villegas Canché, líder moral de los saltimbanquis políticos del estado. Ya hablaremos de las decisiones de la “(Des)esperanza de México”.