Ciudad de México.- Los gobiernos tienen el reto de garantizar cero o mínimos contagios en los traslados, pues hay una urgencia de que los viajes sean seguros para que la gente no satanice el transporte público, advierte una investigación de la Universidad del Sur de Florida (USF).
«Los efectos económicos del Covid-19 en el transporte público van desde la viabilidad del servicio hasta los riesgos financieros, equidad social y movilidad sustentable.
«Hay un riesgo de que, si el transporte público es percibido como un lugar de transmisión, esa percepción de insalubre va a ganar terreno y podría quedarse un largo tiempo», asegura la investigación publicada en la Revista de Transporte Público (JPT) de la USF.
Por eso se urge a que los gobiernos tomen medidas, escuchando a los expertos y a la academia para reducir o eliminar el riesgo de contagio, y además comunicar de forma efectiva a los usuarios el mensaje de que el transporte público es seguro.
«Hubo una reducción del servicio y existe una percepción generalizada de que el transporte público es más peligroso que el transporte individual o personal, debido al contacto cercano con otras personas, que a veces es inevitable», cita la publicación.
Son tres los factores que elevan el riesgo en estaciones, paradas y unidades, agrega el escrito.
La gente está confinada en un espacio limitado, es difícil tener un control sanitario sobre las personas que pudieran estar infectadas, y hay múltiples superficies, como asientos, pasamanos, tubos, que pueden transmitir gérmenes fácilmente.
«Sin embargo, hay manera de reducir o eliminar los riesgos asociados a estos factores. La distancia, aunque no en todos los casos; el uso universal del cubrebocas, así como la higiene, sanitización y ventilación de las unidades y espacios», detalla.
La crisis financiera por la que atraviesa el sector es uno de los motivos para hacer el transporte seguro y confiable.
«En cuestión de semanas, la pandemia del Covid-19 se convirtió en la crisis económica más grande para los servicios de transporte público, que se haya visto en décadas.
«El problema más grave que se va a enfrentar debido a la reducción de la demanda, y la presión financiera que se ha puesto sobre el transporte público, recae en la posibilidad de que los prestadores de servicio se declaren en bancarrota, si no hay un programa de rescate», explica el documento.
Y no todas las ciudades, como es el caso de la CDMX, asegura el reporte, están en las condiciones de satisfacer las necesidades de transporte público.
FUENTE: Sipse