Ni dos de los cuatro días de descanso que se tomó había pasado en “La Chingada”, cuando López Obrador saltó de la hamaca para calarse los guantes y subirse de nuevo al ring del conflicto para agarrarse al “tú por el tú” con el INE, por el tema de la multa a Morena ante el presunto manejo irregular del fideicomiso de apoyo a damnificados del sismo del año pasado.
Calificando como una «vil venganza» del Instituto Nacional Electoral la sanción de 197 millones de pesos a su partido, AMLO arremetió contra la institución que el pasado 1 de julio válido y legitimó su triunfo, advirtiendo que acudirán a los tribunales pues “nosotros -dijo- no somos corruptos ni cometimos ilegalidad”, asegurando que sólo se pretende “enlodar una acción humanitaria”.
Y sí, está en su derecho de enchilarse y reaccionar fiel a su tabasqueñísimo temperamento, pero ese de ningún modo es ya su papel. Ya no le tocaba hacerlo. No había, pues, ninguna necesidad.
Alguien, quien sea, tiene que recordarle a AMLO que el proceso ya terminó, que él ganó las elecciones por amplísimo e indiscutible margen. Que ya no es el candidato que necesite esquivar y responder golpes para defender su posición, sino que hoy está investido como el próximo presidente de México, el que dentro de cuatro meses tomará las riendas del país y como tal tiene que enfocarse en asuntos de mayor relevancia y, sobre todo, más acordes a su nuevo estatus político.
El pleito por una multa, la defensa a ultranza de Morena, la confrontación personal al INE o a cualquier otra institución que ose poner en duda sus propósitos, eso ya no le corresponde a López Obrador. Para eso están los líderes del partido y sus representantes electorales y jurídicos, que como tal es su chamba y de ningún modo la del futuro mandamás del país.
Porque lejos de apaciguar la tormenta con la pretendida intimidación de su repuesta, lanzada desde su breve retiro en su finca chiapaneca, AMLO no hizo más que agitar las aguas y se expuso a lo que no debía. A lo que ya estaba de más.
A su imputación de “vileza”, el INE dio una nueva contestación y exhibió lo que parecen pruebas firmes de que miembros de Morena, cercanos a él, sí manipularon el dinero del dichoso fideicomiso “Por los Demás” creado para ayudar a víctimas del terremoto del 2017.
Marcos Baños, consejero del máximo órgano electoral, asegura que el Instituto actuó con evidencias y que se detectaron al menos 44.5 millones de pesos en efectivo que personeros de Morena ingresaron de forma irregular a las cuentas del fideicomiso.
En nota que publica hoy el diario Reforma, Baños revira: “Aquí no se trata de vilezas: se trata de evidencias, se trata de pruebas y se trata de documentos que formalmente han sido discutidos en sesión formal del Instituto Nacional Electoral».
Y es que mientras representantes de Morena aseguran que en el fideicomiso no se manejaron fondos públicos ni se destinaron recursos a la campaña de Obrador, las autoridades electorales detectaron que el fondo fue constituido por personalidades vinculadas a Morena como Julio Scherer Ibarra, Laura Esquivel, Jesusa Rodríguez y Bernardo Bátiz, entre otras.
Además, sostiene que unas 70 personas participaron en el retiro de 64.4 millones de pesos del fideicomiso, de las cuales 56 de ellas fueron candidatos, legisladores u operadores políticos de Morena.
Según Reforma, el INE ubicó a 15 personas que sacaron 21.8 millones de pesos del fondo, las cuales se desempeñan en la Secretaría de Organización, en la Comisión Nacional de Elecciones y en el Comité de Transparencia, entre otros órganos del partido. Uno de ellos, Rodrigo Abdalá, diputado de Morena, quien donó 225 mil pesos y retiró 1.4 millones desde sucursales de Banca Afirme en San Ángel y Puebla.
Mala estrategia del presidente electo, salir a pelearse de nuevo con las instituciones, en un peso que ya no le corresponde. Incomprensible subirse a un ring donde por muchos años repartió y esquivó golpes, y del cual tiene que entender que ya debe bajarse, ceñirse el cinturón de campeón y seleccionar mejor desde lo alto sus futuros combates. Que sean de más altura. De más nivel.
AMLO no es abogado de Morena ni de sus integrantes. Ellos no necesitan que los defienda ni dé explicaciones sobre el manejo de sus recursos. Que cada quien asuma la responsabilidad que le corresponda y si hay alguien que falló, que se someta a las consecuencias.
Andrés Manuel López Obrador ya es presidente electo de México. Tiene que creerlo de una vez por todas o que, por favor, alguien lo convenza.
(Imagen: Reforma)
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