Casi 970 millones de mariposas monarca murieron desde 1990, en buena parte por la desaparición de sus hábitats y alimentadores en Estados Unidos en el largo trecho de Canadá a México.
De acuerdo con el Centro de Diversidad Biológica y la Agencia de Pesca y Vida Silvestre (USFWS, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, una
población que alguna vez se cifró en miles de millones se redujo tanto que ahora sólo quedan entre 30 y 35 millones de ejemplares.
En parte por eso, los terrenos donde antes se aposentaban los famosos lepidópteros anaranjado y negro —que algunos consideran como la mariposa más bella del mundo— en
Michoacán (México) se redujeron de 18 hectáreas en 1996
—unos 25 millones de mariposas en cada hectárea— a 1.5 hectáreas en 2013.
Pero la USFWS y organizaciones ecologistas, en concreto la Federación Nacional de la Vida Silvestre (NWF) y la Fundación Nacional de Pesca y Vida Silvestre (NFWF) creen que aún están a tiempo.
Podemos salvar a la mariposa monarca en América del Norte, pero sólo si actuamos rápido y juntos”, dijo Dan Ashe, director del USFWS, al presentar el proyecto a la prensa de Washington.
Su principal foco, de entrada, es tratar de restablecer zonas donde las mariposas puedan descansar, alimentarse y reproducirse durante su larga migración, que les puede tomar dos o tres meses y otras tantas generaciones de un extremo al otro de su viaje.
Plan de rescate
Para empezar, según The Wa-shington Post, este año invertirán dos millones de dólares para plantar algodoncillo en unas 200 mil hectáreas de hábitat a lo largo de los casi tres mil kilómetros de la Carretera Interestatal 35, que va de Texas a Minnesota, y que corre a lo largo de la ruta de migración.
La filosofía es simple: sin algodoncillo no hay mariposas.
1.2 millones de dólares más serán dedicados para crear un grupo que genere recaudación de fondos entre organizaciones privadas.
Medios informativos estadunidenses afirmaron que los iniciadores del proyecto tratarán de entusiasmar a otras agencias federales y estatales para hacer lo mismo en las tierras públicas y que trabajan con los gobiernos de México y Canadá para ayudar a restaurar la población de mariposas.
De acuerdo con la cadena estadunidense CBS, en diciembre pasado el gobierno del presidente Barack Obama se dijo dispuesto a colocar la mariposa bajo la protección de la ley de especies en peligro, lo que protegería sus zonas de supervivencia y prohibiría matarlas o capturarlas.
Sin embargo, una buena parte del problema se debe menos a la muerte o la captura de mariposas que a la ausencia de hábitats.
Mucho del problema se debe a las amenazas significadas simplemente por el crecimiento de zonas urbanas y campos de cultivo que han desplazado o eliminado los sitios donde se reproducían y alimentaban.
De hecho, la principal víctima de esas nuevas situaciones es el algondoncillo, una planta
perenne que es la única donde estas mariposas depositan sus huevos.
Cuando la larva nace, la oruga come la planta. Pero sin algondoncillo a lo largo de su ruta migratoria, la monarca simplemente no puede reproducirse.
Sin embargo, una gran parte del algodoncillo que crecía de forma silvestre en el territorio estadunidense ha sido eliminado por la fumigación de agricultores para proteger sus cosechas.
Grupos ecologistas han hecho hincapié en que muchos de esos cultivos son transgénicos.
Los lugares que las monarcas escogen para hibernar luego de cuatro mil kilómetros de vuelo, son justamente los bosques mexicanos, se trata de los pinos y oyameles ubicados en Michoacán y el Estado de México.
El punto es importante porque esa es una de las razones a las que se atribuye la disminución no sólo de la mariposa monarca sino también de las abejas, que al igual que aquellas son insectos polinizadores afectados por herbicidas y cosechas modificadas.
(Fuente Excelsior)