Con 72.5% de su población con sobrepeso y obesidad y 105,000 muertes por diabetes en 2016, expertos urgen un cambio drástico en la estrategia de salud de México para atender el problema.
La obesidad y la diabetes —una de sus consecuencias— son un problema latente que año con año crece en México, sin que haya una respuesta efectiva para atenderlo.
Las cifras oficiales dan cuenta de la magnitud del problema: 72.5% de la población tiene sobrepeso u obesidad, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (INSP), y más de 105,000 personas murieron a causa de la diabetes mellitus en 2016, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Simón Barquera, director del área de investigación en Políticas y Programas de Nutrición del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), señala en un artículo para la revista Obesity la necesidad de hacer cambios drásticos en la estrategia sanitaria para atender el problema, ya declarado como emergencia epidemiológica por el gobierno mexicano.
A pesar de la advertencia, que los expertos consideran una acción tardía, las acciones del gobierno parecen caminar en sentido contrario al avance del problema.
La diabetes es la segunda causa de muerte en el país. Los decesos por esta enfermedad incrementaron en 20,000 casos de 2012 a 2016, según el INEGI. Sin embargo, el presupuesto destinado a la prevención de la obesidad se ha estancado.
“Los fondos para este rubro, que se reducen año con año, ilustran la falta de voluntad de México para lidiar de manera efectiva con la obesidad y con las comorbilidades que la acompañan”, señala Barqueraen su artículo.
Al inicio del sexenio de Enrique Peña Nieto, los recursos destinados a estas medidas era de 300 millones de pesos y para 2016 —año en que se declaró la emergencia epidemiológica— se incrementó en 90% con la asignación de 586 millones de pesos.
Luego, el sector Salud fue uno de los rubros afectados por los recortes al presupuesto federal de 2017, que impactaron en la estrategia contra el sobrepeso, la obesidad y la diabetes. La asignación de recursos cayó 22%, con 452 millones de pesos para este rubro.
Para 2018, el incremento fue de apenas 1.4 millones de pesos; sin embargo, esta cantidad no representa ni el 1% de los recursos que recibe la secretaría de Salud.
A la reducción en el gasto, señala el investigador, se suma también la falta de especialistas en nutrición en las unidades hospitalarias, la ausencia de tratamientos homogéneos y actualizados, así como de mecanismos estandarizados para el diagnóstico y seguimiento de casos de obesidad y diabetes.
Panorama adverso
La emisión de la emergencia epidemiológica en 2016 se debió, en parte, a que México ocupaba el sexto lugar a nivel internacional con pacientes de diabetes, de acuerdo con la Federación Internacional de la Diabetes. Lejos de mejorar, la situación empeoró.
El año pasado, el país pasó al lugar número cinco —antecedido por China, India, Estados Unidos y Brasil—, con 12 millones de pacientes. Y no se prevé que el panorama mejore en los próximos años, pues para 2045 se proyecta que haya 21.8 millones de personas con esta enfermedad.
Esta situación, advierte Arias, se traduce en un doble desafío. En primera instancia, para las familias que tendrán que gastar más en el cuidado de sus pacientes; en segundo lugar, para el país, pues al tener casi al 20% de su población enferma verá reducida su productividad.
“Vamos a tener una gran cantidad de población enferma que no va a ser productiva. El problema es que el paciente de diabetes no necesariamente va a morir pronto. Al final, vamos a ser un país más empobrecido”, señala.
Responsabilidades más allá del presupuesto
Más allá del tema presupuestario, los expertos coinciden en que las acciones ante la emergencia deben tener varios ejes de acción que contemplen a todos los sectores de la sociedad.
Entre las medidas que recomiendan están:
- Al gobierno: Rediseñar la estrategia con mayores recursos, pero también con mecanismos regulatorios más estrictos sobre «alimentos chatarra», en especial sobre publicidad y etiquetados. También se sugieren campañas de prevención con mensajes que inviten a los ciudadanos a adoptar hábitos saludables, en particular hacia los niños, con quienes empieza el problema.
- A la empresas: Asumir su tramo de responsabilidad e implementar medidas como la reducción de raciones de alimentos altos en azúcares, así como etiquetados más sencillos que las personas puedan comprender y les sirvan para tomar una decisión antes de consumirlos.
- A las personas: Hacer conciencia del problema y adquirir hábitos más saludables, como evitar los alimentos chatarra, las bebidas azucaradas —en cuyo consumo México es campeón mundial—, y procurar hacer más actividad física.
FUENTE:ADNPolitico