La competencia electoral en Othón P. Blanco es la más cerrada. En la capital del estado, ninguno de los cinco en carrera por la presidencia podría hoy cantar victoria. Ha sido una lucha sin cuartel, la cual se constata en los recientes debates, donde más allá de las discrepancias directas entre los actores, ninguno pudo capitalizar la supuesta ventaja. Menos aún don Hernán Pastrana, a quien situaban en las vísperas en el primer lugar.
El municipio es la tercera demarcación más grande de la entidad, ocupada por una población sumamente politizada. Y también desilusionada. Hasta donde se percibe, el actual gobierno municipal panista no logró convencer, por lo que algunos prevén el llamado “voto castigo”.
Por lo mismo, el oficialista Fernando “Chino” Zelaya se mantiene a la expectativa. Si bien ha librado con eficacia ambos debates, no todos lo dan por ganador. No son pocos los que argumentan que no ha sido totalmente aceptado y su aparente “falta de tablas” le juega constantemente en contra, sobre todo cuando encara exposiciones mediáticas. Sin embargo, es el cuadro mejor posicionado junto con Luis Torres, quien busca la diputación federal. De eso no hay duda.
Analizado de esa manera, y con la ausencia de Pastrana, es lógico que los analistas den por sentado que lo ganó Manuel Valencia, o Mary Hadad, no así Julio “Taquito”, por su falta de “punch”. Valga la explicación: Valencia y Hadad tienen experiencia y trayectoria, lo que “Taquito” no. Valencia ha sido timorato (quizá por su pasado político, el peor hándicap), y Hadad un poco más ruda pues se desmarcó a tiempo de los condenados.
¿Entonces quién ganó? Puede que todos consolidaron su potencial en la medida de lo posible. El perdedor, a todas luces, seguiría siendo Pastrana, ya que se presumía que en foros de esta naturaleza exhibiría toda su capacidad, demostrada durante décadas en una ciudad que respira política y que ya fue administrada por él.
En definitiva, se infiere que Zelaya mantendría la ventaja y el capital político heredado de Luis Torres (y del propio gobernador), pero está lejos de sentirse confiado. Está consciente de que no puede cometer errores en la etapa final ya en curso.
Pastrana, de Morena, vive un renacimiento a sus casi 80 años. De la mano de Andrés Manuel López Obrador podría subirse al carro de la victoria si es que logra monopolizar el supuesto desencanto en toda la zona sur, pese a que no posee una gran estructura.
Valencia, de Encuentro Social, ha tenido cargos importantes, por lo que no es improvisado y tampoco un ingenuo. Como se sabe, los priistas que no han encontrado refugio con Hadad, se sienten cómodos jugando para el ex secretario particular de Borge. Aunque nadie debe olvidar que en esta elección el PRI participa fuera de la gubernatura, presentándose como un pretendiente más. Sin gloria ni fuerza.
Las apuestan siguen abiertas.