Tras la reciente visita a Cancún de los tres aspirantes a la presidencia nacional del Partido Verde se multiplicaron las especulaciones por ciertos dichos: algunos anunciaron inclusive la aparente ruptura entre este partido y el PRI, su aliado tradicional. La presencia de Beatriz Manrique Guevara, Carlos Puente Salas y Arturo Álvarez Anglli se dio en el marco del sexto y último debate, con dicho propósito.
La anterior fue la lectura, debido a una tajante declaración de Puente: “El Verde Ecologista ha crecido, ha aprendido a caminar solo, posee ya estructura fuerte y militancia que le apoya, por lo que no veo inviable ir como opción única en la boleta. La alianza puede ser parcial y no total”.
Por su lado, Manrique soltó: “En caso de que se decida ir en alianza, el Verde no puede convertirse en un acompañante mudo”. En tanto, Álvarez aseguró que en el próximo sexenio “el Verde jugará un papel importante como protagonista de la transformación de México”. Y eso incluye, por supuesto, no ser un aporte coyuntural.
Ese fue, pues, el debate central, con justa razón. Pero hubo otra expresión que pasó casi inadvertida y que pesa más por su importancia en el ámbito local: ese partido no le pedirá a Remberto Estrada Barba y a Laura Fernández Piña acciones más allá de lo que establece la ley para buscar su reelección, y en tal sentido, no está la condición de que pidan licencia.
En la práctica, ello significa que los dos presidentes del PVEM en Quintana Roo, de Benito Juárez y Puerto Morelos respectivamente, decidirán qué hacer de cara al proceso electoral, próximo a iniciar formalmente en el estado. Y vistas las condiciones en que ambos se desenvuelven, les conviene continuar ejerciendo. Es cuestión de lógica.
¿Por qué? En una encuesta reciente del Instituto de la Administración Pública, cuyos datos han sido expuestos parcialmente en este espacio, Fernández ha convencido en su municipio, el más joven de la entidad, por lo que merece una atención especial.
Por ejemplo: de los encuestados, el 52.1% considera que el gobierno es honesto; el 43.8% que es eficiente, y el mismo porcentaje que es moderno. El 81.3% opina que conoce los problemas de los habitantes, el 53.8% que se preocupa por resolverlos y el 68.8% que brinda oportunidades igualitarias a hombres y mujeres.
Y en Benito Juárez, Barba comienza a sacar cuentas más alegres porque empiezan a fluir las obras públicas anunciadas hace casi un año, lo cual beneficia a miles de habitantes, y en seguridad, los números favorecen a su administración, que sin embargo sigue pidiendo ayuda a todos porque es una problemática transversal.
Como sea, son valores que les caen bien a ambos presidentes, y a los servidores públicos en general, en un balance de cierre de año y con el proceso comicial a la vista, como ya se dijo. Pero también, lo anterior modifica las reglas del juego; altera los procesos en otros institutos o fuerzas, y genera expectativas en quienes han dado el voto de confianza a los protagonistas en el escenario público.