Intente usted echar un firme en la cochera de su casa, porque el piso que tiene ya está deteriorado. No habrá terminado de hacer la mezcla, cuando ya tiene enfrente de su casa a un inspector del Ayuntamiento levantado datos de la “obra” en su bloc de notas, para aplicarle la multa correspondiente por carecer de los permisos municipales.
Supongamos que compra unos blocks, un poco de cemento y unas cuantas varillas para ampliar un cuarto de su vivienda, pero el chofer de la tienda de materiales lo deja todo sobre la banqueta ya que el contrato así lo estipula: “entrega a pie de casa”. En lo que usted, su hijo y un acomedido vecino que le ayuda empiezan a cargar todo para llevarlo al patio trasero, ¡zas!, como por arte de magia -es increíble lo rápido que se enteran- se aparecen un par de motociclistas con chalecos del Ayuntamiento, que sin escuchar razones le levantan y aplican una multa “por obstruir la vía pública”, la cual es por varios miles de pesos.
Son escenas éstas que día a día viven cientos de cancunenses que muchas veces por ignorancia de las leyes y otras por simplemente no contar con los recursos suficientes para pagar un permiso de construcción, se aventuran a realizar pequeños arreglos caseros, bien sea por mantenimiento o por mejorar sus viviendas, pero terminan pagando las consecuencias por medio de fuertes multas que la celosa Secretaría de Obras Públicas y Servicios del Ayuntamiento se encarga de elaborar y repartir diariamente a través de sus inspectores, en toda la geografía benitojuarense. Una medida necesaria para mantener el orden en las construcciones urbanas, sí, pero también una forma legalizada de recaudar discrecionalmente recursos a la Comuna.
Pero como suele suceder, las leyes no siempre se aplican parejo y un ejemplo claro de valemadrismo hacia la autoridad municipal y sus reglamentos es el Grupo Vivo Inmobiliaria, desarrollador y comercializador de numerosos fraccionamientos de interés social ubicados principalmente en la populosa zona norte de Cancún, donde el hacinamiento de miles de familias en diminutas viviendas en colonias sin áreas de esparcimiento, sin servicios suficientes, sin seguridad y plagadas de bares y expendios de bebidas alcohólicas (todo con la anuencia municipal), han creado monstruosas zonas de marginación y auténticos nidos de delincuencia.
Hace apenas unos días y luego de varias semanas de estar trabajando sin que nadie -extrañamente- se diera cuenta y los molestara, el Ayuntamiento de Benito Juárez le “cayó” a Grupo Vivo en una obra que realizaba en la Región 247 de Cancún, detectando que la empresa, así sin permisos ni autorización de nadie, destrozó casi 150 metros de pavimento de una avenida municipalizada… ¡para meter su drenaje!
La respuesta del Municipio fue detener la obra y embargar una máquina con la que los vivales de Vivo dañaron la infraestructura urbana, como garantía de la reparación del daño a que fueron obligados. Francisco Alvarez, director de Obras Públicas, quien reconoció que dicha obra no contaba con los permisos oficiales ni cumplía con las especificaciones del reglamento de construcción vigente, no dijo sin embargo por qué la oficina y los inspectores a su cargo no se habían percatado antes de las violaciones legales, con la misma celeridad y efectividad con que lo hacen contra ciudadanos comunes que quieren revestir el piso de su cochera o ampliar un cuarto modesto.
Pero el asunto con este abusivo grupo inmobiliario no para ahí. Al parecer la constante con ellos es aquello de que ‘más vale pedir perdón que pedir permiso’ y bajo la misma tónica están realizando otra de estas obras impunes e irregulares a plena luz del día y a la vista de todos, violando cuantas normas y prohibiciones existan en materia de construcción. Y nadie, hasta ahora, se ha parado por ahí a ver qué pasa.
En la esquina de las avenidas Quintana Roo y Pehaltún, en la Supermanzana 501 y exactamente frente al Colegio Francés, Grupo Vivo está remodelado su edificio corporativo, obra que por cierto lleva varios meses y no la concluyen. Para ello, destrozaron la banqueta y la guarnición, invadiendo con toneladas de escombro todo el espacio y al menos un carril de circulación vehicular.
Diariamente, las personas que transitan por ahí tienen que caminar por la avenida, lo cual se torna más peligroso cuando los vehículos tienen también que sortear los obstáculos colocados en la vía de rodamiento y comparten con los peatones el único carril disponible.
Diariamente, maquinaria pesada y camiones materialistas operan sin mayores señalamientos -a lo mucho, unos conos- en la zona y sin contar con el apoyo de alguna patrulla de Tránsito Municipal que abandere los movimientos de las pesadas unidades, convirtiendo la zona, sobre todo en las “horas pico” de entrada y salida de los colegios aledaños, en un inmenso riesgo para quienes por ahí transitan.
Obreros caminado por la calle con carretillas de material; máquinas cargando volteos a media avenida y a cualquier hora, paralizando el tráfico por largos minutos; escombro, varillas puntiagudas y andamios esparcidos por doquier; impunidad, valemadrismo total, tanto de los vivales de Vivo como de las autoridades municipales responsables, que pese a la magnitud de esta indecencia urbana parece que todavía no se han dado cuenta de lo que aquí acontece. Miles de cancunenses lo ven y lo padecen a diario, menos quienes deberían hacerlo como corresponde a sus funciones.
Y mientras, la caja sigue timbrando todos los días en el Ayuntamiento, con la entrada de jugosas ganancias producto de multas que cientos de ciudadanos comunes son obligados a pagar, por quererse pasar de vivos y pretender repellar una pared, techar un cuarto o echar un firme, sin haber pedido -y pagado- los permisos que la ley obliga a todos… menos, claro, a Grupo Vivo.