Aunque uno se desmarcó y el otro las usa como estandarte, Ricardo Anaya y José Antonio Meade jugaron en el mismo equipó entre 2012 y 2015, años del Pacto por México que dio a la luz las Reformas Estructurales.
Fueron tres años en que desde distintas trincheras participaron tanto en la aprobación como en su promoción y ejecución. Ambos son responsables de los cambios constitucionales que han traído desencanto y los dos buscan la Presidencia de México.
En el centro de la escena estaban Jesús Zambrano, Gustavo Madero y Enrique Peña Nieto. Eran los partidos de la Revolución Democrática (PRD), Acción Nacional (PAN) y el Revolucionario Institucional (PRI) juntos.
Era 2 de diciembre de 2012 y el regreso del PRI a Los Pinos les traía expectativas. Ahí estaban esos tres hombres reunidos para firmar el Pacto por México, un conglomerado de 95 compromisos de los que resaltaba el paquete de Reformas Estructurales.
En esos días todos, desde funcionarios hasta políticos, se sumaron y festejaron su capacidad de negociar.
Ahí estaban los actuales precandidatos presidenciales José Antonio Meade Kuribreña y Ricardo Anaya Cortés. Aunque ambos provenían del partido que regresaba el poder al PRI y del equipo del presidente saliente, ya miraban hacia nuevos horizontes: el primero sería el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y el segundo ya era Diputado.
Luego de la firma del Pacto, Meade como secretario y Anaya desde el Congreso, tuvieron una participación sobresaliente en la aprobación y promoción de las reformas: Meade, como canciller, dio entrevistas sobre los beneficios de la Reforma Energética, y Anaya, como Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, dirigió las sesiones maratónicas que culminaron con la aprobación de las nuevas modificaciones constitucionales.
Pero los resultados, a distancia, son debatibles. El que más caro ha salido, social y políticamente, es el aumento en el precio de los combustibles y en la tarifa de luz.
Pero están también los resultados de la Reforma Educativa y de la Laboral.
Seis años después, esos dos personajes quieren ser Presidente de México y en la búsqueda de ganar la elección, los reclamos por las reformas han sido constantes.
En consecuencia, Meade en sus discursos insiste en los beneficios que trajo su aprobación, mientras que Anaya dedicó tiempo en criticarlas y denostarlas.
Pero el pasado ahí está y muestra a dos personas que las aprobaron, las celebraron y las promovieron. Una desde el PRI y otra por el PAN.
De acuerdo con el estudio “El Pacto por México: un intento de gobierno de coalición” elaborado por Pedro José Zepeda, investigador del Instituto Belisario Domínguez, el acuerdo partidista puede ser considerado como un intento para construir una agenda común, que bastó de 18 meses para aprobar las reformas.
En la LXII Asamblea Legislativa, cuando Anaya fue Presidente de la Mesa Directiva, fueron presentadas 3 mil 487 iniciativas, de las cuales 165 fueron aprobadas, 428 quedaron pendientes y 2 mil 894 fueron desechadas y retiradas.
En ese periodo, 52 iniciativas fueron presentadas por el Ejecutivo y 46 fueron aprobadas, es decir, el 88.8 por ciento.
Datos de esa investigación señalan que los presidentes a quienes les han aprobado un mayor número de iniciativas son: Vicente Fox, Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón, cada uno durante la primera mitad de su mandato.
“Lo anterior confirma que es durante la primera mitad de las administraciones cuando el Ejecutivo envía el mayor número de iniciativas de reforma. Ese sería también el orden si se consideran los seis años de gobierno. Es al presidente Enrique Peña Nieto a quien le han aprobado más iniciativas de reforma constitucional (en la primera parte de su administración)”, señala el documento.
Ese periodo fructífero coincide con las actividades de Ricardo Anaya: “La primera reforma, la laboral, fue aprobada por el Congreso antes de la toma de posesión del presidente Peña Nieto, en noviembre de 2012, dentro del contexto de las negociaciones del Pacto […]. La educativa, fue ratificada en diciembre de 2012 por el Pleno de la Cámara de Diputados a los 19 días de iniciada la administración. El 22 de mayo, dos días después de la publicación del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, la Comisión Permanente del Congreso de la Unión aprueba la reforma de telecomunicaciones. A los nueve meses de gobierno se había concretado también la reforma sobre competencia económica y presentado al Congreso la reforma financiera. En agosto de 2014 se habían sumado a las anteriores: la nueva Ley de Amparo, el Código Nacional de Procedimientos Penales, la reforma político-electoral, la reforma de transparencia, la hacendaria y la energética”.
En agosto de 2014, Peña Nieto dio por culminada la unión: “Con la aprobación de la Reforma Energética, culmina el trabajo legislativo del importante ciclo que iniciamos el segundo día de esta administración”.
Cuatro años después, el hoy como abanderado a la Presidencia a la República por una coalición entre el PAN, el PRD y Movimiento Ciudadano, enfrenta la realidad: protestas ciudadanas por el incremento del precio de los combustibles y el alza del costo de la canasta básica –huevo, frijol, azúcar, arroz, pollo y papa, entre otros– en los primeros días de 2018.
Fue el 10 de diciembre de 2013, minutos antes de las 12 de la noche, cuando con 95 votos a favor del PRI, PAN, Verde y 28 en contra del PRD, PT y MC, los senadores aprobaron la Reforma Energética con la promesa de que bajarían, en un primer momento, el precio de la luz, el gas y la gasolina.
Luego, el 12 de diciembre antes de media noche, mientras los mexicanos celebraban el Día de la Virgen de Guadalupe, los diputados avalaron la reforma aprobada por los senadores.
Pero el tiempo y la historia no le dio la razón a los legisladores, como dijo en aquel discurso Ricardo Anaya: el Gas LP ha subido alrededor de 58.96 por ciento durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, mientras que al cierre de 2017 la tarifa de la luz para el sector residencial aumentó 0.65 por ciento y para el sector comercial 18.5 por ciento. Lo mismo ocurrió con las gasolinas, pues entre 2012 y 2016 la Magna y la Premium aumentaron 29.32 por ciento y 30.25 por ciento respectivamente. El diésel subió 30.97 por ciento.
Y aunque el PAN fue el segundo partido que más votos dio para aprobar esa reforma, después de los votos priistas, desde ese partido se le llamó a Meade “el padre del gasolinazo”.
LO QUE DIJO MEADE
Durante la administración de Peña Nieto, Meade ha dirigido tres secretarías: del 1 de diciembre de 2012-27 de agosto 2015, la de Relaciones Exteriores; del 28 de agosto de 2015 al 6 de septiembre de 2016, la de Desarrollo Social y del 7 de septiembre de 2016 al 27 de noviembre de 2017, la de Hacienda.
Cabe señalar que aunque los discursos íntegros de Meade como funcionario están en cada uno de los portales de las secretarías, no es posible acceder a ellos.
Como titular de la SRE, habló de la Reforma Energética. En entrevista con El Informativo en agosto de 2013, dijo que la reforma nos llevaría a buscar petróleo en lugares menos convencionales; que el sector puede aportar más al desarrollo y al empleo, que lo que la Reforma propone es tener una industria energética moderna, que nos permita tener empleos e inversión en el sector y que ese sector transforme al país y que ayudará a los consumidores tener menores tarifas eléctricas.
Ese mismo año, en entrevista con Grupo Acir, dijo: “[las reformas] Le van a beneficiar [a la población] y yo creo que es muy importante, en 3 o 4 formas. Una primera es un marco más moderno y un marco más flexible, se va a traducir en inversión y en empleos en el sector energético. Lo que estamos nosotros viendo en el mundo es que el sector energético es una fuente muy importante de buenos empleos, de buenas oportunidades de trabajo y de montos de inversión muy relevantes. El segundo componente más importante en el gasto de una tortillería es su consumo eléctrico. Si logramos por la vía de estas reformas que el costo de electricidad caída, ello implicará un beneficio también en materia de los costos y de productos tan importantes como la tortilla”.
En 2014, Meade pidió a los embajadores y cónsules, dar a conocer las reformas estructurales.
También dijo que no solo era percepción la imagen de México en el mundo; la imagen cambió por las reformas estructurales.
Como titular de la SHCP, el 8 de septiembre de 2016 sostuvo que “Un país crece cuando desahoga una agenda de reformas que cambian su estructura y le permite una mayor capacidad de atraer inversión y de generar empleo”.
Y reforzaba la idea: “Tenemos la capacidad de hacer reformas estructurales. Cada una de ellas en su dimensión ayuda” o “México es de los países de la OCDE, el que más adelantado está en materia de reformas estructurales”.
Ya para su último año como funcionario, en 2017, compartía las siguientes ideas justo cuando las protestas por las reformas se exaltaron:
“La economía tiene buena estructura. Las reformas que hemos venido haciendo sí se están traduciendo en una economía más moderna, más flexible, más resistente. Sí nos está ayudando los cambios que se dieron en el sector de telecomunicaciones, sí nos está ayudando la reforma energética […] hay interés de invertir en México, traer tecnología […] nos ayuda la reforma laboral, nos ayuda la reforma financiera. Las reformas que se hicieron nos están ayudando. Y se pone de relieve lo valioso de las reformas justo cuando uno la está pasando mal”.
Así como: “La Reforma Hacendaria fortaleció la recaudación y amplió la base de contribuyentes, y mantuvo la estabilidad de precios sin desalentar la inversión o la generación de empleos formales […] Si comparamos el promedio de los dos años previos a la Reforma Hacendaria con los tres años que le siguieron, tenemos un buen balance […] las reformas estructurales aprobadas han permitido captar nuevos y más ingresos, y que desde su aprobación”.
Y “la mejor defensa y garantía de las reformas estructurales son los resultados en creación de empleo, inversiones y proyectos”.
En cuanto a la Reforma Laboral, dijo que su aprobación permitió la creación de 3.3 millones de empleos formales, con seguridad social y prestaciones, de los cuales la mayor parte fueron para mujeres y en sectores altamente productivos.
Sobre la reforma fiscal, sostuvo que trajo consigo una digitalización que permitió al Servicio de Administración Tributaria (SAT) tener la información de 4 mil 700 millones de facturas tan sólo en 2017.
“El entorno para la economía mexicana ha sido difícil, que no la ha tenido fácil la administración del Presidente Peña Nieto, que hemos pasado momentos muy complicados y que en esos momentos complicados las reformas han acreditado su valía. Nosotros hubiéramos pensado, nos hubiera gustado, como administración, que las reformas acompañaran al país en un buen ciclo del país. Y las reformas han acompañado al país en un ciclo bien complicado, pero en ese ciclo bien complicado han enseñado su valía y han puesto de relieve cómo cambiar la estructura de la economía, así he sentido, cómo modernizarla, abrirla, flexibilizarla, nos está empezando a dar buenos frutos”, argumentaba.
LO QUE HIZO ANAYA
En ese periodo, del 1 de septiembre de 2012 al 31 de agosto de 2015, fue Diputado de la LXII Legislatura del PAN por Querétaro; el 1 de septiembre de 2013 al 5 de marzo de 2014 fue Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, donde sostuvo que “de manera responsable, impulsamos iniciativas para el bienestar de las familias mexicanas”.
En diciembre 2013, la Cámara de Diputados aprobó, con 354 votos a favor y 134 en contra, la reforma energética. Fue un debate de más de 20 horas, en medio de protestas dentro y fuera de la Cámara y se votó en una sede alterna. Anaya era el Presidente de la Mesa.
El 20 de diciembre 2013, frente al Presidente, dijo: “Ahora toca hacer realidad la Reforma. Y la historia sólo confirmará que hicimos lo correcto cuando la Reforma Energética se traduzca en inversión productiva, en crecimiento económico, generación de empleos, soberanía energética y disminución en el precio de los combustibles, empezando por el precio de la luz. Habremos triunfado cuando la reforma se traduzca en que mejore la calidad de vida de las mexicanas y los mexicanos.
Mantengo la firme convicción de que esta legislatura […] ha escrito una de las páginas más brillantes en la historia del Congreso Mexicano. Hemos deliberado y hemos acordado. Hemos discutido y nos hemos encontrado. En tan solo unos meses logramos las reformas que habían sido postergadas por décadas: la de telecomunicaciones, educativa, financiera, política-electoral y por supuesto, al reforma energética. Yo no tengo duda y ustedes tampoco deben tenerla: vienen tiempos mejores para nuestro país. Porque el futuro le pertenece a los que se atreven a cambiar”.
Sin embargo, años después, intentó deslindar a su partido de la aprobación y dijo que el aumento en las gasolinas fue consecuencia de la Reforma Fiscal.
Aunque en 2013, repetía que “Las iniciativas presentadas por las tres principales fuerzas políticas pueden diferir en muchos puntos, pero concuerdan en uno: el esquema actual ya no es funcional […] Ninguna reforma puede contribuir tanto como la energética a aliviar este agravio, a satisfacer esa necesidad de crecimiento económico y de generación de empleos”.
Sobre la Reforma Educativa, en 2015, dijo “Evitemos que la complacencia y debilidad mostrada por las autoridades del país continúen afectando a la niñez mexicana y sigan entorpeciendo la evaluación de los profesores y la realización de concursos de oposición, que son los principales instrumentos con que contamos para alcanzar la calidad educativa en nuestro país”.
A 10 meses de que concluya el sexenio de Enrique Peña Nieto las promesas siguen en el papel. No se concretaron.
Algunos de los partidos del Pacto por México se volvieron a unir, pero ahora en contra del PRI; los empresarios protestan contra las políticas de Peña Nieto y, entre otros graves problemas, México vive hundido en inseguridad, impunidad y corrupción.