EL BESTIARIO
Dzokhar Tsarnaev, culpable por el atentado de Boston, “un castigo por las intervenciones de EE UU en países musulmanes”, se enfrenta a la pena de muerte, nunca fue hincha de un C.F. Atlante o una S.D. Eibar
Un jurado declaró culpable este miércoles a Dzokhar Tsarnaev por el atentado en la maratón de Boston hace casi dos años, que causó la muerte a tres personas y dejó 264 heridos, en el peor ataque en territorio estadounidense desde el 11 de Septiembre de 2001. Tsarnaev se enfrenta todavía a la pena de muerte. El mismo jurado deberá decidir ahora si ejecuta esa sentencia o si el acusado pasará el resto de su vida en la cárcel, sin derecho a la libertad condicional. Tsarnaev, de 21 años, ha sido declarado culpable de todos los cargos a los que se enfrentaba, entre ellos el de conspiración para usar armas de destrucción masiva. El joven también ha sido condenado por posesión y uso de armas de fuego y conspiración para estallar una bomba en un lugar público, así como de asesinato, tras disparar en su huida contra un policía de la ciudad que resultó muerto.
Tras conocer el veredicto, Karen Brassard, una de las supervivientes del atentado, aseguró ante los medios que las víctimas están “contentas” y “agradecidas” por poder dejar atrás esta fase del proceso. “Es una pieza más que encaja en el puzzle”, afirmó. “Estamos contentos por poder demostrar que este tipo de acciones no son aceptables”. La defensa de Tsarnaev alegó durante el juicio que fue su hermano mayor, Tamerlan, fallecido tras un tiroteo con la policía después del atentado, quien ideó toda la operación y contribuyó a la radicalización del condenado. Los abogados pedían por tanto que el joven soportara un nivel menor de culpabilidad.
“Ojo por ojo. Vosotros nos matáis. Nosotros os asesinamos. Eso es lo que él dijo y eso es lo que hizo”, leyó el abogado de la acusación
“No negamos que participara en los acontecimientos, pero de no haber sido por Tamerlan, no hubiera ocurrido”, declaró Judy Clarke, una de sus abogadas, al jurado. La acusación, por su parte, presentó a los dos hermanos con la misma responsabilidad en el atentado. Según los fiscales, los Tsarnaev buscaban castigar a los estadounidenses por las guerras en Irak y Afganistán. Ambos pertenecían a una familia chechena que emigró desde Rusia hace más de una década.
El jurado, formado por siete mujeres y cinco hombres, alcanzó su veredicto tras poco más de doce horas de deliberaciones, transcurridas en los dos últimos días. Los fiscales del caso mostraron a los miembros del jurado distintas pruebas obtenidas el día del atentado, así como imágenes de la explosión, a pocos metros de la meta en la calle Boylston, que aún no habían salido a la luz.
Entre las pruebas también se encontraba una nota que escribió Tsarnaev en el barco donde fue encontrado por los agentes, y en la que sugería que el atentado era un castigo por las intervenciones de EE UU en países musulmanes. “Esas fueron decisiones deliberadas, decisiones políticas”, leyó el abogado de la acusación, según un relato del juicio de The New York Times. “Ojo por ojo. Vosotros nos matáis. Nosotros os asesinamos. Eso es lo que él dijo y eso es lo que hizo”.
La revista ‘Rolling Stone’ le dedicó una polémica portada como si fuera una gran estrella de rock, que es la imagen habitual
La decisión de la revista ‘Rolling Stone’ de darle su portada al único acusado vivo de la matanza del Maratón de Boston, Dzokhar Tsarnaev, generó meses atrás una cascada de indignaciones. Hoy han vuelto a meter la pata, al insertar un reportaje en exclusiva sobre una falsa violación de una joven estudiante en la Universidad de Virginia. La dirección ha tenido que pedir disculpas, retirando la información. En el caso del culpable del atentado de Boston hizo oídos sordos a las críticas canalizadas, muchas de ellas, a través de las redes sociales, Twitter y Facebook, principalmente. La foto que ocupaba toda la portada era la misma que el chico había publicado en Internet y que ya había aparecido en muchos medios de comunicación.
Lo que más molestó al público en general es que se le tratara como una estrella de rock, que es la imagen habitual que traslada esta publicación en su portada, según informaba CNN. En Twitter, con un público más joven y volcado a este magazine estadounidense, fueron miles los ‘tuits’ que circularon en aquellos momentos, exigiendo la retirada de esa portada. La foto de Tsarnaev, con el pelo largo y mirando a la cámara directamente, se completaba con el título “El mundo de Jahar” (una forma diferente de escribir su nombre Dzokhar) y se trataba de un reportaje en profundidad sobre la vida del sospechoso: “El bombardero. Cómo un popular y prometedor estudiante falló a su familia, cayó en el Islam radical y se convirtió en un monstruo”. Entre los comentarios que recogía ‘Rolling Stone’ se incluían declaraciones de su ex entrenador de lucha libre, en la que narraba cómo una vez justificó los ataques del 11-S por la política de EE UU hacia los países musulmanes.
La mayoría de los lectores de ‘Rolling Stone’ creyeron que era una forma de entronizar a un asesino. De hecho, en un sólo día tuvieron más de 10.000 comentarios en Facebook, algunos asegurando que se trataba “de una bofetada en la cara a la gran ciudad de Boston y en las de las víctimas de los bombardeos de maratón”, recalcaba el propio alcalde de Boston. Thomas Menino envió una carta a la dirección de “Rolling Stone” en la que expresaba que la portada recompensaba a un terrorista con tratamiento de famosos y pregunta a los editores de la revista por qué no se centraron en las víctimas y voluntarios que ayudaron minutos después del atentado…
La ciudad se prepara para el marathón del lunes 20 de abril, ‘catarsis’ para superar los estragos causados por los hermanos de origen checheno
La ciudad de Boston está ya preparando la próxima edición de su maratón, el lunes, 20 de abril, como mejor tratamiento para superar el shock causado por dos hermanos de origen checheno. Este próximo miércoles, 15 de abril, se cumple el segundo aniversario de la masacre, causada por los Tsarnaev. Su madre, una radical islamista, todavía, a estas alturas sigue defendiendo la tesis de que no hubo estallido de bombas y que los muertos y heridos eran simulados. Su sangre era sencillamente pintura roja. Sus hijos son las ‘víctimas’ de un complot estadounidense. Ni una sola palabra de perdón de la perturbadora ‘mamá’ hacia la ciudad de Boston y las verdaderas víctimas. Entre éstas un niño de ocho años, Martin Richard, expresión del dolor de muchas personas. La imagen de Martin, cuya madre y hermana resultaron gravemente heridas, sujetando un poster azul que él mismo preparó meses atrás con el lema “No más heridas a la gente. Paz”. Este slogan lo exhibió en una marcha por la Paz que organizaron en sus escuela de Boston, donde el pupitre de Martin sigue vacío…
El reportaje del checheno sigue “las tradiciones del periodismo y del compromiso de la revista con una cobertura seria y analítica”
La agencia AP envió a varios reporteros a Boston donde cadenas minoristas de ventas de periódicos y revistas que incluyen CVS y Walgreens anunciaron que no pondrán el controvertido número ‘Rolling Stone’ en sus tiendas. La portada muestra a Tsarnaev luciendo más como los astros de rock que suelen agraciarla que como un sospechoso del atentado, desde este miércoles, declarado “culpable” por un jurado. La editora colaboradora Janet Reitman, narraba cómo “un chico brillante con un futuro espléndido se convirtió en un monstruo”.
Los editores de Rolling Stone dijeron en un comunicado que la historia sigue las tradiciones del periodismo y del compromiso de la revista con una cobertura seria y analítica. “Dzhokhar Tsarnaev es joven y pertenece a la misma generación que muchos de nuestros lectores, por eso, para nosotros es importante examinar las complejidades de este asunto y llegar a una comprensión más completa de cómo sucede una tragedia como esta”, decía la misiva, que sigue sin convencer a buena parte de la opinión pública norteamericana y mundial, meses después…
La portada fue en el mejor de los casos una mala idea y reafirma un mensaje de que la destrucción les da fama a los asesinos, escribió el alcalde de Boston Tom Menino en una carta al editor de Rolling Stone, Jann Wenner. “Entre aquellos a quienes perdimos, aquellos que sobrevivieron, y aquellos que los ayudaron a salir adelante, hay artistas y músicos y bailarines y escritores. Ellos tienen sueños y planes”, escribió. “Ellos luchan y se esfuerzan. Los sobrevivientes de los ataques de Boston merecen que ‘Rolling Stone’ cubra historias, aunque yo ya no siento que ‘Rolling Stone’ los merezca”. Tres cadenas cuyas sedes quedan carca del sitio del atentado, incluyendo las farmacias CVS a unos 80 kilómetros (50 millas) de Boston en Woonsocket, Rhode Island, y las tiendas Tedeschi Food Shops en Rockland, Massachusetts, dijeron que no venderán la revista. Walgreens, con sede en Illinois, anunció que tampoco lo hará.
La imagen del asesino quien todavía se declara “inocente” evoca la película “Ha nacido una estrella”, dirigida por George Cukor
“Tedeschi Food Shops apoya la necesidad de compartir las noticias con todo el mundo, pero no puede apoyar acciones que sirven para glorificar los actos malvados de nadie”, publicó la cadena en su página de Facebook. “¡La música y el terrorismo no se mezclan!” Una maratonista, Lauren Gabler, que trabaja en consultoría de tecnología en Washington y que corrió su cuarto Maratón de Boston este pasado año 2014, dijo que al principio pensó que la foto de “Rolling Stone” era de un modelo o astro de rock y que se sorprendió al darse cuenta de que se trataba de Tsarnaev. “La portada casi te engaña respecto a lo que estás viendo”, dijo. Había terminado la carrera cuando las bombas estallaron pero sólo estaba a dos calles, dirigiéndose a comer algo, cuando escuchó y sintió las explosiones. No resultó herida.
“No he leído el artículo todavía, y sé que probablemente sea bastante profundo, pero mi reacción inicial es que la foto que usaron casi lo hace ver como un buen tipo”, dijo Gabler. “Ese es el tema, pero creo que al público le costará, igual que a mí, hacer la asociación entre el atacante de Boston y el tipo que se ve simpático en la portada de Rolling Stone”. Mientras tanto, Tsarnaev, ‘ha nacido una estrella’, se declaraba “inocente” del ataque. Un año después, sigue haciéndolo, a pesar del fallo judicial de este miércoles.
“Ha nacido una estrella”, película dirigida por George Cukor y protagonizada por Judy Garland, en 1954, nos narraba la historia de un famoso actor en decadencia por culpa de su adicción al alcohol, quien convierte a la camarera con la que está iniciando una relación en una nueva estrella de la canción, dado que tiene mucho talento. Él se encarga de introducirla en el mundo de los musicales cinematográficos. Ambos se casan y, conforme ella asciende en su carrera y se convierte en una auténtica estrella, él poco a poco, se va autodestruyendo más y más… Los propietarios de “Rolling Stone” se equivocaron de ‘estrella’. No cambiaron su decisión. Tras el escándalo estos días, desatado por su fraudulenta exclusiva de una violación en la Universidad de Virginia, apenas una semana de cumplirse el segundo aniversario del atentado de Boston podemos estar viviendo el prólogo de una ‘autodestrucción’ de ‘Rolling Stone’ como el famoso actor de la película de George Cukor…
La ya famosa portada no dejaba de ser provocadoras a todas luces. Todo el mundo es consciente de los malos momentos por los que atraviesan periódicos y revistas impresos en Estados Unidos y el resto del mundo. Meses atrás asistimos a una auténtica ‘guerra’ de portadas entre “Times” y “Newsweek”, por hacerse con un mercado de suscriptores y publicidad en decadencia, ante la aparición de nuevos medios online. Los editores de ‘Rolling Stone’ decidieron mantener la portada. No había salido todavía y era quizás una de las portadas más famosas de este magazine estadounidense, después de la que protagonizaron Jhon Lennon y Yoko Ono, retratados por Annie Leibovitz, horas antes de que el ex-Beatle fuera asesinado en Nueva York.
Dzokhar y Tamarlan Tsarnaev colocaron las bombas en Boston, no eran hinchas del Madrid, Barça, Manchester, Atlante o Eibar
Si el fútbol no existiera habría, como Dios, que inventarlo. Solo que uno se pregunta a veces cuál de los dos es una fuerza más benigna para la humanidad. La rivalidad entre los dioses, o entre las diferentes nociones de cómo se debería alabarlos, ha generado bastante más odio y crueldad, por no hablar de masacres y guerras, que la del Madrid y el Barça, River y Boca, Celtic-Rangers, y el ‘duelo’ mexicano Chivas-América… El primer enfrentamiento que se registra en la historia de la Primera División entre Guadalajara y América se remonta al primero de agosto de 1943 cuando en el torneo de Copa México 1942-43, las Chivas derrotaron 1-0 a los llamados Cremas.
En la temporada 1959-60, cuando Chivas era llamado ‘Campeonísimo’ y América se recuperaba de una mala campaña un año antes y había llegado a dirigir don Fernando Marcos, se dio uno de los sucesos que marcaron esta gran rivalidad. Pelando por el título de esa temporada, los entonces llamados ‘Millonarios’ jugaron tres partidos consecutivos en Guadalajara. El primero ante el Oro, al que derrotaron 2-0. Posteriormente enfrentaron al Atlas para vencerlos también 2-0. Finalmente enfrentaron a las Chivas, a quien vencieron con el mismo marcador el 5 de agosto de 1959, terminando la condición de invicto que ostentaba el Rebaño. Al final del juego, una declaración del entrenador americanista Fernando Marcos encendió la mecha de una rivalidad que hasta hoy se mantiene y dio vida al Clásico del Futbol Mexicano. “América no viene a Guadalajara a ganar, eso es rutina. Nosotros venimos para cambiarle el número de su teléfono de larga distancia. Así es que ya lo saben mis amigos: cada que quieran llamar a Guadalajara marquen dos cero, dos cero, dos cero o el 20-20-20. Cortesía del América”. Otro dato y que reafirmó el nombre de ‘clásico’ al Chivas-América: la bronca que se generó en el estadio Olímpico de Ciudad Universitaria, en 1962, cuando el defensa Guillermo ‘Tigre’ Sepúlveda, tras ver ser expulsado, se quitó la playera rojiblanca y se la mostró a la banca americanistas diciéndole a los jugadores ‘cremas’: “con esta tienen para sentir miedo…”.
“La vida es un cuento narrado por un idiota lleno de sonido y furia que no significa nada”, escribía William Shakespeare
Todo el mundo siente en mayor o menor grado la necesidad de volcar sus pasiones en algo más amplio o grandioso que la reducida órbita de las necesidades cotidianas. La identidad de cada ser humano se ha definido a lo largo de los siglos a través de la familia pero también a través de la nación, o la ideología, o la religión. Un fenómeno mucho más reciente es el de satisfacer la necesidad de pertenencia colectiva a través de un equipo de fútbol. Todos conocemos y muchos hemos sentido la rabia que el fútbol genera pero pocas veces acaba en vidas perdidas y menos, con la posible y dudosa excepción del conflicto entre El Salvador y Honduras de 1969, en guerra. }“La vida es un cuento narrado por un idiota lleno de sonido y furia que no significa nada”, escribía William Shakespeare en su “Macbeth”, la tragedia acerca de la traición y la ambición desmedida.
La ‘Guerra del fútbol’ o la ‘Guerra de las 100 horas’ fue llamada así por la coincidencia de este hecho con los derivados de un partido de fútbol que enfrentó a las selecciones nacionales de Honduras y El Salvador, con motivo de las eliminatorias para la Copa Mundial de Fútbol de 1970. En ella se evidenciaron las tensiones políticas entre estos países que los llevaron al conflicto armado. Fue una guerra breve -cuatro días-. La situación social en ambos países era explosiva y se buscaba por parte de los militares gobernantes una salida conveniente para los grupos en el poder político de cada país. Los hacendados controlaban la mayor parte de la tierra cultivable en El Salvador. Esto llevó a la emigración constante de campesinos pobres a regiones de Honduras cercanas a la frontera con El Salvador. En 1969, Honduras decidió realizar una reforma agraria, para lo cual expropiaron y expulsaron a los salvadoreños que habían vivido ahí durante varias generaciones y los que se habían hecho propietarios a base de esfuerzo propio. Esto generó una persecución de salvadoreños en Honduras y un ‘regreso’ masivo a El Salvador. Esta escalada de tensión fue aprovechada por los gobiernos de ambos países para orientar la atención de sus poblaciones hacia afuera, en vez de los conflictos políticos internos de cada país. Los medios de comunicación de ambos países jugaron un papel importante, alentando el odio entre hondureños y salvadoreños. Los conservadores en el poder en El Salvador temían que más campesinos implicarían más presiones socioeconómicas en El Salvador, razón por la cual decidieron intervenir militarmente en Honduras.
Si Dzhokhar y Tamarlan Tsarnaev hubieran invertido sus energías o frustraciones o resentimientos juveniles en la banal afición futbolera, si su enemigo inmediato hubiera sido el Real Madrid, Fútbol Club Barcelona o el Manchester United, inclusive el ‘Potros’ del Atlante de Cancún o la Sociedad Deportiva Eibar, de mi ciudad natal, en el País Vasco, que hoy milita también en la División de Honor de la Liga Española -en caso de que hubiesen sido aficionados del béisbol- los New York Yankees, podemos suponer que el atentado de Boston no hubiese ocurrido, que un niño de ocho años y dos adultos no habrían muerto, que no habría 180 víctimas más (varios de ellos mutilados) y que los familiares de los dos terroristas de 19 y 26 años de origen checheno no estarían condenados a vivir presos de la culpa, la angustia y la incomprensión.
Acontecimientos espantosos como el de Boston nos recuerda el valor que tiene el fenómeno de masas más grande del mundo
No es una exageración afirmar que gracias al fútbol el mundo es menos violento y cruel de lo que sería sin él. Millones y millones de personas -aunque más hombres que mujeres, eso sí- canalizan sus inevitables antagonismos tribales vía el fútbol. Hacen suyos los triunfos y las derrotas, las glorias y las humillaciones de sus equipos de un modo similar al que individuos como los hermanos Tsarnaev hacen suyos los triunfos y las derrotas, las glorias y las humillaciones -pero en este caso más las derrotas y humillaciones- de su religión y su tierra. Son casualidades del destino las que llevan a las personas por un camino u otro. La feliz diferencia es que los fanatismos en el fútbol se expresan en gritos o llantos fugaces, en euforia o dolor pasajero, y que los resentimientos, en vez de cocinarse a fuego lento durante años o siglos, se purgan con la esperanza de un resultado favorable la semana o curso siguiente.
Siempre existe la posibilidad de la redención en el fútbol y nunca se llega a ese extremo de cero empatía con el prójimo que desemboca en casos como el de Boston en el que uno coloca una par de artefactos explosivos entre una multitud consciente de que va a provocar un atroz sufrimiento ajeno por el que uno no siente absolutamente nada. Salvo quizá una grotesca sensación de reivindicación y triunfo. Es verdad que durante un partido entre el Madrid y el Barça el grado de empatía entre los aficionados rivales baja a niveles minúsculos, pero la deshumanización del rival nunca ha llegado a tal punto que uno haya sido capaz de planear deliberadamente la muerte del otro, y de sus familias. El fútbol es la guerra, incluso la masacre, pero por otros medios, más civilizados.
Muchas veces se ha comentado que el fútbol sirve como terapia para los pueblos. Acontecimientos espantosos como el de Boston nos recuerda una vez más el valor que tiene el fenómeno de masas más grande del mundo, lo que contribuye, por más ruido y furia que genere, a la paz. Gracias, Dios -o a esos conspiradores reunidos en un pub londinense hace 150 años-, por inventarlo.
La Casa Blanca cuenta con todos los poderes para combatir el terror, sólo cuando llega desde el exterior
Triste semana aquella la de Barack Obama, presidente de Estados Unidos que ha logrado, en unos meses, nada menos que haberse amigado con dos de los adversarios históricos de su país, Cuba e Irán. Empezó en el 2013 con el atentado de Boston, le siguieron los sobres envenenados que llegaron al Capitolio y a la Casa Blanca y la misteriosa explosión de West, localidad texana vecina de Waco donde hace veinte años se produjo la matanza de los davidianos. Y luego el golpe a su autoridad propinado por el Senado, que ha rechazó su legislación sobre control de armas, prioridad presidencial después de la matanza en la escuela de Newtwon, en Connecticut…
La opinión pública estadounidense apoyaba al presidente en su afán por someter a control el comercio de las armas. Todas las medidas que había propuesto contaban con el respaldo de mayorías suficientes, según los sondeos del Pew Research Center: un 53% quería prohibir la venta de munición por Internet, un 54% limitar el tamaño de los cargadores, un 55% acabar con la comercialización libre de las armas de asalto y un 58% de las semiautomáticas, un 67% quisiera un registro federal de las compraventas de armas, un 80% que las personas con enfermedades mentales no puedan comprarlas y un 85% que se impongan controles en las ferias y ventas privadas, donde se produce el mayor número de transacciones y se aprovisionan los delincuentes. Ninguna de estas propuestas prosperaron, incluidas las más moderadas, en una demostración de poderío del ‘lobby’ que defiende el derecho a poseer y portar armas, que ha exhibido su capacidad de intimidación sobre unos congresistas y senadores temerosos de perder las elecciones si osan enfrentarse a sus exigencias.
No basta tan solo el poderoso lobby del rifle para explicar el revés sufrido por Obama. Los senadores que han bloqueado la legislación representan una fracción de población mucho menor que los que votaron en contra. Cada uno de los Estados se halla representado por dos senadores, con independencia de su población, de forma que un puñado de pequeños Estados rurales, conservadores y de población mayoritariamente blanca tienen más poder que los grandes Estados urbanos, progresistas y de población multirracial. Las dos senadoras de California, que votaron en favor de los controles, en nombre de 38 millones de ciudadanos, tuvieron en frente a 26 senadores de 13 Estados que suman 34 millones de habitantes, según el cálculo de Thinkprogress, un lobby demócrata.
La derrota de Obama es una muestra del limitado poder del presidente en política interior y de las dificultades de gobernanza que tiene un país como EE UU en una cuestión crucial para la seguridad de sus habitantes. La Casa Blanca cuenta con todos los poderes para combatir el terror cuando llega desde el exterior, pero alcanza el grado cero de sus capacidades cuando debe combatir la violencia que viene de dentro.
Hace falta que el fútbol se afiance en Boston y en otras ciudades del país, donde impera la ‘teoría del miedo’. Más de un millón de personas han muerto a tiros en EE UU durante los últimos cuarenta años, más que en ninguna guerra internacional. El presidente Barack Obama no podría dejar mejor legado a sus compatriotas que una estricta legislación sobre armas de fuego que colocase a su país en línea con esas aburridas democracias donde están prohibidas, por entenderse que el derecho a poseerlas no proviene de Dios ni está inscrito en la naturaleza humana.
La única salida ante la ‘teoría del miedo’ que encuentra la mayoría de la población sea la posesión de armas de todo tipo
Los estadounidenses viven absortos ante la ‘teoría del miedo’, causados principalmente por los mass media. Todo ello hace que la única salida que encuentra la mayoría de la población sea la posesión de armas de todo tipo y que su comercialización sea tan natural que cualquier persona pueda adquirirlas en un supermercado. Ese tipo de idea es inculcada desde la infancia por influencia paterna, por los medios de comunicación… La sociedad estadounidense posee el concepto erróneo “Por tener armas se es más responsable” o “Si no tienes armas eres negligente”… En este contexto se criaron los hermanos chechenos, quienes llegaron a Boston siendo un niño -menos de diez años-, el ahora detenido, y siendo un adolescente -recién cumplidos los 15 años-, su hermano abatido por la policía…
Un 69% de la población confiesa haber disparado alguna vez y un 47% reconoce que tiene al menos un arma en su casa, según encuestas de Gallup. Pero la cultura de las armas, conectada a las raíces de esta nación, ha sido también utilizada por la Asociación Nacional del Rifle (NRA), el principal lobby del sector, para la defensa de un negocio muy lucrativo que ha crecido desproporcionadamente en los últimos años. La Segunda Enmienda de la Constitución norteamericana, que reconoce, según algunos, incluido el actual Tribunal Supremo, el derecho a poseer armas de fuego, fue redactada por James Madison, un sureño, socio de Thomas Jefferson, para mitigar las sospechas de sus paisanos sobre la intención de los federalistas de Nueva Inglaterra de crear un estado central acaparador y opresivo. Esa enmienda dice, textualmente, que “siendo necesaria una bien regulada milicia para la seguridad de un estado libre, el derecho del pueblo a tener y portar armas no debe de ser infringido”. Sobre ese texto se han hecho interpretaciones diferentes de forma constante casi desde el mismo momento de su publicación. Algunos juristas, incluidos miembros de otros anteriores tribunales supremos, entienden que se refiere exclusivamente a un periodo anterior a la creación de un ejército nacional de EE UU, cuando las milicias eran aún el principal cuerpo de protección de los ciudadanos, y a las rudimentarias armas de defensa personal que existían en aquel momento.
En los años sesenta, los Panteras Negras reclamaron el derecho a la autodefensa con la misma excusa constitucional
En todo caso, en este país ha sobrevivido, ciertamente, un espíritu de desconfianza hacia el estado que lleva a muchos ciudadanos a asumir ellos mismos la responsabilidad de proteger a sus familias. Ello se une a un estilo de vida, en comunidades alejadas de los centros urbanos, que hace difícil el cumplimiento por parte de las autoridades de su obligación de mantener segura a la población. Ese es un problema que ha sido debatido durante décadas sin encontrársele fácil solución. Los políticos están obligados, en última instancia, a respetar las leyes y la voluntad de los ciudadanos. Lo que es discutible es que esa particularidad de la sociedad norteamericana justifique el comercio de armas que se ha producido en los últimos 40 años y, especialmente, en los últimos diez, en los que el FBI ha detectado que el número de armas se ha duplicado.
Hay que recordar que la utilización de la Segunda Enmienda para amparar la posesión de armas no ha sido siempre un argumento de la derecha, como es hoy. Como recuerda la profesora de Harvard Jill Lepore en un artículo en ‘The New Yorker’, Malcolm X animó a sus seguidores a armarse, con base en la Segunda Enmienda, y, en los años sesenta, los Panteras Negras reclamaron el derecho a la autodefensa con la misma excusa constitucional. Fue, sin embargo, la irrupción de la NRA en la política lo que llevó las cosas hasta el punto en el que hoy están: 300 millones de armas en manos privadas y unos 30.000 muertos al año -incluidos unos 14.000 por suicidios por armas de fuego. La NRA existe desde mediados del siglo XIX, pero siempre fue una organización de aficionados a la caza y a las armas, en su sentido más recreativo. Su transformación en lobby de la industria del armamento no se produjo hasta 1975, y su participación en política, algo más tarde. Ronald Reagan fue, en 1980, el primer candidato presidencial oficialmente respaldado por la NRA.
Desde entonces, su ascenso ha sido vertiginoso. Hoy es la organización que más dinero gasta en campañas políticas y que más influencia tiene en el Congreso, donde muchos de sus miembros le deben el escaño. Su estrategia es sencilla: propagar el miedo para que la gente se anime a comprar armas. Con Barack Obama en la Casa Blanca, más miedo y más armas. El último año, récord histórico de ventas. Es posible que el origen de todo esto esté en la cultura de las armas de EE UU. Pero, desde luego, sus consecuencias actuales no son, muy probablemente, las que calculó Madison
Los bostonianos siguen dando la mejor respuesta ante un acto de terror: están organizando el maratón del 2015
Boston se convirtió hace dos años en el símbolo más reciente del terror, en suelo estaudounidense. No podía haber un contrapunto más atroz a la alegría, la hermandad y el esfuerzo que encarna un maratón popular que esas dos mochilas con explosivos y metralla colocadas a ras del suelo en la meta. Las imágenes de decenas de corredores con las piernas destrozadas son el compendio de la vileza y la insania. El deseo de los asesinos de amplificar su mensaje de horror atacando un acto tan multitudinario selló su destino: algunas cámaras, de las miles allí activadas, registraron los movimientos de los hermanos de origen checheno Dzhokhar y Tamerlan Tsarnaev, identificados tres días después del atentado. Esta sociedad del ‘Gran Hermano’ de masas ha mostrado su rostro más provechoso. La colaboración ciudadana ha sido decisiva; e impresionante, a primera vista, la eficacia de las fuerzas de seguridad, coordinadas en un despliegue espectacular.
Aún queda mucho por desvelar en este atentado, el primero con éxito desde el 11-S en territorio estadounidense. Los autores residían y estudiaban en EE UU. El rastro que han dejado en las redes sociales los presenta como devotos musulmanes y defensores de la independencia de Chechenia, foco de varias milicias islamistas nacidas al calor de la guerra contra Rusia. Si actuaron solos, como una pareja enajenada, o si formaban parte de una trama de más calado, es algo que se sabrá más temprano que tarde. A estas horas nadie baraja la tesis de un complot internacional. Sencillamente estamos ante un nuevo acto de ‘locos’, similar a los ataques sufridos principalmente por niños y escolares, desde Columbine a Newtown. Son primos hermanos de los ‘lobos solitarios’ del actual movimiento yihadista, vinculado al ‘Estado Islámico’ y Al Qaeda.
La tragedia, por otra parte, sacó lo mejor del país golpeado. Los habitantes de Boston reaccionaron con coraje y se volcaron con las víctimas, sin estridencias, sin permitir que el atentado los paralice. Las autoridades, tanto federales como locales, demostraron que estaban la altura de las circunstancias y que piensan ante todo en el ciudadano. Barack Obama actuó con serenidad y prudencia, y republicanos y demócratas aparcaron sus batallas. El país es notablemente más seguro hoy que aquel 11 de septiembre del 2001 y del 15 de abril del 2013. El terrorismo forma parte de nuestras vidas. Y la mejor respuesta la dieron los bostonianos: pensar en sus marathones. El del 20 de abril del 2015 será el más numeroso de su historia, con 30 mil corredores venidos de todos los rincones de Estados Unidos y del mundo. Cancún y Solidaridad estarán representados en Boston.
Dzokhar Tsarnaev, culpable por el atentado de Boston, “un castigo por las intervenciones de EE UU en países musulmanes”, se enfrenta a la pena de muerte, nunca fue hincha de un C.F. Atlante o una S.D. Eibar.