La valentía de los ciudadanos que buscan una posición para una candidatura en las 11 presidencias municipales que tiene Quintana Roo, es digna de alabanza, de reconocimiento de interés por servir a sus conciudadanos.
Sin embargo, los requisitos que tienen que cumplir son mayores a los que cualquier otro miembro de un partido político pueda tener, pues estos últimos son insaculados por sus propios institutos, lo que demuestra que las condiciones no son parejas, quizá con el fin de que un ciudadano no pueda pasar los filtros, pues una condición es que pertenezca a una Asociación Civil, luego entonces no es para todo público.
Desde que salió esta figura electoral, en el 2014, muchos vivales dejaron sus partidos políticos y a diferencia del resto del país, en Quintana Roo se colocó el candado que quien aspire a una candidatura de este tipo, tiene que haber dejado de militar en algún partido al menos dos años antes del día de la elección.
Pero eso no debería ser válido, pues tenemos así políticos que fueron formados bajo la horma de la doctrina partidistas, dígase derecha, centro-derecha, izquierda, centro-izquierda o ultraderecha, si llegan a un cargo por la vía independiente, no están alineados con la ciudadanía, pues con ellos llevarán también lo que aprendieron durante muchos años de militar en un partido.
El apoyo de esta figura la deberían tener los que verdaderamente salen de la sociedad civil, el que emerge de la ciudadanía porque quiere servir a sus conciudadanos, el que conoce perfectamente la problemática que se tiene en la colonia, la región, la comunidad, la cabecera municipal, pues solamente así se podrán hacer programas de gobierno enfocados en las personas y no en la ideología partidista.
La ventaja es que los ciudadanos ya no se dejan engañar, pues primero se informan de quién o quiénes son los que aspiran a una candidatura por la vía independiente, ya no quieren ver al candidato con su pose de “perdona vidas”, ni mucho menos escuchar los discursos prometedores que solo se quedan en eso.
SASCAB
Si el Partido Revolucionario Institucional (PRI) va a cambiar su candidato a la presidencia de la República, eso no lo sé; lo que sí sé, es que José Antonio Meade Kuribreña dejó de crecer en las simpatías, su ungimiento fue arrasador, pero sus discursos, sus propuestas, sus mítines no convencen a los que mandan en el país y en ese partido. Máxime que Meade representa a una militancia gobernante acusada de corrupción, abuso de poder y del ejercicio indebido de la función pública.
Por lo pronto Andrés Manuel López Obrador gana más simpatizantes a lo largo y ancho del país; falta ver el inicio de campaña de Ricardo Anaya Cortés, quien está convencido que será presidente de México, pues todo “sale conforme al plan”.