Por más de 100 años, el nombre Nobel se relaciona con científicos, escritores y activistas destacados, mundialmente reconocidos.
Este 10 de diciembre se cumplen 122 años de la muerte de Alfred Nobel, quien decidió dejar su fortuna como legado para otorgar premios a «quienes hayan concedido un gran beneficio a la humanidad», según dejó estipulado en su testamento.
El ingeniero y químico sueco, es recordado como amante de la literatura, filántropo, innovador y un hombre de negocios exitoso. Sin embargo, no siempre fue considerado así.
Gracias a su dedicado trabajo de investigación sobre nitroglicerina para encontrar formas de controlarla para su comercialización, logró inventar la dinamita, con una potencia 17 veces superior a la de la pólvora.
Si bien su creación logró acrecentar su fortuna y revolucionar diversos sectores como el de construcción, minería o el ferroviario, la posibilidad de hacer explotar cosas, también resultó ser muy útil para la milicia.
Pese a considerársele como pacifista, la creación de Nobel y la forma en que se enriqueció con esta, afectó su reputación; sumado a diversas tragedias ocurridas durante sus investigaciones.
Una explosión en una empresa en Estocolmo provocó la muerte de cinco personas, entre las que se encontraba su hermano menor, Emil.
El propio inventor pudo ver cómo sería considerado su legado debido a un error periodístico.
En abril de 1888, cuando murió Ludwig Nobel, un diario francés lo confundió con su hermano menor, Alfred y publicó un obituario titulado «Le marchand de la mort est mort» (El mercader de la muerte ha fallecido).
Nobel pudo leer en el artículo su descripción como, «el hombre que hizo su fortuna encontrando la forma de matar a más gente y más rápido que nunca, murió ayer».
No existe evidencia sobre qué fue realmente lo que despertó a Nobel el interés de crear el premio que lleva su nombre y aunque la realidad sobre el origen de su fortuna era otra, se cree que ese momento influyó para que el ingeniero e innovador se preocupara por ser recordado de otra forma cuando muriera.
En noviembre de 1895, en el Club Sueco-Noruego de París, firmó su testamento, y al no tener descendencia, gran parte de su fortuna decidió destinarla a la creación de una fundación que otorgaría los ya famosos premios.
Nobel murió antes de que transcurriese un año de escribir su última voluntad en San Remo, Italia.
FUENTE: DINERO EN IMAGEN