¿Cómo sería vivir en un mundo sin televisión? ¿Sin energía eléctrica? ¿Sin automóviles? ¿Qué haría la gente para divertirse? ¿Cómo serían las relaciones sociales? ¿Cómo sería el ritmo de vida de una sociedad así? Imaginarse un escenario con estas características es el primer paso para comprender al ser humano de otras épocas.
El siglo XX trajo la radio y la televisión primero, posteriormente el Internet. Estos inventos hicieron que la diversión y el ocio pasará de espacios públicos al interior de los hogares, al entorno privado, casi nunca había sido así en la historia de la humanidad. Divertirse era sinónimo de salir de casa, ir a festivales, desfiles, teatros, procesiones, competencias, juicios públicos, ejecuciones, fiestas religiosas, los horarios solían ser diurnos y prácticamente en todas estas actividades se interactuaba ampliamente con la comunidad.
La energía eléctrica también cambio los horarios y las actividades cotidianas. En el pasado una vez que se ponía el sol lo motivos para salir de casa eran muy pocos, hubo mucho menos vida nocturna de la que hay actualmente. Por supuesto levantarse al alba fue la práctica cotidiana de millones de seres humanos durante siglos.
Cuando vemos películas, programas de televisión, documentales o hasta libros sobre otros tiempos normalmente tendemos a ignorar el contexto histórico real y solemos pensar que los individuos de esa narración vivieron realidades semejantes a la de usted y yo, pero no fue así. La alfabetización, la educación pública, los medios de comunicación han creado una cosmovisión bastante generalizada en casi todo el planeta, siglos atrás la interpretación de la realidad de un integrante de Europa central y otro de la parte oriental era muy diferentes, por supuesto mientras mayor fuese la distancia entre los pueblos, más grande la diferencia cultural. Un viajero del siglo XVIII realmente conocía mundos completamente distintos. Cortes de cabello, vestimentas, sexualidad, higiene, alimentación podían cambiar mucho de una ciudad a otra. Las modas podían durar décadas, la estética, el arte expresaban condiciones muy particulares.
Pensar el pasado con ojos del siglo XXI es un error, los medios de comunicación particularmente la televisión y el cine suelen difundir esa imagen distorsionada de la realidad, por ejemplo caballeros medievales limpios y bien peinados, cuando en realidad predominaba la falta de higiene. Gente mayor en escena cuando la mayoría de la población moría joven. Guerreros del pasado con cuerpos desarrollados en gimnasios contemporáneos. Una de las imágenes menos realistas: mujeres esbeltas cuando el concepto de belleza femenina durante la mayor parte de la historia humana era ser robusta.
Pero hay otros elementos difíciles de comunicar, por ejemplo el hombre antiguo solía disponer de mucho tiempo libre que en muchos casos se tradujo en el proceso de construcción de edificaciones monumentales que podían durar décadas. Sin duda la inseguridad y la violencia también han sido uno de los cambios drásticos, hasta el siglo XVII pasear con una daga al cinto para protección personal era la práctica normal de casi cualquier ciudadano occidental. Hace poco más de cien años buena parte de los estadounidenses portaban una pistola en un lugar visible. ¿Qué imaginaba una mujer de la época colonial en México? Muy probablemente tendría en mente imágenes vinculadas a la religiosidad católica buena parte del tiempo, ahora solo en casos muy específicos.
Durante siglos cocinar fue una labor de todos los días, impensable en poner comida a refrigerar para consumirla en otra ocasión. Por supuesto durante siglos la gente consumía exclusivamente lo que producía su región, productos de otras tierras eran lujos escasos que solo los más pudientes podían darse.
Quizá la guerra sea la realidad más distorsionada en los actuales medios de comunicación, el salvajismo y la brutalidad en pocas ocasiones es representado fielmente. Sobre todo la tragedia posterior a las batallas, los miles de fallecidos por infecciones, cirugías mal hechas, faltas de cuidados mínimos, rara vez ocupan espacio en las narraciones audiovisuales.
Viajar durante meses en caravana, Trasladarse por barco en el océano atlántico semanas enteras, recorrer los polvorientos caminos para visitar templos aunque fuese una vez en la vida, dormir a la intemperie siempre alerta ante posibles amenazas, son experiencias que el hombre contemporáneo puede decidir vivir, pero en tiempos antiguos era obligado si deseabas trasladarte. Las relaciones establecidas en esos trayectos eran muy profundas, ahora son difíciles de suponer.
Quizá el error más habitual es suponer que las personas del pasado tenían las mismas limitaciones que nos produce hoy la falta de tecnología, pensar que edificaciones antiguas complejas o grandes logros del pensamiento solo fueron posibles por algún tipo de ayuda exterior sobrenatural, es ignorar que en otros tiempos había mucho tiempo disponible. La constancia, la voluntad que daba las creencias religiosas, la intensa interacción humana, la violencia, el poder físico o ideológico hicieron posibles logros impresionantes. Un ejemplo es el tiempo del que disponía un ciudadano griego para dedicarse a la reflexión, gracias a esclavos que hacían la mayor parte del trabajo físico. La intensa inspiración que podría sentir un observador al admirar todos los días el horizonte inmenso del desierto, o el espectacular amanecer constante en alguna playa.
La información que poseemos actualmente nunca antes había estado al alcance de la humanidad, eso es un privilegio del siglo XXI, pero no olvidemos cuando observemos el pasado que la vida en esos tiempos fue muy diferente.