Soy un convencido que la capacitación constante en temas periodísticos, debe ser prioridad para los que nos dedicamos a esta profesión, que a veces suele ser muy lucrativa o completamente explotativa.
El viernes pasado, escuché con atención la ponencia de un colega de Bolivia, al participar en el Foro denominado “Libertad de expresión y asfixia económica a los medios de información”, habló como miembro de la Asociación Nacional de la Prensa (ANP) de aquel país. Ahí se denunció el grave riesgo de cierre que atraviesan los medios de información, como consecuencia de la asfixia económica ejercida desde el Gobierno a través de normas inconstitucionales, una sobrecarga tributaria, obligaciones de servicios no pagados por el Estado, una línea política de autocensura que pretende eliminar al periodismo fiscalizador y el control de las pautas publicitaria hasta un 75 por ciento en los últimos años.
La situación no es privativa de Bolivia, también en México sucede lo mismo, pero más en Quintana Roo, donde los gobiernos del estado y los municipales firman convenios (algunos de palabra) y tardan en cumplir con sus obligaciones financieras, lo que hace “desaparecer” a aquellos medios que solo dependen de las participaciones del Gobierno. Lo terrible, es que se quiera ocultar información y hasta desmentir hechos violentos que suceden día a día, esa es una mala estrategia, pues en este tiempo cualquiera tiene acceso a la información y resulta contraproducente.
Lo lamentable es que los gobiernos planteen “estrategias” sistemáticas para descalificar a los medios que realizan investigación y los estigmatizan como “opositores”, en lugar de tomar en cuenta la opinión de estos medios para corregir lo que la sociedad desaprueba de la administración pública.
La estrategia es sencilla, primero se les quita credibilidad, después se les persigue y ahora hay las presiones tributarias; aunque algunos dueños de periódicos se valen de sus medios para evadir sus responsabilidades laborales.
¡Y qué decir de las pautas publicitarias!, se reparten a discreción y de acuerdo a la amistad que se tengan con los funcionarios en turno, de tal manera que no se busca la efectividad de la comunicación, sino la conveniencia económica, de ahí lo desastroso que resulta tal o cual gobierno, pues la percepción que impriman los medios, todavía pesa en el colectivo social.
SASCAB
Ahora resulta que los candidatos a Presidentes de la República son unos redentores, unos superhéroes, harán lo que no pudieron hacer desde sus trincheras cuando fueron funcionarios, ni a quién irle.
Decir quién ganó es aventurarse a fortalecer el ego, pero de lo que sí estoy seguro es que el perdedor fue Andrés Manuel López Obrador, quien no quiso contestar preguntas directas como la amnistía a delincuentes, la honestidad valiente que predica y la situación de transparencia en el partido que fundó. El que se llevó la noche por sus comentarios fue Jaime Rodríguez “El Bronco”, pues propuso que se les corte la mano a los ladrones. Margarita Zavala se vio muy nerviosa durante sus intervenciones y no aportó nada en sus propuestas. José Antonio Meade se comportó a la altura de las circunstancias, supo salir de todos los cuestionamientos. Ricardo Anaya fue directo al ataque contra el puntero de las encuestas, logró su objetivo.