No necesitas sufrir, basta con cambiar la configuración de tu cerebro y eso es mucho más sencillo de lo que crees.
Muchas de las actividades que realizamos están grabadas en la mente de forma mecánica, por ello creemos que el cerebro nos maneja a su antojo. No obstante, es un órgano más que podemos controlar fácilmente; basta con darle los estímulos necesarios para usarlo a nuestro favor.
Existen algunas técnicas que han sido probadas por psicólogos y neurólogos para entender elcomportamiento humano, así como la manera en que nos desarrollamos socialmente como individuos. Por ello, a través de técnicas simples como cambiar la temperatura del lugar un sujeto es capaz de modificar su versión sobre algún evento. De igual forma se puede engañar a la mente con sonidos e imágenes que quizá no corresponden entre sí, pero que gracias a la sincronización éste las relaciona.
Esto podría funcionar muy bien al momento de hacer una dieta, ya que se estima que el 81 % de aquellos que se aventuran a cambiar sus hábitos alimenticios fracasa, mientras que el resto tampoco consigue terminarla, sólo avanza un poco más en el proceso. En estos casos podemos manipular la razón para terminar la dieta y bajar de peso o mantener una mejor alimentación, sólo hay que acostumbrar al cerebro a creer ciertas cosas que nos ayudarán a combatir los mitos que nos hacen pensar que no podremos continuar.
«Voy a comer, entonces debo apagar la TV, cerrar la computadora y dejar el teléfono».
Cuando comes mientras ves la televisión, trabajas en la computadora o estás en el cine, corres el riesgo de ingerir mucho más debido a que tu cerebro no está completamente concentrado en una sola actividad.
La doctora Suzanne Higgs es experta en psicología del apetito en la Universidad de Birmingham y decidió poner a prueba a sus alumnos para comprobar que la razón necesita concentrarse únicamente en comer o de lo contrario puede haber consecuencias poco agradables. Así que reunió a 24 personas y las alimentó. A la mitad de ellos los estimuló con televisión y a los otros 12 sólo los sentó en una mesa. La investigación concluyó en que las personas que se distraían en la TV comían más por mera inercia.
«Ya caminé por un mes del metro a casa, ahora debo usar el puente peatonal y tomar el camino que rodea la calle».
Según los alimentos que has comido serán los kilómetros a recorrer a pie para tratar de digerirlos mejor. Un estudio realizado por los Institutos de Salud Nacional de Estados Unidos determinó que si comes una galleta con chispas de chocolate tendrás que caminar cerca de 3 km, mientras que con una malteada de chocolate te llevará al menos 16 km y 5 horas, aproximadamente.
Si has decidido llevar una dieta debes caminar lo suficiente, más no excederte o de lo contrario tu organismo no soportará las largas jornadas de caminata. Procura caminar únicamente lo que tu cuerpo soporte, con el paso del tiempo podrás forzarlo un poco más.
«Sé que no lograré caminar 3 km en una semana, pero lograré hacerlo en un par de semanas más. También sé que debo iniciar con una dieta no tan rígida o de lo contrario, podría desmayarme de hambre».
Sé realista con lo que quieres y con lo que harás. Tú te conoces y sabes qué hábitos se te facilitan más, cuáles se te complican y si necesitas ayuda para otros. Trata de poner metas realistas a corto plazo y poco a poco irá aumentando la complejidad, incluso sin que te des cuenta.
Janet Polivy, investigadora de la Universidad de Toronto, ha estudiado lo que ella llama «síndrome de la falsa esperanza» y consiste en ponerse metas que fracasarán sabiendo que eso no ayuda en nada. Por ejemplo, quitar el pan de la dieta de un día para otro cuando era la única cena que tomabas, no es sano, podrías enfermar. Hay que ponerse metas pequeñas que sepas que podrás cumplir a corto plazo y poco a poco aumentar el nivel de complejidad.
«Ya caminé 10 pasos y tengo energía para al menos otros 5, es la mitad de lo que hice antes así que es fácil».
Mientras más te motives, más fácil lo harás. Si has dado una cantidad específica de pasos, puedes forzar a tu cuerpo a dar algunos más, no necesitas duplicar la cantidad. Trata de aumentar un paso cada día, luego dos y cuando menos te des cuenta, estarás caminando hasta dos o tres veces más de lo normal.
Algunos experimentos realizados en la Universidad de Duke demostraron que cuando nos decimos a nosotros mismos cuánto hemos logrado, nos motivamos mucho más. Por lo tanto, saber cuántos pasos das o cuántas porciones de comida llevas ayudará a animarte y a continuar con tu cometido. Sin embargo, también demostró que hay que nivelar la forma de contar ya que puede llegar un punto en el que se convierte en una obsesión.
«No me daré premios ni recompensas, tampoco pausas».
Tal vez sea el consejo más estricto; sin embargo, es el más certero de todos. Si le das al cuerpo un respiro justo al momento en el que estás desarrollando un hábito, es probable que lo abandones. Sucede lo mismo si te das un premio por haber terminado una tarea sencilla, ya que, por lo general, los premios nos hacen recaer en aquello que estábamos evitando.
En los años setenta, en Estados Unidos se llevó a cabo un estudio con niños en el que se les pagaba por hacer una actividad, al dejarles de pagar decidieron descansar y trabajaron menos. En cambio, cuando lo hacían por gusto y sin recibir una sola recompensa se esforzaban más.
«Cambiaré mi rutina».
No es sencillo, pero tampoco es imposible. Basta con cambiar algunos hábitos pequeños y sin darte cuenta, tu vida será otra. Entre más disposición tengas a cambiar, más fácil te será hacerlo. Si no tienes disposición, probablemente abandones todo antes de ver resultados.
En la Universidad de Hertfordshire en Inglaterra, dos investigadores llamados Karen Pino y Ben Fletcher probaron una dieta en la que no había regímenes y tampoco ejercicios, sólo exigía que las personas hicieran algo diferente cada día. Así que hicieron una lista de 50 actividades de las que seleccionaban dos diferentes a la semana. Esto quiere decir que es mucho más fácil hacer ejercicio cuando las opciones son variadas.
No se trata de engañar al cerebro, eso sólo lo dañaría; se trata de acostumbrarlo a la determinación. Todo cambio debe desarrollarse poco a poco, por ello, entre más veces le repitas a tu cabeza que tiene que hacer algo de una forma determinada, más sencillo será cambiar los hábitos y acostumbrarse a un nuevo estilo de vida que te permitirá bajar de peso, terminar la dieta y mejorar en muchos otros aspectos que implican desde las relaciones interpersonales, cómo nos relacionarnos en el trabajo y cada aspecto del día a día.
Fuente: Cultura Colectiva