EL BESTIARIO SANTIAGO J. SANTAMARÍA
“El amor en los tiempos de la democracia distópica”, una novela imposible de Gabriel García Márquez en el Caribe Mexicano.
Tras la extradición del exgobernador Roberto Borge desde Panamá, hemos asistido en los últimos días a la detención de dos líderes históricos del PRI de Quintana Roo, como son Gabriel Mendicuti, exsecretario de Gobierno, y Mauricio Góngora, exalcalde de Solidaridad y excandidato a la Gubernatura de Quintana Roo. Todos ellos han sido acusados por parte de la PGR de delitos como el desvío de millones de pesos de las arcas públicas. Los jueces, tras oír a los fiscales y a los abogados, amén de los presuntos culpables, tendrán que dictar una sentencia, acorde a la justicia no a la venganza.
Me llama la atención de los titulares de prensa, de los “onlines”, de los comentarios aparecidos en las redes sociales de muchos protagonistas de la “democracia distópica” que dosificó nuestras libertades y nuestros dineros en las últimas décadas, y no de la manera más óptima. ¿Los problemas derivados del saqueo al que ha sido sometido nuestro estado, sólo pueden ser achacados al PRI? ¿Roberto Borge, Gabriel Mendicuti y Mauricio Góngora son los únicos “Caínes”? ¿Los políticos de nuestros gobiernos municipales y estatales son “inmaculados” del proceso kafkiano sufrido por la ciudadanía?
En un ambiente con nieblas revanchistas promovidas por quienes ostentaron y abusaron del poder a su favor y al de sus partidos políticos como el PAN y PRD, me ha llamado la atención un mensaje en Facebook de Rosana Lizette Díaz González, coordinadora de Comunicación Social del gobierno de Solidaridad, presidido por Mauricio Góngora. “Orgullosamente fui parte de su equipo y estoy agradecida de trabajar cerca de una persona tan admirable, Mauricio Góngora, un gran líder, un gran humano y un gran servidor público. Con él, el trabajo no paraba, todo era por el bien de la ciudadanía y del municipio. Así que aquí estamos, en las buenas y en las malas”. “Comparto tus opiniones Rosana. Eres una persona valiente y consecuente. Me alegro ser tu amigo. Son tiempos de justicia, no de venganza. Mi solidaridad con la familia de Mauricio, mi amigo…”, le respondí, nada más leer su excepcional comentario este viernes de “El amor en los tiempos de la democracia distópica”, título para una novela imposible de Gabriel García Márquez en el Caribe Mexicano.
En México seguimos arrastrando una asignatura pendiente: la regeneración de una democracia distópica, donde los gobernadores, “nueva joven savia del PRI”, como los presentaba nuestro presidente Enrique Peña Nieto, terminaron su mandato buena parte de ellos, escapándose al extranjero tras saquear las arcas públicas y terrenales paraísos, siendo apresados por la Interpol y extraditados para hacer frente a los cargos que les imputa la PGR, nuestra Fiscalía. Por eso es tan grave la actitud que viene mostrando el PP en España o el PRI en México, frente a los casos de corrupción que han jalonado su hegemonía electoral. Las revelaciones de testigos en los casos que afectan a la organización nacional de Mariano Rajoy y a las sedes más emblemáticas de Madrid y Valencia señalan a la dirigencia, como ha pasado con Convergencia en Cataluña.
“La infección corroe el carácter de la sociedad y predispone a la ciudadanía al desapego, la indiferencia y la justificación de lo intolerable, lo que conduce al reinado del desprecio por el otro. Un daño que durará décadas…”, escribe el columnista español David Trueba. La Justicia debe imponerse a la venganza en Quintana Roo, en este electoral y perturbador 2018.