El español ‘regresó’ a Playa Mamitas al concierto del pianista estadounidense, no será el cuento “El fin” de Jorge Luis Borges contándonos la muerte de Martín Fierro, ‘Ficciones’ en el Riviera Maya Jazz Festival…
El ritmo de John McLaughlin, Chick Corea y Steffie Beltt invaden desde el pasado jueves30 de noviembre y hasta esta noche sabatina, el 2 de diciembre, el balneario de Playa del Carmen durante el Festival de Jazz de la Riviera Maya, rindiendo emotivo homenaje al músico mexicano Fernando Toussaint, fallecido el pasado 25 de febrero. El evento jazzístico arrancó con la presencia del trío Aguamala, al que perteneció Toussaint, así como el dúo argentino Illya Kuryaki and The Valderramas, que subió al escenario para captar la atención de más de 15.000 melómanos que llegarán al escenario natural de Mamitas, en tierra maya, a disfrutar de rock, rap, hip-hop, funk y soul. El viernes, la nueva voz del blues, la mexicana Steffie Beltt y el guitarrista británico John McLaughlin, con su tour “The meeting of the Spirits”. Hoy le tocará el turno del pianista estadounidense y ganador de dos decenas de premios Grammy, Chick Corea…
“¡Dios mío! Chick Corea está haciendo sonar Ziryab en la tierra que vio morir a Paco de Lucía, no tengo palabras y nunca lo voy a olvidar”. Este mensaje de Fernando Aceves, a través de su Twitter, a media noche de un sábado, tres años atrás, me perturbó. Estaba haciendo llegar a mis seguidores de la columna EL BESTIARIO, que titulaba “La rumba eterna de Paco de Lucía y Chick Corea en tierra maya, ‘ficciones’ en el Riviera Maya Jazz Festival 2014, no será el cuento ‘El fin’ de Jorge Luis Borges contándonos la muerte de Martín Fierro”.
Apenas habían transcurrido nueve meses de la muerte en Cancún del guitarrista universal, el documental dirigido por su hijo Francisco ‘Curro’ Sánchez Varela y titulado “Paco de Lucía, la búsqueda”, llegaba a México, tras su presentación en el último Festival Internacional de Cine de San Sebastián, en el País Vasco, España. Varios certámenes cinematográficos mexicanos han contactado con ‘Curro’. “México forma parte del alma de mi padre”, asegura su hijo. Pasó los últimos veinte años de su vida en su “paraíso” que era Playa del Carmen. Le gustaba la gente de nuestro país, su esposa, Gabriela, era mexicana y sus hijos se criaron en Quintana Roo.
El equipo de “Paco de Lucía, la búsqueda” no tuvieron filmar las imágenes de la última etapa de la vida del artista flamenco. Dos días antes de que volaran de España a Cancún, un 25 de febrero del 2014, el protagonista decidió ‘viajar’ hacia la eternidad. Las expresiones del lenguaje de Paco y sus gustos gastronómicos -ceviches, enchiladas, nachos…- suplen con creces las imágenes que no pudieron ser grabadas. En el personaje se refleja la cultura quintanarroense y mexicana. “No es un seguimiento físico, sino un viaje al alma de Paco, a sus recuerdos, a las cosas que le atormentaban, le interesaban o le hacían reír a carcajadas…, desde su infancia hasta sus últimos días en Mallorca donde hacía los últimos arreglos a su disco póstumo…”.
“Canción Andaluza” es el título del disco y es un homenaje a la copla, a sus Marifé de Triana, Juanita Reina, Conchita Piquer… paco de Lucía, gaditano, de Algeciras, nunca dejó a agradecer a la cultura andaluza, base de su arte universal. Siempre apoyó este género popular de la copla. Luchó siempre contra las campañas que se hicieron para menospreciar a este cante, con el peyorativo ‘mi arma’, el jaleo y la gracia, intentando quitarle su “profundidad real”, como repetía hasta la saciedad Paco. No descansó hasta su muerte en esa batalla, dejando esa “Canción Andaluza”. En la presentación internacional de este disco en Madrid, Londres, Nueva York, París, Tokio, Berlín, Buenos Aires, Roma, Moscú…, en miles de crónicas periodísticas aparecían los nombres de Playa del Carmen, Riviera Maya, Cancún, Quintana Roo, México. Lo mismo ocurre con el documental “Paco de Lucía, la búsqueda”. Paco se ha convertido en un gran promotor turístico y cultural de nuestro mundo maya en la tierra, y como, no, del Riviera Maya Jazz Festival. Sus compañeros de trabajo y grandes amigos como Carlos Santana, Alejandro Sanz, Estrella Morente, Rubén Blades, Chick Corea…, son también protagonistas del documental.
Quien quiera, puede encontrar rasgos comunes entre el flamenco y el jazz. No son difíciles de apreciar. En realidad el jazz se mezcla con todos los ritmos y de muy distintas formas y, al igual que el flamenco, tiene en la improvisación y en la interpretación personal de cada artista uno de sus valores. De los músicos que más han indagado en la fusión del flamenco con el jazz, sin duda, Paco de Lucia es de los más interesantes. En la memoria queda aquel disco y los conciertos junto a Al Di Meola y John McLaughlin, sus actuaciones con Chick Corea, Larry Coryell o Wynton Marsalis. Mucho antes, ya participó en unos de los discos pioneros y más emblemáticos de la fusión del flamenco con el jazz; el Flamenco Jazz de Pedro Iturralde, y con posterioridad formó el conocido como Paco de Lucía Sextet del que fueron integrantes Carles Benavent o Jorge Pardo.
“Ziryab” es el nombre del disco, donde el gaditano acerca los orígenes del flamenco remontando el curso de la historia hasta el califato de Córdoba
Se trata de un disco en el que rinde homenaje a dos músicos muy distantes en el tiempo y de ámbitos geográficos bien diferenciados. Los dos músicos han destacado por la relevancia de sus aportaciones a la música. Éstos, como el propio Paco de Lucía, fueron vanguardia y buscaron distintas formas expresivas con sus instrumentos. “Ziryab” es el nombre del disco, publicado en 1990, y donde el gaditano acerca los orígenes del flamenco remontando el curso de la historia hasta el califato de Córdoba para compartirlo con el jazz del pianista Chick Corea.
Ziryab o Pájaro Negro era y es el apodo por el que se conocía a Abu al-Hasan Alí ibn Nafi, considerado como el padre de la música de Al-Ándalus. innovador del ūd, origen del actual laúd, al que añadió una quinta cuerda, que dicen es la que le da el alma al instrumento. Pero además, buscó nuevas formas musicales. Tal vez por ello, Paco de Lucía, le dedicó un tema que lleva el mismo nombre del disco: Ziryab. Como Ziryab, el de Algeciras es un buscador de sonidos más allá de los cánones establecidos; ambos conocieron del reconocimiento y de la incomprensión de los puristas de siempre que se oponen a cualquier evolución. Este tema evoca la música que podría escucharse en los tiempos del califato omeya; mandolina, guitarra y piano, se conjugan con tal precisión y belleza que no importa saber si lo que suena es jazz, flamenco o algo diferente.
Paco de Lucia ofreció en este Zyryab el mejor homenaje que se puede rendir a un pianista. Probablemente un tema instrumental pueda titularse con cualquier nombre pero, cuando un guitarrista compone una pieza como reconocimiento a un pianista, no hay mejor homenaje que hacer sonar la guitarra como si de un piano se tratara. Es lo que sucede en el tema “Chick”. No se limita el de Algeciras a poner título a una pieza para expresar el agradecimiento o admiración al pianista americano de quien llego a decir que le gustaba porque lo tiene todo: armonía, ritmo y sensibilidad. Si se escucha atentamente, lo que Paco de Lucia hace en este tema es tocar el piano con su guitarra.
El flamenco es tan peculiar que cuando los jazzeros se atreven con él lo que hacen es tocarlo con instrumentos que no le son propios
El flamenco nunca lo tuvo fácil. Primero, porque al surgir de las clases más humildes del pueblo andaluz, fue juzgado como algo indigno por las personas que se decían respetables. Segundo, porque una vez aceptado, surgieron los inmovilistas de turno para fijar los cánones y repudiar a todos los que osaran transgredirlos. El flamenco es tan peculiar que cuando los jazzeros se atreven con un tema flamenco lo que hacen es tocar flamenco con instrumentos que no le son propios. En el mejor de los casos se produce un acercamiento una especie de cohabitación, nunca una auténtica fusión. Tenía razón, Paco de Lucía, cuando afirmaba que no hay fusión de músicas, sino de músicos.
Paco de Lucía quería ir un paso más allá, no se había conformado con la simpleza de dejar caer unas notas flamencas en medio de una pieza jazzística, sino que buscó la compenetración total. Hoy nadie le discute, pero hubo un tiempo en el que no todos entendieron sus indagaciones y sus búsquedas. Ahora, su reconocimiento es total y absoluto; quienes un día le criticaron, se ponen a buen recaudo afirmando rotundos que, cuando se tercia, Paco era más puro que nadie. Mientras tanto, otros músicos como el de Algeciras difunden el flamenco por todos los continentes. Lo escuchan millones de personas que nunca lo habrían hecho de no ser por la osadía de músicos como el ex vecino de Playa del Carmen, quien siguió desde la eternidad muy de cerca, la noche del 2 de diciembre a su amigo Chick Corea. Otro guitarrista universal, el cubano Leo Brouwer, estaba con nosotros. No quiso perderse lo que ocurría en Playa Mamitas.
Hasta que llegó Paco, la guitarra flamenca era instrumento que servía como adorno para acompañar al cante, poco más
Cada vez que se ponía a tocar la guitarra, Paco de Lucía celebraba el disparate de la vida desde lo más profundo. Tras su muerte, la Bienal de Flamenco de Sevilla le dedicó su edición con un simposio coordinado por el periodista Juan José Téllez. Entre otras cosas, se trató la figura de Paco como la de un revolucionario de la música. No es descabellado tratar como revolución su música, pues Paco de Lucía no sólo se conformó con interpretar el espectro sonoro, sino que lo transformó sin perversiones comerciales, devolviendo la decencia a un folclore que permanecía sumido en un complejo de inferioridad con respecto a otras músicas. Hasta que llegó Paco, la guitarra flamenca era instrumento que servía como adorno para acompañar al cante, poco más. Para conseguir lo imposible, Paco se sirvió de la lumbre de la tradición milenaria que proyectaría hasta los últimos fuegos, iluminando un camino por el que hoy circulan sin tropiezo las nuevas generaciones de guitarristas.
La originalidad de un artista reside en el encuentro con los orígenes de su expresión. El careo con la raíz flamenca en el cuarto de los cabales, sumado al estudio de las formas clásicas más cercanas al folclore popular y todo ello enriquecido con los fraseos a la manera del jazz, constituyen lo que hoy día viene a ser la última revolución armónica. Hay que tener en cuenta estas coordenadas a la hora de acercarnos a la música de Paco de Lucía.
Su formación clásica se hace evidente en la estructura de cada una de sus piezas. El impresionismo, que el guitarrista calentó en la hoguera remota de la gitanería, viene dado por el “nacionalismo musical español”, en especial, por Manuel de Falla. Llevado por la intuición sonora y sumando horas de estudio con la guitarra “sobre la pierna cruzá”, como él decía, Paco recogió la influencia notoria de Debussy y del impresionismo francés por cuenta de Manuel de Falla y de su ballet dramático. Aunque la tinta rancia de los pentagramas nunca fue lo suyo, un oído privilegiado lo llevaría a contemplar las estructuras armónicas como si fueran obras de música clásica, pero desde el protagonismo del compás, lo que viene a ser una mejora. Porque el ritmo y la melodía nunca fueron para Paco elementos que se pudieran tomar por separado, sino todo lo contrario. Al igual que ocurre en la tradición flamenca, estos elementos irán unidos, siendo el ritmo y su patrón lo que viene a determinar la melodía en cada pieza.
La siguiente línea que define la influencia de Paco en el plano sonoro aparece con el jazz y, en especial, con la riqueza de escalas melódicas que el guitarrista maneja en cada una de sus piezas. La primera aproximación la trabaja con el saxofonista Pedro Iturralde. Luego vendrían John McLaughlin, Al Di Meola y Larry Coryell. Se trata de experimentos que cristalizaron en el “Paco de Lucía Sextet”, grupo de fusión donde la sencillez se consigue con acordes cada vez más complejos. Notas que suenan a la vez sobre un mástil que el guitarrista recorre veloz, con una pulsación nerviosa que sugiere nuevos contratiempos y que viene a ampliar una sonoridad que hasta entonces había sido territorio virgen para el flamenco. El sonido recién descubierto se define entre percusiones afro y punzadas de bajo eléctrico.
Da la casualidad de que los primeros experimentos con este cuerpo instrumental tendrán como propósito la interpretación de piezas que devolvieron la música de Manuel de Falla a sus raíces, alumbrando el formato de grupo que a partir de este momento será memoria viva del tiempo presente. Al amparo de dicho sexteto y armado con el equilibrio de las formas clásicas, Paco de Lucía se pone a la conquista del espectro sonoro sin perder el rumbo de la expresión popular. Hasta hoy.
Chick Corea y Herbie Hancock regresan a dúo y solo a Vitoria, dos años después de su ‘eterna rumba’ con Paco de Lucía en el País Vasco
A lo largo de los años el Festival de Jazz de la Riviera Maya se ha posicionado como un gran evento musical del destino, pero sobre todo una gran atracción para los melómanos. La rumba eterna de Paco de Lucía y Chick Corea en tierra maya, ‘ficciones’. El español ‘olvidó’ su guitarra en Playa del Carmen, “mi paraíso”, pero ‘regresó’ a Playa Mamitas al concierto del pianista estadounidense, no fue “El fin” de Jorge Luis Borges contándonos la muerte de Martín Fierro a manos de un moreno guitarrero. Paco y Chick clausuraron un certamen de jazz que se celebró en Euskadi, en Vitoria o Gasteiz, en tierras vascas, en el norte de España. Tuve la suerte de disfrutar de su reencuentro tras doce años de quereres virtuales.
La escena tiene lugar a las puertas de un conocido hotel, en la ciudad de Vitoria. Últimos días de julio del 2013. Indiferentes al ajetreo propio del lugar, dos viejos amigos se funden en un abrazo. Francisco Sánchez Gómez, de nombre artístico Paco de Lucía, guitarrista flamenco; Armando Anthony Corea, alias Chick Corea, pianista de jazz. Dos genios indiscutibles en sus respectivos campos. En su reencuentro al cabo de los años, los viejos amigos hablan de sus cosas, hasta que la insistencia de quienes han terminado por reconocerles y se empeñan en interrumpirles lo hace imposible. Por la noche volverán a encontrarse sobre las tablas del pabellón de Mendizorrotza para un broche glorioso del 37º Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz. El mismo escenario que acogió el anterior encuentro de los astros, 12 años atrás. “Todo mi interés por el flamenco viene vía Paco de Lucía”, comenta el pianista, que apostilla: “Encontrarme con él es, siempre, un placer y un honor”.
“Perdona que no te acompañe a comer, Paco, pero voy a hacer uso de la más española de todas las instituciones: la siesta”
Reunir a dos genios de la música sobre un mismo escenario no es tarea fácil; y, si no, que se lo digan a los miembros de la organización del festival vitoriano. Paco de Lucía y su troupe llegaron anoche a Vitoria desde Veszprém, en Hungría. Para ello, tuvieron que tomar dos aviones y realizar otros tantos desplazamientos en autobús. Total, 24 horas viajando. Y lo que les espera: el lunes viajan a Líbano para tocar en el Festival de Biblos. “La vida del músico es una jodienda…”, comenta Antonio Serrano, que toca la armónica en el grupo, “pero tampoco hay que exagerar, que también nos divertimos de vez en cuando”.
Desde su llegada, el maestro ha permanecido encerrado en su habitación del hotel. Apenas se le ha visto. “Está cansado”, comenta Serrano, “y ya sabes que no le gusta mucho el lío”. Otros miembros de su grupo -junto al propio Serrano se encuentran Antonio Sánchez, Piraña, y Alain Pérez- no pudieron resistir la tentación que, aquí, tiene la forma de un huevo frito envuelto en patata deshidratada, la obra maestra del chef Senén González en el asador Sagartoki: “Terminamos con las existencias”, comenta Serrano entre risas. De ahí, al concierto de Branford Marsalis en Mendizorrotza. Pese al cansancio acumulado, los cuatro aguantaron a pie firme las dos intensas horas de concierto. A la salida, Alain se encontraba “doblemente agotado, por el viaje y por el concierto, que ha sido tremendo”. Sorprende que aún les quedaran ganas de pasarse por la jam session que, cada noche de festival, tiene lugar en el hotel que aloja a los artistas. “Un gin tonic y a la cama, que mañana trabajamos”. En un aparte, Antonio Sánchez, sobrino del tocaor, quien ocupa la vacante dejada por Niño Josele como segundo guitarra, se entretiene con las imágenes de Falete dando con su extensa humanidad en el duro suelo durante un concierto, todo un ‘trend topic’ en la Red. Sus compañeros de gira se arremolinan en torno a su teléfono móvil. Todos quieren ver las insólitas imágenes. “Pero fíjate que no suelta el micro”, comenta alguien entre intensas risas y carcajadas.
La llegada de Chick Corea a Vitoria ha tenido lugar el mismo día del concierto. Del avión al autobús y de ahí, al hotel, donde le esperaba su viejo y querido amigo. El pianista estaba visiblemente cansado: “Perdona que no te acompañe a comer, Paco, pero voy a hacer uso de la más española de todas las instituciones: la siesta”. Sin Chick y con Paco. La prueba de sonido resulta tan aburrida como todas las pruebas de sonido en cualquier parte del mundo, con el añadido del calor verdaderamente infernal que, como es costumbre, reina en Mendizorrotza. “¡Uno, dos, tres, probando!”. Arreglado, pero informal, Farru taconea con ese arte que ha heredado de su abuelo Farruco y que comparte con su hermano, Farruquito. Aquí, el que no baila, canta, o hace las dos cosas a la vez.
“No creo que yo haya ayudado a redefinir el jazz, ni el flamenco, ni nada… mi corazón español, ese, ese sí que es de verdad”
Los cantaores, comandados por David de Jacoba, ponen a prueba la microfonía entonando un repertorio de melodías diversas, entre cantos evangélicos y coplillas de procedencia diversa, como aquella que se han aprendido no saben dónde: “Fuma papel de la plata, María, que por la mañana tengo resaca”. “Esto lo cantaba un portugués que vino a Sevilla”, comenta uno de ellos. Sorprendentemente, nadie habla del encuentro previo entre las dos estrellas del festival, ni de lo que van a interpretar ni de cómo van a hacerlo: “Fíjate que ni siquiera vamos a probar sonido juntos”, apunta el tocaor, “pero es que nos conocemos demasiado bien; además, vamos a tocar jazz. Si yo le pusiera a él a tocar una bulería sería otra cosa”. Por si acaso, el genio de las seis cuerdas les enseña a los nuevos por dónde van los tiros: “Seguramente tocaremos Spain y Zyryab, señala, sin ninguna seguridad. Ni siquiera en eso se han puesto de acuerdo los protagonistas de la noche. “Y mira que yo soy un cagón”, sigue el tocaor. “Eso de salir al escenario sin saber lo que vas a hacer no va conmigo. Pero si hay que coger el toro por los cuernos, se coge y en paz. Lo peor que puedes hacer siempre es salir corriendo”.
“Para mí”, comenta Chick Corea, recién llegado al pabellón Mendizorrotza tras la preceptiva siesta, “venir al Festival de Jazz de Vitoria es como volver a casa”. Corea ha visitado la ciudad y su festival en no menos de ocho ocasiones, con sus sucesivos tríos, cuartetos, sextetos, o en solo; acompañado por sus amigos -Gary Burton, Bob Berg, Eddie Gómez…- o saliéndose del programa para cruzar unos compases con John McLaughlin. En 1995 tocó a dúo con Tete Montoliu; y en 2001, con su interlocutor de esta noche, el propio Paco de Lucía: “Estar con Paco sobre un escenario es la culminación de un sueño que empezó hace mucho tiempo”, confiesa Corea”. A sus 72 años -hoy, 73-, el jazzista de origen chicano luce un tipín acaso exagerado, fruto del régimen alimenticio al que está sometido, y consistente en dos únicas raciones diarias de vegetales. “Yo lo he intentado”, le apunta su compañero de escenario de esta noche en Vitoria… “pero oye, no hay manera”.
Ha costado, pero finalmente están juntos, charlando, haciendo ademanes de baile, y posando para la cámara. Y, créase o no, están hablando de otras cosas, aparte de los regímenes alimenticios, Por ejemplo, de lo que van a tocar por la noche: “Se me ha ocurrido que podríamos arrancar con Spain”, se arranca el guitarrista gaditano, “y seguir luego con Zyryab y a lo mejor, con Entre dos aguas”. Chick Corea asiente. Conoce la primera, que él mismo compuso en 1971; las otras, no tanto: “Tú empiezas y yo te sigo”. Pues bueno, pues vale. Queda claro que el veterano jazzista se mantiene en plena forma, no solo en lo musical. Lo que ha perdido en kilos lo ha ganado en canas: “Disfruto de la vida y me encanta recorrer el planeta tocando música con mis amigos delante del público… eso me mantiene vivo”, explica. Hace no mucho, el pianista declaraba a este diario su amor incondicional por la música de un país que considera como su segunda casa: “No creo que yo haya ayudado a redefinir el jazz, ni el flamenco, ni nada. No tengo el menor interés en ponerle un nombre a la música… pero te puedo decir que mi corazón español, ese, ese sí que es de verdad”.
Los factores humanos y mágicos se conjuraron para ofrecernos uno de los cierres de festival más maravillosos que se han visto
Las entradas se agotaron en un abrir y cerrar de taquilla. El encuentro entre Paco de Lucía y Chick Corea es uno de los acontecimientos musicales del verano. Es un concierto que ha concitado el interés de aficionados llegados del Norte de Europa, de Estados Unidos y hasta de Nueva Zelanda. Los aficionados saben el pianista estrena banda de nombre enigmático, The Vigil, integrada por un puñado de nombres de mucha prosopopeya en el jazz contemporáneo; luego vendrán Paco y los suyos y, después, los dos, el pianista y el tocaor, juntitos y a la que salga. “Podemos saber los temas que vamos a tocar”, sentencia Corea, “y ponernos de acuerdo en quién va a interpretar el primer solo y los sucesivos, pero eso no quiere decir demasiado, porque ya se sabe que la música siempre es un misterio”. Paco de Lucía y Chick Corea sobre un escenario. Imposible pedir más. La magia de la música estalla en Vitoria.
Cuando se organiza algo de la talla del Festival Internacional de Jazz de Vitoria hay dos factores fundamentales que determinan el nivel de éxito del evento: los humanos y los mágicos. Para lo primero, el buen organizador sabe que hacer las cosas con pasión, cuidar cada detalle o mimar a todas las personas es imprescindible. Para lo segundo, para lo mágico, o para lo que no se puede provocar ni controlar no hay receta. Este es el factor que un programador no domina, ese con el que puede llegar a tener pesadillas. El tiempo, el estado de ánimo del músico o la entrega del público son esos factores tan importantes que nadie puede programar y que sin duda también decantan hacia un lado u otro el éxito de un festival.
Durante la última jornada del Festival Internacional de Jazz de Vitoria, los factores humanos y mágicos se conjuraron para ofrecernos uno de los cierres de festival más maravillosos que se han visto en los últimos tiempos. Con el Polideportivo de Mendizorrotza absolutamente a rebosar y con un calor y una humedad importantes, los allí presentes pudieron vivir uno de los mejores conciertos de los últimos años: Chick Corea y Paco de Lucía mano a mano. El de aquel caluroso sábado fue un concierto absolutamente inolvidable en el que el factor mágico se alió sin pestañear con el jazz de la ciudad de la Virgen Blanca.
Paco de Lucía y Chick Corea, mano a mano, tocando canciones como “Sketches of Spain” o “Entre dos aguas”, simplemente mágico
El primero de la noche en aparecer en el escenario fue el pianista norteamericano Chick Corea. Este veterano artista lo ha hecho todo en el mundo del jazz y es considerado por la crítica leyenda viva de este género musical por méritos propios, ajenos y de todos los colores. Nada más subirse al escenario, la conexión con el público fue instantánea. A él se le notaba dispuesto a darlo todo y el público captó esas intenciones al momento. Piano y teclado para él, acompañado equilibradamente de guitarra, batería, percusión, saxo y bajo. El concierto mantuvo un nivel muy alto y el público lo hizo saber con constantes aplausos, silbidos y gritos de alegría. Parece mentira que hiciera tanto calor en el Polideportivo de Mendizorrotza porque la entrega y vitalidad del público fueron fascinantes.
En el concierto de Chick Corea hubo espacio para bellas composiciones, en su gran mayoría nuevas, según el artista, y momentos de solos de todos los componentes del grupo, The Vigil, que consiguieron provocar constantes aplausos. El espectáculo del norteamericano concluyó al mismo nivel que al principio, en una atmósfera que recordaba a los mejores tiempos del jazz. Difícil papeleta para Paco de Lucía tras el exquisito nivel mostrado por el pianista.
El guitarrista apareció en solitario para iniciar la segunda parte del concierto. Maravilló a los asistentes nada más comenzar a tocar los primeros acordes, a pesar de que tuvo que interrumpir su actuación porque la tensión de las cuerdas se vio afectada por el fuerte calor. Tras unos minutos de ajustes, y alguna que otra broma, el maestro prosiguió con su espectáculo con el respetable apoyando cada nota, cada movimiento y cada canción.
Tras un comienzo inmejorable, al escenario se subieron los músicos y artistas que suelen acompañar al guitarrista en sus actuaciones: percusión, bajo eléctrico, guitarra de acompañamiento, cantaores, un bailaor y teclado-armónica. Como en el de Chick Corea, hubo en el concierto espacio para canciones más que reconocidas y solos que ponían al descubierto el gran talento que atesoran todos los componentes que acompaña a Paco de Lucía. Cabe destacar la actuación del bailaor Antonio Fernández Montoya, Farru, quien con su despliegue de pasión, arte y energía consiguió arrancar al público uno de los aplausos más fuertes y sonoros de la noche.
Para finalizar, y por si fuera poco, se unió a la fiesta Chick Corea para ofrecer un concierto que todos los presentes nunca olvidarán. Paco de Lucía y Chick Corea, mano a mano, en el escenario tocando canciones como Sketches of Spain o Entre dos aguas, simplemente mágico. El cierre del Festival Internacional de Jazz de Vitoria no pudo ser mejor. Todos los factores mágicos, necesarios y que no se pueden generar, estuvieron presentes.
“Un canuto fumado después de dos meses sin probarlo es un gozo; pero estar fumando desde que te levantas… no tiene gracia”
“Allí es donde de verdad disfruto, en Playa del Carmen, con su mar tranquilito. Voy, me alquilo una casa y me dedico a la pesca submarina. Y luego me cocino lo que he pescado y ya está. No quiero más que eso. Ahora pienso mucho más en el tiempo, que ya no tengo tanto. Por primera vez creo que tengo que darme prisa y quedarme más tiempo en casa y dedicarme a componer, que es en definitiva lo que va a quedar. Los conciertos se los lleva el aire. La Riviera Maya, Isla Mujeres, Cancún, Tulum, Holbox, Cozumel, Mahahual…, todo Quintana Roo fueron mi refugio: pura selva, entre la playa y la carretera. En un tiempo, encarnó mi idea del Edén. Era la vida natural frente a lo artificial de las giras. Pero ¿qué pasa cuando vas a vivir al paraíso? Pues que descubres las pegas, deja de ser un paraíso. Es lo de siempre; si algo te gusta mucho, no debes abusar de ello; si te pasas, pierde el encanto. Claro, también a las mujeres ¡y a las drogas! Un canuto fumado después de dos meses sin probarlo es un gozo; pero estar fumando desde que te levantas… no tiene gracia”, comentaba el andaluz Paco de Lucía, quien tenía el aire de los viejos flamencos, que viven un poco fuera de este mundo. El destino quiso que un infarto le arrebatara la vida en una de las playas de la Riviera Maya, el martes 25 de febrero del 2014… “Entre dos aguas”, Mediterráneo y Caribe Mexicano, Cádiz y Quintana Roo.