EL BESTIARIO SANTIAGO J. SANTAMARÍA
El mexicano autoproclamado ‘presidente’, en dos ocasiones, ‘legítimo’, en las consultas electorales del 2006 y 2012, ganadas por los ‘ilegítimos’ Felipe Calderón, del PAN, y Enrique Peña Nieto, del PRI, anda estos días previos al 1-J, un tanto obsesivo compulsivo, con su idea de encarnar a Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas, algo así como a George Washington, Abraham Lincoln y Dwight David ‘Ike’ Eisenhower en los Estados Unidos. En un artículo publicado en The New York Times, firmado por Guillermo Osorno, periodista y escritor mexicano, confiesa el eterno aspirante, que prepara una cuarta revolución en la historia de México; desde su punto de vista las tres revoluciones anteriores fueron la Independencia, las Reformas Liberales del siglo XIX y la Revolución Mexicana. Si atendemos a su paso como alcalde por Ciudad de México, es probable que como inquilino de Los Pinos, mantenga una política fiscal responsable, intente una gestión austera, combata la corrupción y amplíe la política social, pero también que movilice a sus bases para combatir a sus enemigos, divida al mundo en buenos y malos y eche mano de estrategias de consulta popular directa para saltar trabas legales. Si gana la presidencia, y también la mayoría en el Congreso, acelerará las enmiendas constitucionales.
“Andrés Manuel López Obrador es el 57 presidente de la Historia de México”. Este inevitable titular de prensa ilusiona a una buena parte de los ciudadanos, si nos atenemos a las encuestas nacionales e internacionales. Sin embargo, a la vez, revive el dilema asociado al veterano político tabasqueño, que continúa asustando, todavía, a muchos mexicanos y otros extranjeros naturalizados, principalmente los de la comunidad cubana asentada en nuestro Estado de Quintana Roo: Si el líder de Morena pasará a la historia como el líder del cambio y la regeneración o el caudillo de la ‘Cuarta Revolución Mexicana’. “Todas los sondeos de opinión no daban un duro por la Selección Nacional de México, en su partido inaugural en el Mundial de Fútbol de Rusia, ante Alemania. Lo mismo pudiera ocurrir con Andrés Manuel en el histórico domingo Primero de Julio del 2018… Las encuestas, muchas veces, no aciertan, se equivocan, normalmente, y mucho…”, se autoconsuelan vecinos no ‘morenistas’ de Cancún, Playa del Carmen, Chetumal… En el fondo saben que están, intencionalmente, confundiendo los deseos con la realidad. “La llegada al poder de ‘Andrés Manuelovich’ es la principal herencia que nos dejará el sexenio del priista Enrique Peña Nieto, el de los ‘Impactos Por México’…”.
“La primera víctima de la guerra es la verdad, sostiene un viejo dicho periodístico. Aunque lo cierto es que bien podría decirse que la verdad es víctima recurrente en cualquier sociedad organizada, porque la mentira política es un arte tan viejo como la civilización. La verdad es un concepto escurridizo en metafísica y cambiante en ciencia -un nuevo descubrimiento puede anular lo que se daba por cierto-, pero en el día a día el asunto es muy diferente: hay cosas que han ocurrido y otras que no; pero los hechos, reales o inventados, influyen en nuestra percepción y opinión…”, nos recuerda el periodista madrileño Guillermo Altares, nacido en el convulso 1968.
Desde la Antigüedad, verdad y mentira se han mezclado muchísimas veces y esas realidades falsas han influido en el presente. Ya lo escribió el gran historiador francés Paul Veyne en su ensayo ‘¿Creían los griegos en sus mitos?’: “Los hombres no encuentran la verdad, la construyen, como construyen su historia”. Llegados a este punto conviene hacer una distinción entre noticias falsas y propaganda: ambas crecen y se multiplican en el mismo ecosistema, máxime en estas cansinas semanas preelectorales, ‘liberadas’ ante la llegada del Mundial de Fútbol de Rusia y esa victoria de México sobre Alemania, pero no son exactamente iguales. Hay quien ha utilizado esta sorpresiva victoria de la Selección Nacional, dirigida por Juan Carlos Osorio, para autocompensarse y recordar a los ‘seguidores’ y ‘amigos’ del Twitter y Facebook que las encuestas no siempre aciertan. Nadie hubiese apostado por el Tri.
En algún recoveco de la Ciudad Deportiva del Espanyol todavía conservan unas cintas blancas, legado del paso de Marcelo Bielsa por el club catalán. “La primera vez que vi el campo, todo lleno de cuadrados blancos, no lo podía creer. Parecía un tablero de ajedrez”, recuerdan desde el cuadro blanquiazul. No les fue fácil conseguirlas. Tuvieron que recurrir al desaparecido Jorge Cysterpiller, exrepresentante de Diego Maradona: “No se preocupen, yo las traigo de Buenos Aires”. Inspirado en Bielsa, Juan Carlos Osorio dibuja “cuadrantes o carriles” en sus trabajos de entrenamientos. Una tarea que no delega. Antes de cada jornada de trabajo, el técnico de México camina por el césped. Días atrás tocaron los carriles. En la casa del Spartak de Moscú, Osorio cuenta 15 pasos y coloca un cono de color blanco. Otros 15 pasos, un cono naranja. “Hace varios ejercicios. No todos los días son iguales. A veces, por ejemplo, hace carriles, para trabajar la llegada de los interiores al área del rival. Otras hace cuadrados, para que el jugador no se pueda mover de ahí. Quiere que el futbolista practique el pase rápido a un compañero. Dos toques y ya tiene que buscar a otro que esté en un cuadrante distinto. No puede repetir. Este ejercicio es para salir de la presión”, cuentan desde el cuerpo técnico del entrenador colombiano.
Juan Carlos Osorio mandó traer colchones de Manchester. Un buen sueño de sus futbolistas para mandar a la lona a la campeona del mundo
Hace dos años, México perdió 7-0 ante Chile en la Copa América. Un guantazo que dejó tambaleando a Osorio. Y pensó en Bielsa. “Lo fui a ver a Fortaleza (Brasil), donde estaba por asuntos personales. Nos juntamos tres días seguidos. Hablamos cerca de 15 horas. Fue una experiencia muy enriquecedora”, recuerda el técnico. “Siempre admiré lo que había hecho Marcelo en Chile. En las eliminatorias para Corea y Japón, Chile quedó última. Después de 14 años y tras el trabajo de Bielsa es bicampeona de América”, añade Osorio. Entrenador, sobre todo docente, Osorio tiene largas charlas con sus muchachos. “Es obsesivo con los entrenamientos, sí; pero le gusta mucho enseñar. Nunca le va a decir a un jugador que tiene que hacer algo porque él lo dice. Se lo explica, todo el tiempo que sea necesario. Tiene una gran capacidad para convencer a sus jugadores”, añaden desde Moscú, donde está la selección mexicana. “Ya tiene planeadas todas las sesiones de entrenamientos… Es un genio, hace cosas muy diferentes. Ojalá reciba mérito por el trabajo que ha hecho porque se lo merece”. La estrategia del debut de México ante Alemania (1-0) la tenía cocinado hace medio año.
“Habíamos diseñado un plan desde hace seis meses, por las lesiones cambiamos algunos protagonistas”, reveló Osorio. Pero el técnico no solo está pendiente de la táctica. Es un guardián de los estados de ánimo de sus muchachos. Una tarea a cargo del español Imanol Ibarrondo. “Cuando tengo miedo, el cuerpo segrega adrenalina, que te prepara para la acción y te conecta con la atención, te enfoca a la energía, en la mejor condición para competir; pero cuando el miedo me tiene a mí, segrega cortisol, que paraliza, bloquea y agarrota, consume mucho y te agota”, explica el coach deportivo. La idea del psicólogo español es que el jugador del Tri no sobreestime los triunfos ni exagere las derrotas. Su rol fue clave para levantar el ánimo de un grupo en la picota, tras la filtración de un vídeo de una fiesta de los jugadores en la víspera de Rusia. “Lo que ha hecho Imanol nos ha ayudado mucho. El trabajo mental realizado, con sus vídeos y frases son una de las claves de nuestro grupo. Jugamos con amor a ganar y no con miedo”, explica Osorio. Diseñada la táctica y potenciada la mente, para el técnico son claves dos puntos más: el físico y el descanso. Preocupado por el buen dormir de sus futbolistas, Osorio mandó traer colchones de Manchester. Un buen sueño para mandar a la lona a la campeona del mundo.
“Las noticias falsas han levantado a las masas. Las noticias falsas han llenado la vida de la humanidad”, escribía March Bloch en 1921
La propaganda busca convencer, ser eficaz, y para eso puede recurrir a todo tipo de instrumentos, desde el arte hasta el cine, los pasquines o las redes sociales. Las noticias falsas, una de las ramas de la propaganda, son diferentes: buscan engañar, crear otra realidad. La preocupación por la forma en la que estos engaños cuajan y por los mecanismos a través de los que se crean y se multiplican no es nueva: ‘Reflexiones de un historiador sobre las falsas noticias de la guerra’ (Réflexions d’un historien sur les fausses nouvelles de la guerre) es el título de un pequeño e influyente ensayo que publicó originalmente Marc Bloch… en 1921. Este historiador, asesinado por los nazis en 1944, fue uno de los más influyentes del siglo XX. Impulsó la Escuela de los Anales, que cambió el foco de la investigación del pasado hacia la vida cotidiana, y regresó de las trincheras de la Primera Guerra Mundial alucinado por la importancia que las noticias falsas habían tenido. Eso le llevó a reflexionar sobre su origen y difusión en un texto que podría haber sido escrito en la era del Brexit del Reno Unido, del ‘Procés’ de Cataluña, Vladímir Putin y Donald Trump, en estos tiempos de las redes sociales y los mensajes virales.
“Las noticias falsas han levantado a las masas. Las noticias falsas, en todas sus formas, han llenado la vida de la humanidad. ¿Cómo nacen? ¿De qué elementos extraen su sustancia? ¿Cómo se propagan y crecen?”, escribe, para señalar un poco más adelante: “Un error solo se propaga y se amplifica, solo cobra vida con una condición: encontrar en la sociedad en la que se expande un caldo de cultivo favorable. En él, de forma inconsciente, los hombres expresan sus prejuicios, sus odios, sus temores, todas sus emociones”. En otras palabras, las noticias falsas necesitan gente que quiera creerlas.
“La guerra contra España fue obra de Hearst y de Pulitzer”, escribió el reportero Manuel Leguineche sobre el periodismo sensacionalista
El siglo XX y lo que llevamos del XXI ha sido la era de las mentiras masivas. Tres de los grandes conflictos en los que se metió Estados Unidos en ese periodo empezaron con invenciones: la guerra de Cuba (1898), con la manipulación de los periódicos; la guerra de Vietnam (1955-1975), con el incidente del golfo de Tonkin, y la invasión de Irak en 2003, con las inexistentes armas de destrucción masiva de Sadam Husein. “La guerra contra España fue obra de Hearst y de Pulitzer”, escribió el reportero Manuel Leguineche en su ensayo sobre el nacimiento del periodismo sensacionalista, ‘Yo pondré la guerra’. “Fue su gran oportunidad de cambiar la historia, de crear una psicosis de guerra, de fabricarla, por medio de sensacionalismo, tirada, circulación millonaria, venta masiva, patada en el estómago del lector”. A la vez que surgieron los diarios de circulación masiva, nació un cierto escepticismo hacia ellos. Era como si algunos se empeñasen en demostrar que la verdad estaba en otro lado.
Esa desconfianza se prolonga hasta nuestros días con aquellos que creen erróneamente que la prensa cuenta mentiras y las redes sociales verdades. Con el telégrafo llegó la posibilidad de enviar rápidamente historias a larga distancia, con la linotipia se pudieron imprimir masivamente y con los nuevos medios de transporte se distribuyeron en numerosos lugares. Pero en ese mismo momento, a finales del siglo XIX, surgió la desconfianza hacia lo que contaban, la misma que nutre ahora a los que buscan esa otra verdad en Facebook, que para algunos es la única ventana al mundo. Es muy significativa en ese sentido una escena de ‘Estudio en escarlata’, la primera novela de Sherlock Holmes, publicada en 1887, en la que el detective y Watson repasan los diferentes diarios -The Daily Telegraph, Daily News, Standard- y todos cuentan una versión falsa del crimen que están investigando, impulsada por motivos políticos: unos culpan a los europeos, otros a los extranjeros o los liberales. Ninguno maneja una pista fiable.
Mientras Josef Stalin asesinaba y deportaba a millones de personas, la bondad del socialismo se mantenía como un dogma en Occidente
Una de las grandes tragedias del siglo XX, las matanzas masivas promovidas por los grandes totalitarismos, logró esconderse detrás de noticias falsas. Las dictaduras nazi y soviética no solo fabricaron falsedades tremendas, sino que fueron capaces de construir otra realidad en la que lo verdadero y lo falso eran elementos accesorios. Como señaló el escritor francés Emmanuel Carrère, “en la URSS no se abolió la propiedad privada, se abolió la realidad”. Ahora puede resultar casi increíble que mientras Josef Stalin asesinaba y deportaba a millones de personas, la bondad del socialismo se mantenía como un dogma en grandes sectores de Occidente. Demasiada gente pensó, de buena o mala fe, que la realidad era, en ese caso, una noticia falseada. El historiador Tony Judt lo explicaba así en ‘Pensar el siglo XX’: “Los que entendieron correctamente el siglo tuvieron que ser capaces de imaginar un mundo para el que no existían precedentes. Tuvieron que suponer que esa situación insólita y a todas luces absurda estaba sucediendo en realidad, en lugar de dar por hecho, como todos los demás, que era grotescamente inimaginable”.
La historiadora francesa Annette Becker ha estudiado la influencia que la propaganda de la Primera Guerra Mundial tuvo en la Segunda. Las noticias falsas difundidas contra los alemanes entre 1914 y 1918, cuando se les acusaba de todo tipo de bestialidades con fines propagandísticos, tuvieron un efecto negativo en la percepción de las atrocidades que sí fueron cometidas entre 1939 y 1945, sobre todo en relación al Holocausto. Un ejemplo de ello fueron las dificultades que tuvieron para ser creídos los primeros agentes polacos que trajeron la noticia del exterminio de los judíos por parte de los nazis. En su libro ‘Mensajeros del desastre’ (Messagers du désastre, Fayard), que acaba de salir en Francia, Becker relata la historia de Jan Karski, un héroe polaco que se jugó la vida para llevar la noticia del Holocausto a Londres. No le creyeron cuando informó a los aliados de lo que ocurría. Un alto oficial británico le explicó: “Señor, durante la Primera Guerra Mundial difundimos la propaganda de que soldados alemanes aplastaban a niños belgas contra los muros. Creo que hicimos bien. Nos ayudó a debilitar la moral del enemigo, a aumentar el odio contra los alemanes. Necesitamos informes como el suyo”. Karski agregó: “Se notaba claramente que no me creía”. De nuevo, una noticia verdadera era percibida como falsa.
Las noticias falsas comenzaron a aplicarse mucho antes de la era de la comunicación de masas, primero Heródoto y luego Tucídides
Pero las reglas que intuyó Marc Bloch hace un siglo, que las noticias falsas necesitan una sociedad dispuesta a creerlas, comenzaron a aplicarse mucho antes de la era de la comunicación de masas, desde los creadores del pensamiento histórico, primero Heródoto y luego Tucídides. “La democracia ateniense tiene una especie de momento fundacional, de hito crucial, que en realidad fue una genial construcción narrativa”, explica el helenista Óscar Martínez, profesor de griego, presidente de la delegación de Madrid de la Sociedad Española de Estudios Clásicos y autor de ‘Héroes que miran a los ojos de los dioses’. “Se trata del ensalzamiento de los tiranicidas Harmodio y Aristogitón, quienes pasan por ser los fundadores heroicos de la democracia ya que asesinaron al tirano de Atenas. Pero cuando Heródoto y Tucídides narran este episodio se ve claramente que hay cosas que no casan: no mataron al tirano, sino a su hermano, y la tiranía duró cuatro años. Y ponen de manifiesto que las causas del magnicidio fueron más bien un asunto personal, incluso amoroso”, prosigue Martínez. Con la voluntad de investigar -la palabra que emplea Heródoto es ‘historie’- nació la lucha contra las noticias falsas.
En la antigua Roma, los gobernantes eran muy conscientes de la importancia que tenía la información y de que era esencial adaptarla a sus necesidades políticas, independientemente de la realidad. “En Roma las noticias se transmitían fundamentalmente a través de las imágenes”, explica el investigador Néstor F. Marqués, que publicó recientemente ‘Un año en la antigua Roma: La vida cotidiana de los romanos a través de su calendario’. “No todo el mundo sabía leer o escribir, por lo que la información visual era muy importante. La forma más rápida de difundir la llegada de un nuevo emperador era acuñar monedas con su cara”, prosigue. Y ahí encuentra Marqués un ejemplo de manual de noticia falsa: “El emperador Septimio Severo, nacido en Leptis Magna y que nada tenía que ver con su antecesor, el malogrado Cómodo, para legitimar su poder decidió extender la idea de que él mismo era el hermano perdido de Cómodo, hijo ilegítimo de Marco Aurelio y, por ello, la persona más idónea para ocupar el cargo. En las primeras monedas que acuñó hizo que le retrataran con unos rasgos muy parecidos a los de Marco Aurelio”.
Las mentiras son las cazas de las brujas y las calumnias contra los judíos, auténticas campañas de desinformación con resultados catastróficos
También en la Edad Media las noticias se propagaban con sorprendente eficacia a pesar de que las condiciones materiales no acompañaban al movimiento informativo. Claude Gauvard, profesora emérita en La Sorbona, ha investigado las formas de transmisión de información en ese periodo: “Un caballo podía recorrer 30 kilómetros al día, pero el tiempo que tardaba en transmitirse una información podía acelerarse dependiendo del interés de la noticia”, explica en un correo electrónico. Las órdenes mendicantes tenían un papel importante en la diseminación de información, al igual que los juglares, los peregrinos o los vagabundos, porque todos ellos recorrían grandes distancias. Las ciudades también tenían correos organizados y sellos para lacrar mensajes y tratar de certificar la veracidad de las misivas. Gracias a todo esto, la circulación de bulos era intensa y políticamente relevante. Gauvard pone como ejemplo de noticia falsa clásica medieval la historia del rey, conde o señor que desaparece en la batalla y que reaparece, anciano y transformado.
Un motivo para la construcción de noticias falsas en aquel periodo era tratar de explicar así la justificación de actos que, de otra forma, serían intolerables, como el magnicidio. “El duque de Borgoña, tras encargar en 1407 el asesinato del duque de Orleans, llevó a cabo una campaña epistolar: se dirigió a las ciudades del reino, a los príncipes, a la Iglesia, hasta al Papa. En ellas argumentaba que el duque de Orleans era un tirano, que intentó asesinar a la familia real”, explica Gauvard, y cuenta que hubo muchos otros casos de campañas certeras de desinformación, que llegaron incluso a afectar a Juana de Arco. Pero la historiadora cree que el ejemplo más claro para demostrar la importancia que tuvieron las mentiras son las cazas de las brujas y las calumnias contra los judíos, auténticas campañas de desinformación con resultados catastróficos. “Pudieron ser movimientos populares, pero fueron manipulados por las autoridades”, asegura.
Francisco de Quevedo publicó ‘La isla de los Monopantos’, en la que por primera vez se habla del complot judío universal para dominar el mundo
En un libro de reciente aparición, ‘Crimen e ilusión. El arte de la verdad en el Siglo de Oro’, Felipe Pereda, profesor de arte español en la Universidad de Harvard, ha estudiado a fondo otro escandaloso y apasionante caso en el que la construcción de una noticia falsa tuvo implicaciones políticas. Ocurrió en el Madrid del siglo XVII, y es un ejemplo claro de persecución antisemita. “En 1632 se produjo un auto de fe en el que fueron quemados cuatro marranos (judíos conversos) portugueses y otros fueron enviados a galeras. Todos ellos eran acusados de haber profanado dos años antes un crucifijo. Las autoridades sostenían que el objeto se habría resistido a ser quemado y que incluso habría hablado a esas personas. Aquel fue uno de los grandes escándalos del primer Gobierno del conde-duque de Olivares, a quien se acusaba de favorecer a los banqueros marranos por encima de los genoveses”, explica Pereda.
La persecución en la calle de las Infantas, donde vivían aquellos judíos, tuvo motivaciones políticas. Como explica el investigador del antisemitismo en España Uriel Macías, el eco de aquel caso fue tal que Calderón de la Barca escribió una obra, ‘El nuevo palacio del Retiro’, y Francisco de Quevedo redactó un furibundo panfleto antisemita, ‘Execración contra los judíos’. En 1650, Quevedo también publicó ‘La isla de los Monopantos’, una obra en la que por primera vez se habla del complot judío universal para dominar el mundo, teoría que sería explotada a fondo por ‘Los protocolos de los sabios de Sión’, una de las grandes falsificaciones de la historia, que encontró amplia difusión a principales del siglo XX. Históricamente el antisemitismo ha sido un terreno fértil para plantar mentiras.
La Inquisición se aprovechaba y, al mismo tiempo, lo azuzaba. “En la inmensa mayoría de las leyendas antisemitas es fácilmente trazable cómo se forjan las mentiras”, explica Macías, y relata que, tras el auto de fe de 1632, se convocaron concursos literarios sobre el tema y la Inquisición distribuyó panfletos anticristianos, presuntamente escritos por judíos, que habían sido falsificados de arriba abajo para agitar y convencer al pueblo. Aquel proceso contra los marranos, término que hace referencia a los judeoconversos (judíos convertidos) de los reinos cristianos de la Península Ibérica que ‘judaizaban’, no solo se basó en pruebas inventadas, sino que fue una chapuza jurídica: el único testigo era un niño menor de 10 años, con graves problemas cognitivos, algo en teoría inaceptable por la Inquisición, que se saltó sus propias normas.
El rédito político de las noticias falsas es grande, y lo fue mucho antes de Internet, las ‘fake news’ no llegaron con las redes
Las casas de los judíos fueron destruidas y allí se erigió el convento de Capuchinos de la Paciencia de Cristo, con una capilla situada exactamente en el mismo espacio donde se produjo el imaginario sacrilegio. Se instalaron allí cuatro pinturas enormes realizadas por Francisco Rizi, Francisco Camilo, Andrés de Vargas y Francisco Hernández. “Los cuadros reconstruyen con documentadísimo cuidado la escena del crimen, describen los detalles de los sucesos, identifican a cada uno de sus protagonistas y, lo que es más importante, convierten a los espectadores en testigos de los hechos”, escribe Pereda en su ensayo. El punto de vista es el del único testigo de la profanación. Tres de los cuadros se encuentran en depósito en el Museo del Prado, ya que la capilla se destruyó en el XIX. No hicieron falta entonces redes sociales para construir desde cero la mentira perfecta, para crear una realidad incontestable aunque falsa.
Otro ejemplo de la eficacia de la Inquisición en la diseminación de historias falsas es el caso del Santo Niño de La Guardia ocurrido en Toledo. Varios judíos y conversos fueron acusados de asesinar a un niño que nunca existió (y a pesar de ello, sigue siendo venerado en la actualidad). Políticamente este suceso inventado en 1490 tuvo un impacto formidable: fue uno de los pretextos para la expulsión en 1492. “Nunca se echó en falta ningún niño, ni se encontró ningún cuerpo”, explica la historiadora Mercedes García-Arenal, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). “Pero se montó un proceso con confesiones bajo tortura y varios judíos y judeosconversos fueron quemados. Este hecho sirvió para acallar las voces alzadas en contra de la Inquisición y para decretar la expulsión de los judíos”. El rédito político de las noticias falsas es grande, y lo fue mucho antes de Internet, pero siempre ha necesitado de un buen caldo de cultivo. Las mentiras que se cuelan y convencen a las masas no llegaron con las redes.
México, a las puertas de un replanteamiento de su mapa político comparable con el ascenso de Margaret Thatcher o Ronald Reagan
En una cantina de moda en Ciudad de México, la coordinadora de campaña del candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Tatiana Clouthier, encantaba a la audiencia joven y de clase media con su estilo franco y desenfadado. Clouthier le ha dado una cara fresca al modo más bien tosco y jactancioso de su jefe, Andrés Manuel López Obrador, el aspirante con mayores posibilidades de ganar las elecciones presidenciales en México. Hija de un excandidato a la presidencia, es parte de una familia de empresarios, también es integrante de la élite de la ciudad de Monterrey, uno de los centros industriales más ricos del país. Esa noche, hace unas semanas, contaba que después de acercarse a López Obrador, mejor conocido como AMLO, y romper con el Partido Acción Nacional (PAN), se había dado a la tarea de hacer proselitismo a su favor entre la élite del norte del país y más tarde se convirtió en la coordinadora de la campaña. Días después de la reunión, el periódico El Financiero publicó una encuesta que le daba una ventaja de veinte puntos a López Obrador en las preferencias electorales. No era la primera vez que AMLO aparecía de puntero. Lo revelador de la encuesta era que el candidato había conseguido crecer la intención de voto precisamente entre los electores del norte, que normalmente optan por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), de centro, o el PAN, a la derecha.
Apenas unas horas restan para las elecciones. La llegada de López Obrador a la presidencia parece inevitable. Las circunstancias lo favorecen de tal manera que parece que su gran problema será el tamaño de su éxito. La encuesta del despacho de opinión pública Parametría lo coloca con el 54 por ciento de la preferencia efectiva y otras mediciones recientes, como la de Consulta Mitofsky, sugieren que su coalición, Juntos Haremos Historia, se llevará también el Congreso. México podría estar a las puertas de un replanteamiento de su mapa político comparable con el ascenso de Margaret Thatcher o Ronald Reagan en sus respectivos países, o con la llegada de Carlos Salinas de Gortari; personalidades que realinearon las alianzas políticas y las prioridades nacionales, con un entorno internacional también cambiante.
El estilo político de López Obrador contrasta con el perfil tecnocrático de José Antonio Meade y Ricardo Anaya, los candidatos del PRI y el PAN
AMLO es una ave rara en la política mexicana, tiene un largo recorrido como líder social. Comenzó su carrera como delegado del Instituto Nacional Indigenista de Tabasco. Luego coordinó la campaña del gobernador priista Enrique González Pedrero, quien tras ganar lo nombró líder del PRI local. Salió expulsado del partido por tratar de democratizar las bases. En 1988 se unió al movimiento político contra la candidatura de Carlos Salinas de Gortari, que desembocó en la fundación del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Fue el presidente del nuevo partido en Tabasco y ganó notoriedad nacional al encabezar numerosas marchas contra los fraudes electorales en su estado. Más tarde, López Obrador presidió el PRD. Con él al frente el partido ganó varias gubernaturas, escaños en el Senado y la Cámara de Diputados, y llevó a Cuauhtémoc Cárdenas a la jefatura de gobierno de Ciudad de México, entonces Distrito Federal. En el año 2000, como resultado del mismo proceso electoral que terminó con setenta años de hegemonía del PRI, López Obrador ganó las elecciones para jefe de gobierno de la capital del país. Ese fue un periodo muy importante en la historia política de López Obrador porque logró poner en práctica algunas de sus ideas más cercanas: disciplina financiera y política de austeridad que le permitieron echar a andar una política social amplia, cuyo programa más famoso son las transferencias monetarias a los adultos mayores.
En 2003 se había convertido en el político más popular del país, con unos niveles de aprobación de alrededor del 80 por ciento. El presidente Vicente Fox trató de descarrilarlo al promover un juicio de desafuero contra él, pero la treta resultó burda y terminó fortaleciendo al jefe de gobierno. Cientos de miles de personas salieron a las calles en su favor para cuestionar el proceso. Su carrera a la presidencia en las elecciones de 2006 parecía indetenible. El estilo político de López Obrador contrasta con el perfil tecnocrático de José Antonio Meade y Ricardo Anaya, los candidatos del PRI y el PAN: conecta bien con su electorado, que no solo está en las clases populares, sino también entre los jóvenes y los sectores más educados de la sociedad, y tiene una gran capacidad de dominar la conversación pública.
Montó protestas que paralizaron la Ciudad de México, fue percibido como un líder caprichoso e irrespetuoso de las formas democráticas
AMLO defiende algunos valores de la izquierda, como la preocupación por la desigualdad y la pobreza y la convicción de que es necesaria una mayor presencia del Estado en la economía para fortalecer el mercado interno. También cree en la austeridad de la burocracia y la probidad de los políticos; él mismo se presenta como una encarnación de ambas virtudes. Es un cristiano al que no le preocupa especialmente la política de género, como los derechos reproductivos o de las minorías sexuales. Es un nacionalista, descree de las fórmulas políticas y económicas impuestas desde fuera y piensa que las soluciones están en la historia de México, lo que también lo convierte en un mitógrafo audaz. Como muchos otros populistas, dice tener una conexión directa con el pueblo y en varias ocasiones ha usado su capacidad de movilización como su mejor argumento. Esta es la tercera vez que López Obrador se postula a la presidencia. En 2006, también iba a la cabeza de las preferencias, pero cometió errores y fue objeto de una campaña que lo mostraba como un peligro para México.
La comparación con el difunto líder venezolano Hugo Chávez hizo efecto y López Obrador perdió por un estrecho margen. Cuestionó el resultado electoral y acusó a las élites políticas y económicas de haberse coludido en su contra. Durante varias semanas montó protestas que paralizaron parte de Ciudad de México y se proclamó presidente legítimo. La jugada consumió buena parte de su capital político: fue percibido como un líder caprichoso e irrespetuoso de las formas democráticas. Pero, con una tenacidad singular en México, ha reconstruido su camino hacia la silla presidencial. En 2012, luego de la derrota frente a Enrique Peña Nieto, el fotogénico candidato del PRI, López Obrador abandonó el PRD para formar Morena, que en menos de tres años se convirtió en la alternativa al histórico PRI y al PAN.
Hartazgo de la sociedad con la corrupción, el estancamiento económico y la escalada de la violencia criminal en el sexenio de Peña Nieto
Para ampliar su coalición política y asegurar los votos que lo lleven a la victoria, López Obrador ha pactado con numerosos actores políticos: líderes sindicales corruptos, representantes de la extrema derecha y figuras recién llegadas a la política. Por ejemplo, el candidato de Morena para la gubernatura de Morelos, en coalición con el Partido Encuentro Social (PES), es Cuauhtémoc Blanco, un exfutbolista oportunista y cínico, quien también encabeza las encuestas en su estado. El PES, que espera quedarse con por lo menos cincuenta diputados en la cámara y decenas de alcaldías, es un partido evangélico que se opone a la legalización del aborto y el matrimonio igualitario, dos banderas de la izquierda en el resto del mundo. Se trata de una alianza pragmática, como las que hicieron Dilma Rousseff y Lula da Silva, que les dieron votos, pero también sirvieron para abrir la puerta a estos movimientos confesionales. Además de su pragmatismo, esta vez lo ayuda que la impopularidad del gobierno actual es enorme: el hartazgo de la sociedad mexicana con la corrupción, el estancamiento económico y la escalada de la violencia criminal en el sexenio de Peña Nieto hacen que López Obrador sea visto como la única alternativa de cambio. El PAN y el PRI tampoco se aliarán esta vez para enfrentarlo.
Así que, después de dieciocho años de prepararse para este momento, Andrés Manuel López Obrador se encuentra frente a una oportunidad histórica. Muchos mexicanos desean sinceramente un cambio, creen que el país no puede soportar más desigualdad, corrupción y violencia. Pero también tienen dudas legítimas sobre la soberbia de AMLO, su elevada concepción de sí mismo como autoridad moral, su entendimiento de los problemas complejos y las alianzas que ha trabado para asegurarse la presidencia. En estas elecciones López Obrador ha intentado presentar una cara más moderada para ganarse al sector empresarial. Nombró como coordinador del programa de gobierno a Alfonso Romo, un conocido empresario de Monterrey, y presentó hace unos meses a quienes serán los miembros de su gabinete, un grupo plural, con una estricta igualdad de género (ocho hombres y ocho mujeres) donde se encuentran representantes de sectores empresariales, líderes sociales y un equipo económico con posgrados en el extranjero. Ese equipo promete una política fiscal responsable, el control de la deuda externa -que en 2017 alcanzó un nuevo récord- así como ahorros en el gasto corriente -recortarán un tercio de los puestos de la alta burocracia del país-. Esta fórmula, que implantó en Ciudad de México, contradice la leyenda negra que lo compara con los gobiernos de izquierda en América Latina que han endeudado a sus países hasta el punto del colapso.
La relación con la Casa Blanca será más respetuosa simplemente por su mayor autoridad moral que el corrupto gobierno de Peña Nieto
Una preocupación añadida en estas elecciones es cómo enfrentará el próximo gobierno a un ‘bullyin’ en la Casa Blanca, defender al mismo tiempo a los connacionales que han emigrado a Estados Unidos y continuar una relación económica vital para México. El candidato y su equipo han declarado que apoyan el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y que si la renegociación sigue cuando lleguen al gobierno, continuarán trabajando desde las bases del equipo anterior, pero tratando con los gobernadores de los estados del vecino del norte que tienen más intercambio comercial con México. Durante el segundo debate presidencial, el 20 de mayo, que trató sobre asuntos exteriores y la relación con Estados Unidos, López Obrador repitió que la mejor política exterior es la política interior. Esto significa que prefiere concentrarse en la solución de los numerosos problemas que aquejan al país antes que tratar de intervenir en los problemas regionales. Pero también expresa la fe en que la relación con la Casa Blanca será automáticamente más respetuosa simplemente porque él y su gobierno tendrían mayor autoridad moral que el corrupto gobierno de Peña Nieto.
Presentarse a sí mismo como autoridad moral le consigue muchos apoyos, pero también le impone límites a su esfuerzo de moderación y lo pone en contradicción con algunas de sus alianzas más pragmáticas. Hace poco, el sector empresarial lo confrontó por su insistencia en cancelar la construcción del nuevo aeropuerto de Ciudad de México, estimada en 13.300 millones de dólares. López Obrador empujó la idea de que era un proyecto costoso, que ha generado corrupción y dijo que tenía una solución más económica. Aunque luego dijo que cancelar la obra no era una decisión final, su postura desató una ola de acusaciones entre él y las organizaciones empresariales. Con un tono familiar de superioridad moral, el candidato ha dicho que ciertos empresarios forman una “mafia en el poder” y se sienten “los dueños de México”. Ellos han publicado desplegados en los periódicos protestando por el trato y algunos capitanes de industria han comenzado campañas públicas y abiertas para que la gente no vote por él. Recientemente, AMLO retomó la senda de la moderación. Una de las principales cadenas de televisión lo visitó en su casa y lo presentó como un hombre austero, cristiano y con una esposa inteligente y encantadora, lo cual demuestra que esta vez ni siquiera las élites están de acuerdo sobre su radicalismo ni los medios más poderosos, como Televisa y Tv Azteca, se le oponen.
El tres veces candidato roza el 50% de los votos, según el último promedio de sondeos y podría obtener el control total de las dos cámaras
A pocos días de la elección presidencial en México, la ventaja de Andrés Manuel López Obrador en las encuestas no deja de crecer y, al menos sobre el papel, se antoja definitiva. El tres veces candidato roza el 50% de los votos, según el último promedio de sondeos; ha aumentado su ventaja hasta los 23 puntos sobre Ricardo Anaya, que rondaría el 27%. José Antonio Meade se quedaría alrededor del 20%. Las miras se centran ahora en ver si el apoyo a López Obrador se traduce también en un respaldo a su partido, Morena y a su coalición con el ultraconservador Encuentro Social y el Partido del Trabajo, en el Congreso. En la medida en que López Obrador se ha ido consolidando como el puntero en las encuestas, su discurso ha virado hacia la necesidad de tener también el máximo apoyo en las dos cámaras -diputados y senadores-, para recabar todo el poder posible. De lograrlo, el golpe en el tablero político mexicano sería absoluto. De mantenerse la coalición firme después de la elección -hay dudas de que el conservador PES se sume a todas las decisiones de Morena-, López Obrador podría sacar adelante todas sus iniciativas.
Los datos de los sondeos indican que el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) podría ser el más votado en los dos casos y que su coalición con Encuentro Social (PES) y el Partido del Trabajo (PT) podría conseguir la mayoría en las dos cámaras. El triunfo no solo sería para el partido de López Obrador; la formación ultraconservadora obtendría un apoyo sin precedentes en el Congreso mexicano, una irrupción que preocupa a los defensores de los derechos civiles ante un eventual retroceso en los mismos. López Obrador ha insistido en que el PES ha asumido el programa de Morena, pero no hay garantías de que, una vez en el poder, la alianza se mantenga. Las encuestas del voto para diputados colocan a Morena como el partido más votado, con cerca del 40% de votos, y la suma con PES y PT eleva sus apoyos hasta el 45% o 46%. ¿Cuántos diputados lograría la coalición con esos votos? El periódico EL PAÍS estima que, tomando en cuenta las particularidades del sistema electoral mexicano, Morena, PT y PES rondarían los 260 escaños y podrían lograr una mayoría en la cámara (que consta de 500 miembros).
A una semana de que México celebre la mayor votación de su historia -más de 3.000 cargos públicos en juego-, todas las miras se centran en López Obrador. El líder de Morena tendría ahora un 95% de probabilidades de ser elegido presidente. Ricardo Anaya ganaría un 4% de las veces y José Antonio Meade menos del 1%. Para calcular esta predicción EL PAÍS ha hecho un promedio de encuestas y tienen en cuenta su precisión histórica. La metodología que siguen es la misma que usaron con elecciones en Francia, Reino Unido, España, o hace apenas dos semanas, Colombia. Sus análisis indican que el margen de error de los sondeos ronda ahora los 12 o 13 puntos. Por eso López Obrador es un favorito claro: porque sería raro -o infrecuente- ver un vuelco electoral que haga perder 20 puntos al candidato puntero. ¿Por qué las encuestas? El modelo del periódico de mayor tirada en España y Latinoamérica se basa por entero en encuestas. Existe la percepción de que los sondeos no son fiables, pero a nivel nacional fallaron por pocos puntos incluso con Donald Trump en Estados Unidos y con el Brexit en el Reino Unido. En otras elecciones recientes dieron menos que hablar porque estuvieron acertados (Francia, Países Bajos, País Vasco, Galicia, Cataluña). Pese a la creencia popular, lo cierto es que las encuestas no lo han hecho mal últimamente. Las encuestas raramente son perfectas, pero no existe una alternativa que haya demostrado mejor capacidad de predicción.
La portada del Time lo dice todo: ante un fondo rojo, una niña migrante se enfrenta a un gigantesco Donald Trump que le impide el paso
‘La suerte está echada’. Quien más, quien menos, todos hemos usado o al menos oído esta expresión. Se utiliza cuando se ha hecho algo que implica un punto de no retorno: una vez hecho no hay vuelta atrás. Esta frase se atribuye a Julio César, que la habría dicho momentos después de cruzar el río Rubicón con sus legiones. Este acto, el de cruzar un ejército el Rubicón, no era para nada trivial. El río tenía especial importancia en el derecho romano porque a ningún general le estaba permitido cruzarlo con su ejército en armas. Marcaba el límite del poder del gobernador de las Galias y este no podía, sino ilegalmente, adentrarse en Italia con sus tropas. La noche del 11 al 12 de enero de 49 antes de Cristo, Julio César se detuvo un instante ante el Rubicón atormentado por las dudas: cruzarlo significaba cometer una ilegalidad, convertirse en criminal, enemigo de la República e iniciar la guerra civil contra Pompeyo. Alea iacta est (también escrito Alea jacta est o Allea iacta est) es una locución latina de uso actual que significa se echó el dado, el dado fue echado o la suerte está lanzada o, más propiamente en español, la suerte está echada. Manuel López Obrador será elegido, en apenas unas horas, nuevo presidente de México. ‘La suerte está echada’.
En este escenario histórico es impactante la portada de Time que enfrenta a Donald Trump con una niña migrante. Tras el escándalo que ha supuesto la detención de menores de edad separados de sus padres expatriados, el semanario estadounidense ha resumido la situación en una portada que está dando la vuelta al mundo. Time lleva 95 años representando la actualidad mundial en unas portadas que, a veces, se han convertido en pieza de museo. La era de Donald Trump está dando para algunas de las mejores. Esta semana, ante la crisis que ha supuesto la noticia de que los niños migrantes están siendo separados de sus padres (una situación que el presidente intentó rectificar con una orden hace unas horas), Time ha publicado tal vez la más impactante. Con solo un pequeño titular, “Bienvenida a América”, la imagen lo dice todo: ante un fondo rojo, una niña migrante se enfrenta a un gigantesco Donald Trump que, desde el lado derecho de la portada, le impide el paso. La portada tiene, además, una historia. La niña que aparece está recortada de una imagen de John Moore, fotógrafo ganador del Pulitzer que lleva años inmortalizando a los migrantes que intentan cruzar la frontera de México a Estados Unidos. Se trata de una niña de Honduras que lloraba mientras su madre era detenida en McAllen, Texas. “Todo lo que quería era encargarme de ella, pero no pude”, declaró el fotógrafo a la revista. Este Time se pondrá a la venta el 2 de julio, al día siguiente del 1-J. Manuel López Obrador será elegido presidente de México. ‘La suerte está echada’.
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