EN ÓRBITA por Marcelo Salinas
@msalinas21
Recordé que solía decirse: “febrero loco; marzo, otro poco”. La expresión popular refería al clima, tan variante por semanas completas. En temporada electoral también aplica. Son dos meses, y contando, los que sorprenden por sus hechos.
Tanto la derrota como la victoria dejan huérfanos, víctimas –leves y “fatales”– y múltiples daños colaterales. Se ven por estas fechas, cuando las definiciones respecto a precandidatos se consuman en partidos, alianzas o fuerzas políticas. En el fondo, muchos son ya “los candidatos” y no hay vuelta atrás.
Lo anterior provoca reacciones de diversa índole. Desde la frustración y el enojo, muy comprensibles en ciertos casos, hasta la traición en otros. Es que la nueva correlación, los balances y los contrapesos colocan en riesgo muchos intereses, que no todos están dispuestos a perder ni traspasar.
Pasa en todos: desde el PRI, otrora amo y señor del territorio, pasando por ese Verde y sus conquistas; hasta el nuevo oficialismo, representado por el PAN y el PRD. Igual en Morena, que amenaza más allá de estas latitudes, pero también en el PES, con presencia incipiente, o el PT, convertido desde hace años en negocio familiar.
Aunque hay de actitudes a escándalos. Los ejemplos: En el tricolor, una jugarreta contra la diputada con licencia Leslie Hendricks, aparentemente para favorecer a otra correligionaria en un distrito pretendido por ambas, deja mal parado, entre otros, a su líder partidista Raymundo King. Quien conozca el caso, le llamará agandalle.
En el Verde, cuentan los que saben, Carlos Fonseca y Antonio Fonseca, beneficiados con buenas posiciones en Puerto Morelos y Cancún, comienzan a trabajar en la sombra para “El Cachorro”, precandidato del PRD a la presidencia municipal. Una traición, le llaman quienes saben los porqués.
Desde un inicio el PT quiso romper con el PES y Morena. Ahora, algunos referentes de la coalición advierten que no apoyarían a una competitiva Mara Lezama en Cancún. Pretenden la victoria, pero personal o sólo de su grupo, no de un colectivo.
Tan insensatos aquellos, como los albiazules o amarillos que tirotean a quienes aspiran reelegirse con méritos o contra esos mismos que hicieron equipo para ganar la elección de 2016, olvidando valores entendidos. O el caso del todavía precandidato por el PRD, Juan Vergara, que exhibe a timoratos.
No es un mes de lealtades. Y falta marzo, cuando las maquinarias echen humo por montón.