La nueva arremetida hoy en el periódico Reforma contra el ex secretario de Finanzas de Carlos Joaquín, Juan Vergara Fernández, anticipa el reinicio del acoso de la Federación contra el también millonario empresario, tras ganarle la primera mano a la PGR en su lucha por llevarlo a la cárcel por presunto “lavado” de dinero.
Sin embargo, el tema también evidencia algo mucho más delicado: el espionaje a altos miembros del gabinete estatal de Quintana Roo, cuyas conversaciones, públicas y privadas, están en poder de quienes, según vimos hoy, no dudarán en soltarlas para abrir boquetes a la nave joaquinista.
Vergara Fernández, llamado “lavador” -aunque un juez desestimó el término- en la nota de Reforma y que tiene por sustento un audio filtrado también en redes sociales, fue grabado cuando sostenía una conversación telefónica y en ella acepta haber financiado las campañas de los panistas Rafael Moreno Valle a la gubernatura de Puebla y la de Tony Gali -a quien llama “mi brother”- a la alcaldía del mismo nombre.
El nuevo obús mediático va aderezado con otra lista de supuestas propiedades del ex hombre de los dineros en Quintana Roo, por unos 113 millones de pesos, añadiendo su avión privado y yate de lujo, como queriendo alimentar un poco más el morbo social sobre la ‘milyunanochesca’ fortuna de quien pretende ser ahora diputado federal.
Aquí la pregunta obligada es: Aparte de Vergara, ¿quién más en el gabinete estará siendo “orejeado”?
¿Cuántos funcionarios más de Carlos Joaquín, o incluso el mismo gobernador, se encuentran bajo espionaje en sus conversiones que, suponen, son privadas y deben contar (como quizá creía Vergara) con estrictas medidas de seguridad?
¿Qué tanta información delicada y confidencial, tanto de asuntos de Estado como personales, se encuentra grabada y lista para “reventarla” en medios nacionales?
¿Seremos testigos dentro de poco de nuevas acusaciones, con grabaciones clandestinas como pruebas, contra la credibilidad y rectitud que deben tener quienes hoy nos gobiernan?
Ya hoy nos dieron una probada. Y nos tememos que esto apenas comienza.
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