Científicos del Centro Regional de Investigación Acuícola y Pesquera en Puerto Morelos consiguieron, por primera vez en México, reproducir sexualmente corales en ambientes controlados y de manera asistida, un logro histórico que da esperanza para la repoblación de arrecifes en el Caribe mexicano.
El equipo liderado por la doctora Claudia Padilla, del Inapesca, lleva 10 años trabajando en la reproducción de corales, pero esta es la primera vez que consiguen el desove de estos organismos dentro de un estanque controlado, que simula las condiciones del mar en temperatura, luz y oleaje.
¿Qué es un coral?
La reproducción de corales es un proceso complejo, para lo cual es necesario entender primero qué es un coral.
Se trata de animales coloniales compuestos por una base de carbonato de calcio (esqueleto) que cubre una capa de tejido vivo de pequeños individuos llamados pólipos. En el interior de estos pólipos viven en simbiosis unas microalgas llamadas zooxantelas, que les dan ese color llamativo a los corales.
Por tanto, se le denomina una “colonia de coral” a la estructura rocosa de carbonato de calcio cubierta por cientos o miles de pólipos, dependiendo la edad. En Quintana Roo hay más de 40 especies de corales, cada uno con sus complejidades físicas y biológicas.
Reproducción de corales
Los corales tienen dos tipos de reproducción, sexual y asexual, explica la doctora Claudia Padilla.
La reproducción asexual consiste en la fragmentación de una colonia: si en un huracán la fuerza del mar rompe una colonia de coral o el ancla de un barco, es posible fijar esos fragmentos y continuarán creciendo.
El laboratorio de reproducción coralina ha recopilado cientos de fragmentos de coral de colonias más grandes y resistentes para hacerlos crecer en ambientes controlados, con agua limpia, y después reforestar sitios arrecifales. Este método se ha aplicado principalmente en los corales de la especie Acropora palmata, conocida popularmente como “cuerno de alce”, que durante la década de los 80 una enfermedad casi exterminó su población en la región, detalla la investigadora.
La reproducción sexual es el proceso natural de fertilización que tienen los corales para multiplicarse, como toda especie animal. Los corales se reproducen una o varias veces al año, dependiendo el tipo de coral, y a determinadas horas y días, dependiendo del atardecer o la posición de la luna, indica Andrés Morales, uno de los técnicos del laboratorio.
En el proceso sin intervención humana, cada colonia de coral libera huevecillos denominados “gametos”. Estos gametos son un saco milimétrico que contiene óvulos y espermas, los cuales se rompen y se liberan en el agua. Los espermas de una colonia se juntan con los óvulos de otra colonia de coral de la misma especie y se logra la fecundación.
De esa fecundación “nace” una larva de coral que buscará fijarse en una pequeña estructura sólida para empezar una nueva colonia de coral, que crecerá en número de pólipos y estructura física con el paso de los años.
Desove de coral
Sin embargo, la grave pérdida en la cobertura de coral ha dificultado este proceso natural, o en algunos casos se ha vuelto prácticamente imposible. De acuerdo con un estudio del investigador Lorenzo Álvarez Filip, del Laboratorio de Biodiversidad y Conservación Arrecifal, en las últimas cuatro décadas se ha perdido más del 80 por ciento de la cobertura de coral en el Caribe Mexicano, situación que se volvió más alarmante con el brote del Síndrome Blanco, que dejó a varias especies al borde de la extinción local.
Para que se pueda efectuar la fecundación, una colonia de coral tiene que estar cerca de otra de su misma especie. Sin embargo, tras el paso de la enfermedad, en algunos casos únicamente sobrevivió una colonia de esa especie en un sitio en Cancún y otra en Cozumel, por citar un ejemplo. De manera natural, es imposible que se reproduzcan.
Por ello, tanto la Unidad de Sistemas Arrecifales de la UNAM en Puerto Morelos como el Criap llevan varios años recolectando gametos durante el proceso de desove en el mar, los cuales son llevados a un laboratorio donde se realiza el proceso de fertilización, mezclando los gametos de unas colonias con otras de la misma especie.
No obstante, este método tiene complicaciones: en primer lugar por el costo que implica salir a campo y esperar por varias horas el desove, muchas veces sin éxito. Con recursos limitados, es imposible extender los monitoreos programados y, además, el traslado de los huevos debe hacerse en extremo cuidado, por lo que durante el viaje, con los movimientos, es posible que la probabilidad de reproducción disminuya, comenta el biólogo Eloy Ramírez, otro de los técnicos.
Por esta razón, con meses de estudio previo, el Centro Regional de Investigación Acuícola y Pesquera Puerto Morelos apostó con éxito a la reproducción de corales dentro de sus sistemas de cultivo.
Logro histórico
Con un cálculo para el desove entre 6:30 y 7:30 de la tarde, una hora antes del atardecer, los biólogos Eloy Ramírez y Andrés Morales se prepararon para la observación desde una hora antes.
Era el último día del periodo previsto de desove. “El desove de corales es una experiencia fantástica, estar esperando y que empiecen a salir, casi nunca pasa, pero cuando pasa es espectacular”, dijo Andrés a Novedades, mientras nos dirigíamos al estanque.
Pero esta sería la primera vez que podría presenciar el desove de un coral fuera del mar, uno de la especie Diploria labyrinthiformis, mejor conocida como “coral cerebro”, severamente afectada por el Síndrome Blanco.
Faltando 15 minutos para las 6:00 de la tarde, Eloy ingresó al estanque con una temperatura de 30 grados donde se encontraban las colonias de coral enumeradas y minuciosamente estudiadas. Ahí también hay poblaciones de cultivo de cangrejos rey, encargados de comer las algas para que éstas no asfixien a los corales.
Para la recolección de gametos se utilizó un objeto diseñado con tela tipo velo en forma de cono, que se fijaba al fondo con unas piezas de plomo pero mantenía el pico arriba con la ayuda de un flotador. En la parte superior, con una boquilla, se colocó un recipiente de unos 100 mililitros, hasta donde se elevarían los huevos cuando fueran liberados. Únicamente se dejó una colonia descubierta para mantenerla en observación.
A las 18:16 horas la única colonia descubierta arrojó los primeros huevecillos, que no pudieron ser capturados. Eso movilizó a los biólogos, sabían que vendría una segunda parte. Colocaron el equipo y fijaron la mirada en esas colonias. Era también una alerta de que las demás podrían empezar a desovar.
Así ocurrió, vino la segunda parte y luego una segunda colonia de coral empezó a liberar huevos; después la tercera.
“Avisa en el grupo bro, porfa”, de dijo Eloy desde el agua a Andrés, con una sonrisa de lado a lado. Ninguno de los presentes podía contener la emoción, no solo la experiencia de observar la complejidad de los corales, sino por la relevancia de este logro para la conservación de los arrecifes del Caribe mexicano, ecosistema que sustenta la vida y la economía de la región.
Parte de esos huevecillos fueron llevados al laboratorio de la UNAM liderado por la doctora Anastazia Banaszak, quien realiza trabajos de criopreservación.
Claudia Padilla explicó que es un proyecto que ha llevado meses de preparación, del que no se tiene antecedente en el país. Antes se ha logrado en Australia y en Florida.
El programa de colaboración es financiado con recursos propios de la UNAM, del Inapesca, el apoyo de la organización internacional MARFUND y la colaboración de la Iniciativa Healthy Reefs.
La especialista, que lleva más 25 años estudiando los corales de Quintana Roo, informó a Novedades que ya se realizó la fecundación de los gametos y ya están nadando los embriones, esperando convertirse en larvas que luego formarán un primer pólipo para dar paso a nuevos corales, que a su vez brindan hábitat y alimento a miles de especies marinas.
FUENTE: Sipse