La envidia es un sentimiento que puede generarnos ansiedad y odio. Pero, aunque parezca extraño, es posible convertirla en algo positivo.
Tanto si te molesta sentir envidia como si te la permites, darle la vuelta puede convertirla en la palanca de un cambio que te ayude a alcanzar lo que deseas.
6 ideas para transformar la envidia y hacer que juegue a tu favor

Si desarrollamos ciertas habilidades psicológicas seremos capaces de aliviar los malos sentimientos y sensaciones que genera la envidia y hacer que juegue a nuestro favor.
1. Acepta lo que tienes
La envidia puede definirse como el dolor por querer algo que los demás tienen y nosotros no; o también por el deseo de algo que no se posee. Es humano sentirla y experimentarla. ¿Quién no ha notado el pequeño escozor de la envidia alguna vez?
Como es común a todas las personas, si la aceptamos, nos puede ayudar a comprender qué es lo que deseamos. Y si se es consecuente con ella, puede convertirse en un motor de vida, ya que nos puede ayudar a plantearnos retos personales para emular lo que alguien tiene o hace, para conseguir lo que alguien ha logrado.
El problema surge cuando nos quedamos atrapados en ella y creemos que los culpables de la envidia que sentimos son los otros.
2. Evita la comparación
Cuando uno siente envidia, se compara con otro… y sale perdiendo. Hay personas que se comparan constantemente, cayendo en el victimismo y la queja sistemática porque solo ven lo que no tienen. No se responsabilizan de lo que les sucede ni de las relaciones que mantienen.
Todo es culpa de los demás. La base del conflicto de las personas envidiosas reside en su baja autoestima: hace que todo el tiempo se vean como perdedoras y desgraciadas. Creen que no recibieron lo que necesitaban cuando eran pequeñas y que el mundo se lo debe porque los demás sí que lo tienen.
No se dan cuenta de que solo están considerando una parte de la vida de la otra persona y de la suya propia. Una propuesta para no caer en esa trampa es usar la comparación en sentido inverso y compararse con aquellos que tienen menos o han sido menos afortunados en la vida.
3. Mira más allá de la queja
La envidia nos lleva a la queja de manera casi automática. Y cuando nos instalamos en ella y nos retroalimentamos en esa visión de las cosas, empezamos a perder energía. Nos desanimamos volviéndonos incapaces de alcanzar una nueva perspectiva.

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Nos colocamos entonces en una situación en la que solo esperamos una solución que venga de fuera, en la que los demás nos salven. Y nos quitamos a nosotros mismos el poder de cambiar las cosas. La queja proporciona una comodidad que nos aleja de los demás porque aceptamos más difícilmente ayuda y soluciones.
El primer paso para salir de la queja sería darse cuenta del mucho tiempo que pasamos en ella y de cómo esto nos quita una energía que necesitamos para lograr lo que queremos. El segundo paso es responsabilizarse y no esperar a que la solución venga del exterior.
4. Valora todo lo que ya tienes
En la envidia estamos todo el tiempo viendo lo que nos falta. Tenemos la mirada dirigida hacia el otro, al que envidiamos, en lugar de hacia nosotros mismos; hacia el exterior en lugar de hacia el interior.
El primer paso para superar la envidia sería mirarse a uno mismo y valorar lo que uno ya tiene. Puede ayudar realizar una lista de todo lo bueno que tenemos en nuestra vida, ver qué capacidades tenemos y lo que nos permiten hacer. Y luego considerar si hay algo más que estamos necesitando.

ACTIVISMO SANO
Si miramos hacia nuestro interior, podemos encontrar la capacidad de satisfacernos a nosotros mismos y de darnos amor, que a lo mejor es una de las cosas que estamos envidiando.
Este cambio de perspectiva nos puede ayudar a responsabilizarnos y pasar a la acción. Se trata de cambiar la mirada y ver la botella medio llena cuando habitualmente la vemos solo medio vacía.
5. ¿Estás dispuesto a pagar el precio?
Según el filósofo y psicoterapeuta Bert Hellinger, la envidia es no querer pagar el precio que valen las cosas. Por lo tanto, un buen antídoto es pasar a la acción para conseguir lo que tienen los demás, y nosotros deseamos, aceptando que tenemos que esforzarnos para ello.
En ese momento podremos valorar si realmente queremos lo que envidiamos. A menudo no vemos –o no queremos ver– el precio que comporta aquello que deseamos, sobre todo cuando nos quedamos atrapados en la queja.
Una paciente mía se quejaba por estar más entrada en kilos que su hermana. Cuando le pregunté qué hacía su hermana para estar más delgada, me dijo que hacía deporte y cuidaba su alimentación. Le pregunté entonces si ella estaba dispuesta a hacer lo mismo, y contestó: “¿Qué dices? ¿Yo?”.
6. Agradece algo cada día
Otro antídoto contra la envidia y la queja es aprender a agradecer aquello que tenemos en nuestra vida. El agradecimiento nos conecta con lo que hay, con la realidad, en lugar de con lo que no hay.

ENCUENTROS CON MAX
Una buena propuesta a practicar cada día antes de acostarse es buscar tres cosas que puedes agradecer a la vida que te hayan pasado en esa jornada, y agradecerte al mismo tiempo tres cosas que hayas hecho por ti en ese día.
Si consigues practicar esta propuesta regularmente durante quince días, verás cómo cambia la visión que tienes de ti mismo y del mundo. En la lista de agradecimientos, ten presente agradecer cosas sencillas que forman parte de la cotidianidad y te producen satisfacción, como por ejemplo una ducha con agua caliente por la mañana, una taza de té en compañía de un amigo…
Fuente: cuerpomente.com