EL BESTIARIO
The Washington Post titula ante la Cumbre de las Américas, “el presidente de EE UU goza de mejor imagen que Raúl y Fidel Castro en Cuba”, se olvida de la crisis que amenaza a 605 millones de latinoamericanos, incluidos los
Latinoamérica ve escaparse su futuro. La crisis del petróleo, la agudización de las tensiones en Venezuela, Brasil o Argentina, y el fin de la bonanza económica han ensombrecido el sueño de un equilibrio continental y avivado el fantasma de turbulencias pasadas. Desde hace meses, la incertidumbre se extiende por este espacio de 605 millones de habitantes. Con esta inquietud, arrancó este viernes en Panamá la Cumbre de las Américas, el gran plenario de jefes de Estado y de Gobierno continentales. El desafío de la reactivación asomará en casi todas las intervenciones, aunque nadie espera que de esta reunión, absolutamente magnetizada por el acercamiento entre Washington y La Habana, salga la fórmula que permita mirar hacia adelante. Las grietas, casi con seguridad, quedarán sin sellar pese a sus demoledoras consecuencias.
Latinoamérica hace tiempo que abandonó su crecimiento al 5%, y ahora, como mucho, hiberna. El pronóstico del FMI para este año es de sólo el 1,3%, prácticamente la mitad que los países desarrollados. Esta anemia, en un área con casi 170 millones de pobres, amenaza con echar por tierra los progresos de la última década y aumentar la conflictividad política. “Los avances sociales obtenidos peligrarán en la medida en que el ritmo de reducción de pobreza se frene debido a la desaceleración”, advierte Jorge Araujo, asesor para Latinoamérica del Banco Mundial.
Entre las causas del declive figuran la atonía europea y, sobre todo, la fatiga de China, incapaz ya de mantener la desenfrenada compra de materias primas que enloqueció a las economías australes. En este contexto de debilidad internacional, la región ha sufrido un inesperado y profundo embate: la caída de los precios del crudo. La constatación de que no se trata de un descenso provisional, sino de un nuevo ciclo ha encendido las alarmas. Los países exportadores, entre ellos México, han puesto en marcha, aunque con diferente intensidad, recortes en el gasto público. El golpe, según los expertos, se podrá superar, pero dejará secuelas. “Gracias a las reformas políticas adoptadas desde los años noventa, la mayoría de países del área están bien posicionados para hacer frente a los choques exteriores”, indica Hamid Faruqee, especialista del FMI.
México, el mejor preparado para resistir el desplome del precio del barril del petróleo, gracias a sus esfuerzos por diversificar su economía
México, posiblemente el mejor preparado de la zona para resistir la sacudida, resume las paradojas del nuevo escenario. Aunque sus arcas públicas aún dependen en un 30% de la renta petrolera, durante décadas se ha esforzado por diversificar su economía y aminorar la dependencia del crudo. Así, ha logrado que el sector petrolífero pase a representar el 5,9% del PIB, frente al 11% de hace 20 años. Pese a ello, el desplome del barril y el ajuste emprendido por el Gobierno, con su consiguiente efecto dominó en una estructura económica aún inmadura, ha reducido sus expectativas de crecimiento para este año y el próximo, impidiendo el despegue al 5%, el objetivo político más codiciado.
Este golpe no es baladí. En un momento de incertidumbre profunda, donde los Gobiernos latinoamericanos buscan desesperadamente una segunda generación de políticas públicas para alzar el vuelo, el frenazo mexicano supone una estocada al proyecto reformista más avanzado del área y que más aplausos había suscitado de la comunidad internacional. Ahora, los referentes parecen agotados. “Hay que insistir en diversificar la matriz productiva, invertir en educación, ciencia y tecnología, para volver a crecer en equidad”, aconseja la titular de la Secretaría General Iberoamericana, Rebeca Grynspan.
Se agudizan las tensiones políticas internas, aderezadas con casos graves de corrupción en Venezuela, Brasil y Argentina
Congelada la escena reformista y atascados los motores de crecimiento, no se vislumbra ninguna escapatoria clara. Pero sí nuevas tensiones. Colombia, hasta hace poco una locomotora, ya ha rebajado sus expectativas y encara un histórico proceso de paz que consumirá gran parte de sus energías. Mucho mayor es el reto de Brasil. El gigante del sur, que alumbró el milagro de la década, atraviesa ahora una tormenta perfecta. Su PIB declina hasta la insignificancia (0,3% para este año), mientras su liderazgo político, uno de sus grandes bastiones, se agosta bajo una masiva ola de descontento y escándalos de corrupción.
Argentina, a su vez, atraviesa un amargo fin de ciclo. En situación recesiva y con una inflación del 30%, su presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, se apresta a despedirse, dejando una nación consumida por una extrema polarización política. Y más allá de cualquier margen se ubica Venezuela, un país que vive en permanente electroshock, y al que la crisis del petróleo (el 95% de sus exportaciones) ha puesto al borde del colapso. El régimen chavista, con la mayor inflación del planeta, gira ahora mismo sin centro gravitatorio conocido, enfrentado permanentemente a Estados Unidos y devaluado por una represión política de consecuencias imprevisibles.
Washington, con su renacida pujanza, es visto como el sustituto de Pekín, aunque amenaza con subir los tipos de interés
En este horizonte tormentoso, muchas miradas se dirigen hacia la gran potencia del norte. Washington, con su renacida pujanza supone para muchos países la única esperanza de reactivación zonal, e incluso el sustituto del coloso chino. Pero Estados Unidos también implica un riesgo: la más que posible subida de tipos de interés que planea la Reserva Federal amenaza con absorber los flujos de capital que hasta ahora recalaban en el área emergente. El efecto sería inmediato y lo más parecido a quitarle la gasolina a un coche. Latinoamérica, aunque muy lejos de los desequilibrios de décadas pasadas, ha entrado en una zona de riesgo. Esto no le importa al periódico norteamericano The Washington Post, quien destaca una encuesta realizada en Cuba, hace apenas unos días… “El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, goza de mejor imagen que Raúl y Fidel Castro en Cuba, donde también obtienen mejor nota el papa Francisco o el rey Felipe VI que los dos hermanos que han dirigido su destino desde hace más de medio siglo. Lo que sí aplauden de forma abrumadora los cubanos es la decisión de Raúl Castro de normalizar relaciones con Washington, pese a que no creen que vaya a cambiar radicalmente la política de la isla en el futuro inmediato…”, apunta el mayor y más antiguo periódico de Washington, DC, la capital de los Estados Unidos. Ganó fama mundial a principios de los setenta, por su investigación sobre el caso Watergate, conducida por los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein, que desempeñó un papel importante en la caída de Richard Nixon como presidente. Es generalmente considerado uno de los mejores diarios estadounidenses, junto con el New York Times, conocido por su reportaje general y cobertura internacional, y el Wall Street Journal, famoso en el área financiera. El Post se ha distinguido por sus reportajes sobre la Casa Blanca, el Congreso, y otros aspectos del gobierno estadounidense, donde el restablecimiento de las relaciones con Cuba es un tema de máxima prioridad…
El papa Francisco, el rey Felipe VI y el venezolano Nicolás Maduro, consiguen mejor calificación que los hermanos Castro
Esos son los principales resultados de una encuesta realizada por la empresa estadounidense Bendixen & Amandi para Univisión en colaboración con The Washington Post. El sondeo fue elaborado en Cuba, entre 1.200 ciudadanos cubanos adultos residentes en la isla, entre el 17 y el 27 de marzo, con miras a la primera cita oficial de Obama y Castro durante la Cumbre de las Américas que comenzó este viernes en Panamá. “Al esperado encuentro panameño Obama acude con una imagen más favorable entre los cubanos que su interlocutor: según la encuesta, el 80% de los cubanos tiene una opinión positiva del presidente estadounidense. En el caso de Raúl Castro, la opinión es dividida aunque se escora levemente hacia el lado negativo: un 47% lo ve favorablemente frente al 48% que tiene una opinión negativa del actual presidente cubano. En el caso de Fidel la diferencia es más clara: el 50% dijo tener una opinión ‘algo o muy negativa’, frente al 44% que sigue viéndolo con buenos ojos”.
Además de Obama, también el papa Francisco -mediador en las negociaciones secretas que llevaron al anuncio de normalización de relaciones entre Cuba y EE UU en diciembre- tiene una imagen positiva entre el 80% de los cubanos. El rey Felipe VI (65%) y el presidente venezolano Nicolás Maduro (62%) logran asimismo mejor calificación que los líderes cubanos. Más razones para que del encuentro entre Obama y Castro en Panamá salga algún resultado concreto: el 97% de los cubanos considera que la normalización de relaciones es buena para Cuba. También están convencidos que la isla tiene más que ganar en este acercamiento que el vecino norteamericano.
“La insatisfacción es el sentimiento dominante de los cubanos a la hora de valorar el sistema económico y político bajo el que viven en la isla. Un 79% de los consultados se declara ‘no muy o nada satisfecho’ con el sistema económico, frente a un 19% que dice apreciarlo. Ante la misma pregunta pero sobre el sistema político, las cifras son algo más moderadas pero también vuelven a ser mayoría -53%- los que se declaran insatisfechos, frente a un 39% que no tiene demasiadas quejas”.
Los motivos de la insatisfacción política los lidera la falta de libertad (49%), seguido de la falta de desarrollo económico (26%). El 52% dijo que hay necesidad de más partidos políticos en la isla, frente a un 28% que considera que es suficiente con el Partido Comunista de Cuba (PCC). Pese a las grandes expectativas generadas por el acercamiento La Habana-Washington, los cubanos no confían en que éste redundará de inmediato en cambios políticos, aunque sí esperan mejoras económicas.
La insatisfacción es el sentimiento dominante de los cubanos, el 55% de los jóvenes encuestados le gustaría vivir en el extranjero
El 64% está convencido de que la normalización de relaciones llevará a cambios del sistema económico, frente a un 30% que piensa que seguirá igual. Las proporciones se vuelcan cuando la pregunta es sobre si el acercamiento también producirá cambios políticos: ahí son mayoría (54%) los que piensan que seguirá el “mismo” sistema, mientras que solo el 37% confía en que también habrá movimiento en esta esfera. Es por eso quizás que, pese a las esperanzas de mejores perspectivas económicas, una mayoría de los encuestados (55%), sobre todo los jóvenes, contestan con un rotundo sí a la pregunta de si les gustaría irse a vivir a otro país. Un dato preocupante, apunta Fernand Amandi, de la empresa responsable del sondeo.
“Aunque el pueblo cubano se siente muy optimista con la nueva apertura y lo que representa en cuanto a lo que va a ayudar a la situación económica, la gran mayoría todavía se quiere ir de Cuba, vivir en otro país. Sobre todo la generación del futuro cubana”, destacó Amandi, en su informe. Ello se explica, apuntó, a que si bien se espera que la normalización de relaciones ayudará a cambiar la realidad económica, “no así con un sistema que según los encuestados necesita reformas políticas. La conclusión de muchos es buscarse el futuro fuera”.
Comenzaron a ‘fumar la pipa de la paz’ con aquel apretón de manos entre Barack y Raúl en los funerales por Nelson Mandela
Barack Obama y Raúl Castro ya se hablan por teléfono. Lo hicieron el pasado 16 de diciembre y fue una conversación histórica: terminaron con más de medio siglo de incomunicación entre mandatarios de EE UU y Cuba. El hielo empezó a romperse con un apretón de manos en los funerales por Nelson Mandela en diciembre de 2013 en Johannesburgo y es más que probable que la relación se consolide este fin de semana en Panamá, en la Cumbre de las Américas, durante la que mantendrán una reunión de trabajo para empujar de manera definitiva la normalización de las relaciones diplomáticas entre ambos países y empezar a desmontar el embargo económico y comercial que ha sufrido la isla durante todo este tiempo.
Gumersinso Lafuente, uno de los integrantes de la empresa española Metroscopia, especializada en la valoración de las encuestas que se realizan internacionalmente, comentó este jueves sobre la realizada en Cuba, la primera de sus características desde el triunfo de la Revolución en 1959. El Gobierno de Cuba, al igual que lo hacen todos los ejecutivos, realiza sondeos periódicos para conocer la opinión de sus ciudadanos, sobre diversos asuntos sociales, económicos y políticos. Quizá Obama sospecha que los cubanos le miran con buena cara (el 80% tiene una opinión positiva de él) y Raúl Castro sabe que su nivel de aceptación no es tan alto en la isla (en su caso la opinión positiva solo llega al 47%) y que el 97% de los cubanos piensa que arreglar la situación con EE UU será bueno para su país.
El 70% de los cubanos son emprendedores, quieren abrir su propio negocio, y satisfechos con la educación (72%) y la salud (68%)
“Estos datos (y muchos más, a los que ha tenido acceso Metroscopia) -recalca Gumersindo Lafuente- salen de una encuesta encargada por Univision, la cadena de televisión en español más importante de EE UU, con sede en Miami y que publica conjuntamente con el The Washington Post. Los cubanos quieren viajar al extranjero (el 64%), y aunque el 73% dice ser optimista sobre su futuro y el de su familia, reclaman con fuerza (54%) mejoras económicas y, en segundo lugar (29%), una reforma del sistema político. Al 55% le gustaría vivir en otro país y el elegido en primer lugar por un 52% es EE UU. También se muestran muy emprendedores, el 70% quiere abrir su propio negocio y satisfechos con el sistema educativo del régimen cubano (72%) y con el sistema de salud (68%)”.
“No ocurre lo mismo -añade Gumersindo Lafuente- con el económico que no satisface al 79%, ni con el político que suma un 53% de insatisfechos, de los que el 49% reclaman más libertad, el 26% más desarrollo económico y el 19% la necesidad de un cambio. El Partido Comunista, el único legal, no sale bien parado en la encuesta. El 58% tiene una opinión negativa, y solo aprueba para el 32%. En cuanto a la oposición, es bien vista por el 48% y mal calificada por el 33%. El 52% del total de la población cree que debería haber más partidos políticos y el 75% siente que no puede opinar libremente sobre sus ideas”.
Realizadas 1.200 entrevistas, entre el 17 y el 27 de marzo, por un equipo de profesionales “especialmente entrenados para esta misión”
Ante el aluvión de datos, antes de seguir, cabe preguntarse si es posible hoy en Cuba hacer una encuesta que tenga una mínima credibilidad. Esta ha sido realizada por la empresa Bendixen & Amandi Internacional, radicada en Miami y constó de 1.200 entrevistas presenciales hechas entre el 17 y el 27 del pasado mes de marzo por un equipo de profesionales “especialmente entrenados para esta misión”. José Juan Toharia, presidente de Metroscopia y catedrático de sociología de la Universidad Autónoma de Madrid, asegura que: “Llevar a cabo un estudio de opinión en sociedades en las que no existe plena libertad de opinión puede parecer un contrasentido, pero no lo es. Que no se permita la libre expresión de opiniones no significa que estas no existan. No consta que este sondeo haya sido directa y explícitamente aprobado por las autoridades cubanas, pero (dadas sus características metodológicas, que hacen impensable una realización clandestina) parece obvio que debe haber contado con el conocimiento y tolerancia de estas”.
¿Resta ello credibilidad o valor a los datos obtenidos?, Toharia opina que no: “Simplemente obliga a una cierta cautela interpretativa. Los entrevistados parecen haberse expresado con sustancial libertad, sin aparente presión ambiental alguna, y se han obtenido respuestas respecto del sistema político cubano positivas en unos aspectos pero también claramente críticas en otros. Matizaciones y precauciones aparte, de la información conseguida resulta posible percibir lo que, verosímilmente, parece el latido real de la sociedad cubana en este momento concreto. Un latido claro, matizado y, sobre todo, creíble”.
Bolivia, Ecuador y Venezuela encabezan las preferencias de los cubanos, por detrás se sitúan Argentina, Colombia, México y España
“¿Qué opinan los cubanos sobre los líderes cercanos, tanto locales como extranjeros? Raúl Castro está casi en el empate, recibe una opinión negativa del 48% y positiva del 47%. Fidel, su hermano, líder supremo de la revolución hoy retirado, aprueba para el 44% y suspende para el 50%. Obama y el Papa Francisco, son aprobados por el 80%, pero en el caso del presidente de EE UU el 17% le suspende, y en el del Papa la opinión negativa solo llega al 10%. Felipe VI de Borbón, nuestro rey, recibe la opinión positiva del 65%, tres puntos por encima de Nicolás Maduro, que solo llega al 62%”.
El 58% de los cubanos piensa que la normalización de las relaciones con EE UU favorecerá más a su país y el 64% cree que ayudará a cambiar el sistema económico, aunque no son tan optimistas con el político: el 54% piensa que seguirá el mismo y el 62% que no se permitirá la existencia de más partidos políticos. Una visita de Obama a Cuba es deseada por el 89% y un viaje de Raúl Castro a EE UU por el 83%.
¿Qué países son más amigos de Cuba? Bolivia (95%), Ecuador (94%) y Venezuela (93%), encabezan las preferencias de los cubanos. Por detrás se sitúan Argentina (84%), Colombia (79%), México (74%) y España (72%). EE UU, en este caso, se queda en el 53% y Rusia, muchos años después de la caída de la URSS, aún conserva el 71% de la consideración positiva en la isla.
“Castro y Obama escenificarán en la Cumbre de las Américas el inicio del deshielo, y tendrán muy presente lo que piensan y demandan los cubanos. Quizá no sea casualidad que el escenario de la reunión sea Panamá, el paraíso de las compras de Centroamérica, sobre todo si vemos la lista de los productos más deseados por los cubanos de cara a una futura apertura comercial: supermercados, viviendas, farmacias, automóviles, teléfonos… El lado aparentemente bueno del capitalismo”, señalaba al final de sus comentarios Gumersindo Lafuente, de Metroscopia.
Para ver la encuesta íntegra: http://huelladigital.univisionnoticias.com/encuesta-cuba/
Para saber cómo se hizo: http://huelladigital.univisionnoticias.com/encuesta-cuba/como-se-hizo-la-encuesta/
Como un malabarista, el presidente Obama tiene tres pelotas en el aire que ha de recoger impidiendo que ninguna caiga al suelo. Son Cuba, Irán y el tríptico con vocación unitaria que forman Siria-Irak-Yemen. Hay más, aunque no de tan urgente atención, como Ucrania, Afganistán, Venezuela -que ya se le ha caído, pero es de ping-pong- y otras que se derivarán del éxito o fracaso de esa Santísima Trinidad de la geopolítica. Y de ese maniobreo dependerá la suerte de su doble mandato: la gran decepción; salvar los muebles; o inaugurar un nuevo ciclo de la política exterior norteamericana.
Las dos urgencias aparentemente amortizadas son Cuba e Irán. Pero pasará algún tiempo hasta que en el primer caso se establezcan relaciones diplomáticas y en el segundo se firme el acuerdo de estrecheces nucleares para Teherán. Los casos cubano e iraní -de los que la relación con La Habana se verá sometida a un test en la cumbre de las Américas del próximo fin de semana-, se parecen cada día más. Las partes han jugado en las negociaciones al gato y al ratón, apoyándose ambas en la necesidad de no dar por perdida la cuantiosa inversión diplomática realizada, y en las que ninguno aceptaba ir de ratón. La teoría que comparten Obama y su homólogo iraní, Hasan Rohaní, es la de que no se trata de un juego de suma cero -en el que lo que uno gana, lo pierde el otro- sino que todos pueden salir ganando, mientras que la derecha republicanota en Washington; los partidarios de no ceder un átomo en Teherán; y el nacionalismo montaraz en Israel, sostienen que sí es de suma cero, e Irán quien se lo lleva todo.
En inglés se dice que “el diablo está en los detalles” y nunca mejor aplicado porque ambos acuerdos son los detalles: ¿cuánto de deshielo práctico significa el restablecimiento de relaciones Cuba-EE UU?; ¿qué grado de ofensa y decaimiento representa para Venezuela?; ¿cuántos años tendrá de vigencia el acuerdo nuclear?; ¿a qué ritmo se producirá el levantamiento de las sanciones contra Irán? Uno u otro calendario configuran acuerdos diferentes, que dan mayor o menor juego a los enemigos de ese nuevo comienzo. Cierto que los anteriores son puntos que en la teoría negociadora tienen que estar ya resueltos, pero el problema reside en cómo anunciarlos ante un buen número de congresistas, la mayoría demócratas, que no son visceralmente contrarios, pero que necesitan poderse vender a ellos mismos la convicción de que no están traicionando a Israel, así como ante otra multitud republicana, que ya ha decidido que ningún acuerdo con Teherán puede ser bueno.
Y, contrariando el designio de Obama de dejar sin soldados norteamericanos Oriente Medio, baila la tercera pelota: la guerra contra el EI en Irak y Siria, paralela a la que se libra en Yemen a los Huthi, que quieren zafarse de la tutela de Occidente. Y estos meses son para redactar unos acuerdos que ofendan lo menos posible, y solo entonces podrá Washington decidir hasta dónde puede llegar en ese tercer frente en el que se oponen su aliado de siempre, Arabia Saudí, y su antiguo enemigo, el régimen de Irán.
The Washington Post titula ante la Cumbre de las Américas, “el presidente de EE UU goza de mejor imagen que Raúl y Fidel Castro en Cuba”, se olvida de la crisis que amenaza a 605 millones de latinoamericanos, incluidos los mexicanos.
@SantiGurtubay
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