ELBESTIARIO
Terremoto acaba con Katmandú, los abuelos hippies lo convirtieron en una quimera de paz, amor y cannabis, los mochileros de ahora llevan smartphone y Visa, familias hacen hogueras para quemar a sus muertos.
Katmandú, un hormiguero humano con infraestructuras devastadas. No es la primera vez que la catástrofe se ceba con la ciudad milenaria, rodeada de un halo mítico de aventura y leyenda. Un potente terremoto de magnitud casi 8 deja más de mil muertos en Nepal. Esta primera cifra va a pecar de optimista conforme pasen las horas y días. Cientos de personas permanecen atrapadas entre los escombros de los edificios colapsados. No es la primera vez que un terremoto sacude la capital de Nepal. Katmandú, la histórica ciudad crecida en el valle del mismo nombre como eje de caminos del comercio transhimalayico entre India y China, está acostumbrada a estas sacudidas de la tierra y la destrucción de la torre Dharahara en el seísmo de esta mañana no es la primera ni será la última pérdida de su ingente patrimonio de templos, estupas, palacios y monasterios levantados desde época medieval y que le valieron la declaración de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Más de 1.300 personas han muerto, casi 2.000 se encuentran heridas y un patrimonio cultural incalculable ha quedado destrozado en el terremoto de 7,9 grados en la escala Richter que este sábado ha sacudido Nepal, según las últimas estimaciones oficiales, citadas por la agencia Reuters, este sábado al mediodía en Cancún. Se trata de la peor catástrofe natural que ha padecido este país desde 1934, cuando otro seísmo dejó cerca de 8.500 muertos.
Los muertos superarán con creces los 1.300 ‘oficiales’ de las primeras horas y no solo en Nepal sino en India, Tíbet y laderas del Everest
El seísmo, que tuvo su epicentro a 150 kilómetros al oeste de Katmandú, afectó también a la India, donde se registraron más de treinta víctimas mortales, y en Tíbet, donde las autoridades chinas informaron de la muerte de al menos una docena de personas. También causó una avalancha en el Everest que ha causado la muerte a más de diez montañeros, aunque algunos medios locales suben la cifra a 18. En la capital nepalí, donde se han derrumbado numerosos edificios, millares de personas han optado por pasar la noche al raso, pese a la lluvia que cae esta noche sobre la ciudad. Aproximadamente la mitad de las víctimas mortales confirmadas hasta el momento fallecieron en el valle de Katmandú, una de las zonas más densamente pobladas del Nepal. Más de una veintena de réplicas han sacudido el país tras el primer movimiento telúrico. Según ha indicado el ministro de Finanzas nepalí en Twitter, en la zona del epicentro, en Barpak Larpak, “un 90% de aproximadamente un millar de casas y cabañas han quedado destruidas”.
Los hospitales del país, de 28 millones de habitantes y uno de los más pobres del mundo, se encuentran completamente saturados y no dejan de lanzar llamamientos para solicitar donaciones de sangre. Las tareas de rescate y auxilio se ven dificultadas por los daños sufridos en las comunicaciones y la red eléctrica del país, ya de por sí insuficiente. El Gobierno nepalí ha advertido que el seísmo puede incrementar los cortes de luz que ya padecen normalmente los ciudadanos.
De la torre Dharara, uno de los símbolos de Katmandú, de 62 metros de altura, apenas queda un muñón, 200 personas estaban dentro
Numerosos monumentos en esta capital de enorme riqueza histórica se han derrumbado por el terremoto. Imágenes distribuidas por testigos presenciales a través de internet muestran tesoros como la plaza de Pathan Durbar, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en la que sus antiguos templos hindúes de madera se han derrumbado. De la torre Dharara, del siglo XIX, uno de los símbolos de Katmandú y de 62 metros de altura, apenas queda un muñón. El monumento, al que se podía subir desde hace una década para admirar las vistas de la ciudad, se desplomó causando la muerte a decenas de personas. Cerca de 200 personas habían comprado este sábado boletos para visitarlo por dentro.
Según la página de información nepalí eKantipur.com, “monumentos históricos como la torre Dharhara y las plazas de Basantapur Durbar y Patan Durbar han quedado completamente destruidas”. El aeropuerto Thribhuvan de la capital, que cerró inicialmente como consecuencia del seísmo, volvió a la normalidad pocas horas más tarde.
El Gobierno nepalí ha declarado una crisis nacional y ha establecido un fondo de 500 millones de rupias nepalíes para la reconstrucción de infraestructuras. El primer ministro, Sushil Koirala, ha cancelado la visita oficial que efectuaba a Indonesia y ha instado a los ciudadanos a asistir en la medida de sus posibilidades en las tareas de rescate.
Numerosos países han ofrecido ayuda: el primero en llegar fue sido un avión militar Hércules indio, que transportaba 3,5 toneladas de medicinas y material de asistencia y un equipo de 40 personas expertas en tareas de auxilio. Nueva Delhi tenía previsto enviar también un hospital móvil.
Enrique Peña Nieto, en Twitter: “México manifiesta su solidaridad con el gobierno de Nepal y con los familiares de las víctimas del terremoto que sacudió a este país”
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, a través de Twitter, envió este mensaje, a la una del mediodía de este sábado: “México manifiesta su solidaridad con el gobierno de Nepal y con los familiares de las víctimas del terremoto que sacudió a este país”. El Gobierno español ha expresado también su consternación por el terremoto y ha transmitido sus condolencias a los familiares de las víctimas y las autoridades de los países afectados. En un comunicado, el Ministerio de Asuntos Exteriores indica que el Ejecutivo transmite su “solidaridad” y “cercanía máxima con el pueblo” nepalí, informa EFE y asegura que de momento no hay víctimas españolas.
El seísmo representa un duro golpe para Nepal en momentos difíciles. El país, encajado entre India y China y sobre algunas de las montañas más altas del mundo, trata de superar la crisis causada por el asesinato de la mayor parte de la familia real en 2001 perpetrado por del príncipe heredero, Dipendra, antes de suicidarse. En 2008 la monarquía quedó abolida tras una rebelión maoísta. El Gobierno actual ha tratado de diversificar su economía, dependiente del turismo y la agricultura, y ha ensayado un acercamiento hacia China, sin dejar atrás sus tradicionales lazos con India. Uno de los proyectos que acaricia para salir de su aislamiento es la posible construcción de una línea de tren que conecte al país con China a través de Tíbet.
Katmandú, al igual que El Cairo, es el sonido irritante de miles de claxon, pitos que pitan por pitar, como vicio mundano aunque no haya necesidad
Katmandú es un hormiguero humano abandonado sobre unas infraestructuras devastadas, y no precisamente por los temblores de tierra. Para el viajero occidental, Katmandú es el caos. Una ciudad anárquica que, sin embargo, parece tener reglas ocultas que regulan esos laberintos de confusiones para hacer que todo fluya. Caóticamente, pero fluye. Katmandú, al igual que El Cairo, la capital de Egipto, es el sonido irritante de miles de claxon, pitos que pitan por pitar, como vicio mundano aunque no haya necesidad de hacerlo. Es el mosaico imposible del pavimento roto y agujereado de sus calles, como si hubiera acaecido un bombardeo, donde cada metro cuadrado es de un color, una textura y un material diferentes. Son las calles sucias y polvorientas por las que cientos de motos, rickshaw y coches tratan de abrirse paso con constante lucha por avanzar, como leucocitos de un torrente sanguíneo que parece no ir ni venir de ningún lado: simplemente, han sido fabricados para moverse sin cesar por esta ciudad, atascada a todas horas, intentando desenmarañar un ovillo invisible.
Una telaraña de cables corre sobre las cabezas de la multitud, formando un pentagrama anárquico sobre el cielo deslavazado por la contaminación. Los edificios de ladrillo de terracota muestran ventanas de madera ricamente tallada que un día fueron espléndidas, pero que hoy languidecen desvencijadas en una decrepitud que se sujeta a sí misma.
La joya de Katmandú es la plaza Durbar, un conjunto de más de 50 edificios distribuidos en dos espacios cuadrangulares que resume lo mejor de la arquitectura de los reinos malla y rana, que durante la Edad Media hicieron de esta ciudad uno de los centros de poder y de creación artística más poderosos al sur del Himalaya. La plaza fue el centro del poder real hasta el siglo XIX y alberga edificios tan singulares como el Kumari bahal (el templo de la diosa-niña) o el Hanuman Dhoka, la antigua residencia real, hoy abierta como atracción turística.
Si vienes desde Europa te parece un tumulto insoportable, si llegas de India, crees que has llegado a una ordenada ciudad suiza
Desde lo alto de la torre del palacio, Katmandú parece el fondo plano de un mar desecado y salpicado de rocallas de coral llenas de agujeros, que son las ventanas de los edificios. De entre la capa negra de polvo y polución que cubre ese viejo mar emergen cual islas tropicales algunas colinas verdes, como la del templo de Swayambhunath, coronado por su gran estupa blanca, refulgente al sol de mediodía.
No lejos de allí, en el abigarrado barrio de Thamel, donde cada metro cuadrado de sus laberínticas calles está dedicado a los negocios turísticos, los mochileros deambulan felices en el descubrimiento del exotismo de una ciudad que sus abuelos hippies convirtieron en una quimera de paz, amor y cannabis. Pero quedan ya pocos hippies en Freak Street; murieron o se hicieron viejos. Los mochileros de ahora llevan smartphone y tarjeta Visa.
Katmandú es una ciudad inclasificable. Si vienes desde Europa te parece un tumulto insoportable; en cambio, si llegas desde India, crees que has llegado a una ordenada ciudad suiza. Una ciudad intensa, vibrante, llena de vida para tomarla a sorbos pequeños. La puerta de acceso a un país fascinante. Pero en cualquier caso, Katmandú agota, exige un esfuerzo titánico para soportar el calor húmedo y la sobrecarga de estímulos sensoriales que a cada segundo bombardea el sistema nervioso del forastero.
Las noticias son aún escasas, por lo que habrá que esperar a que las autoridades puedan cuantificar finalmente los daños para saber cómo ha afectado este último terremoto a una ciudad monumental hecha a golpe de sacudidas.
El valle es el resultado de la fusión perfecta del hinduismo y el budismo, mediante las elevadas prácticas espirituales del tancrismo
Nepal es, sin duda, un país más conocido por su riqueza natural que por su patrimonio cultural. La cordillera del Himalaya surcada por sus imponentes picos, algunos de ellos los más elevados del planeta como el monte Everest, ha dejado en segundo término uno de los tesoros culturales más importantes de Asia y de la humanidad: el valle de Katmandú. El catastrófico seísmo que ha devastado la región revela de forma trágica, sin embargo, su extraordinario valor cultural.
La Unesco ha reconocido siete grupos monumentales como Patrimonio de la Humanidad en el valle de la capital nepalí. Parece ser que todos se habrían visto afectados en mayor o menor grado por el terremoto de 7,8 en la escala de Richter que ha azotado la zona. Desde un punto de vista espiritual, el valle es el resultado de la fusión del hinduismo y el budismo que al parecer encontraron su punto de perfecta fusión en las elevadas prácticas espirituales del tantrismo, común a ambas tradiciones religiosas. Katmandú también es el resultado de la combinación de culturas y lenguas de origen tibeto-birmano, como la newar y la tibetana, e indoeuropeo, como las de origen indio y nepalí.
Entre los monumentos catalogados por la Unesco, se encuentran en primer lugar los llamados complejos urbanos palaciegos, también conocidos como las plazas Durbar. Se trata de un conjunto de edificios religiosos y civiles que constituyen la representación artística más elevada de la cultura newar, autóctona de Katmandú. Estos complejos arquitectónicos que constituyen todavía los centros históricos de las ciudades de Katmandú, Patan y Bhadakpur, están formados por los propios palacios reales así como un sinfín de templos hindúes y budistas, grandes fuentes y estatuas. Los edificios de ladrillos y madera, algunos en forma de pagodas, de la plaza Durbar de Katmandú, conocida como Hanuman Dhoka, fueron construidos por la dinastía de los Malla entre los siglos XII y XVIII, entre ellos destacan los templos de Taleju y Jaganath y la estatua del rey Pratap Malla, la gran campana y el gran tambor.
Una misteriosa inscripción escrita en 15 lenguas distintas para descubrir el tesoro perdido del rey Pratap Malla, escondido en la plaza Durbar
En este escenario, sobresale la famosa y misteriosa inscripción del siglo XVII, dedicada a la diosa Kalika y escrita en 15 lenguas distintas, que se encuentra en uno de los muros del palacio real y sobre la que hay múltiples leyendas motivadas por la dificultad para interpretar correctamente la inscripción. La más famosa cuenta que contiene instrucciones para descubrir el tesoro perdido del rey Pratap Malla, que se encontraría en el subsuelo de la plaza Durbar. Destacan también los maravillosos ventanales de madera, tallados por los artistas newar con imágenes budistas e hindúes de divinidades como Shiva, Vishnú y Garuda. Algunas muestras del arte newar, incluido un gigantesco ventanal tallado en negro, pueden contemplarse en el Museo de Culturas del Mundo recientemente inaugurado en Barcelona.
El segundo gran grupo monumental del valle de Katmandú lo constituyen los templos hindúes de Pashupatinath y Changu Narayan. El de Pashupatinath, dedicado a Shiva, se encuentra apenas a cinco kilómetros de Katmandú, a orillas del río Bagmat, y está considerado como el más sagrado de Nepal y uno de los más importantes para los devotos hindúes seguidores del shivaísmo en todo el planeta. Por su parte, el templo de Changu Narayan, una joya arquitectónica del siglo IV, con sus techos inclinados, tan característicos de las pagodas de la arquitectura nepalí, contiene una imagen tallada en la piedra de extraordinario valor formada por Vishnú y su consorte, Laxmi, ambas deidades montadas sobre el águila mitológica conocida como Garuda. Desgraciadamente, Changu Narayan habría resultado muy afectado también por el temblor de tierra.
Finalmente, cabe destacar los dos grandes monumentos budistas del valle: los gigantescos estupas (en sánscrito) de Swayambu y Bouddhanath. Unos penetrantes ojos azules presiden el estupa esférico de Bouddhanath, cuya altitud alcanza los 36 metros. Se trata de uno de los monumentos más sagrados para los fieles budistas y, muy especialmente, para los tibetanos que lo circunvalan durante siglos. En la actualidad, la comunidad tibetana exiliada en Katmandú reside en esta zona del valle y ha construido más de una cincuentena de templos y monasterios alrededor del imponente estupa. Por otro lado, Bouddhanath se ha convertido también en el monumento más visitado por los turistas extranjeros en Nepal.
Josep Lluis Alay, profesor de Historia de Asia de la Universidad de Barcelona, mostraba su pesimismo ante la restauración de los daños artísticos en Katmandú, que ha sufrido a lo largo de la historia varios terremotos de efectos devastadores sobre su patrimonio, el último de ellos un 15 de enero de 1934. “Desgraciadamente, los efectos del seísmo que ha vivido Katmandú sobre su conjunto monumental y artístico del valle son de dimensiones catastróficas y probablemente irreparables para el conjunto de la memoria histórica y artística de Nepal y de la humanidad entera. Los nepalíes mañana tratarán de hallar consuelo para convivir con esta tragedia humana y material en sus íntimas creencias hindús y budistas sobre lo efímero de la existencia”, apuntaba Josep Lluis Alay.
Comenzaba la temporada de escalada en la montaña más alta del mundo, el Everest, avalanchas sepultan montañeros chinos y japoneses
El terremoto ha causado al menos diez muertos en el Everest, donde acababa de comenzar la temporada de escalada. Según testimonios de montañeros en la falda de la montaña más alta del mundo, hay muchos alpinistas en los campos base de la ascensión. El Ministerio de Turismo ha confirmado la muerte de una decena, que se encontraban en el trayecto para ascender el monte. No se han precisado las nacionalidades de los muertos ni si hay heridos o desaparecidos.
Por su parte, Javier Camacho Giménez, montañero y fotógrafo turolense, ha informado a la agencia Efe de que varios montañeros han fallecido y un número importante han resultado heridos en el campo base al pie del Everest. Allí se encuentra junto con el asturiano Ricardo Fernández. Según especifica, la avalancha, que se ha precipitado desde el pico Pumori, ha sepultado algunos campamentos, especialmente los que integraban montañeros chinos y japoneses.
Camacho describe la situación en el campo base como un “caos”. Los helicópteros no pueden acceder y se ha instalado un hospital de campaña para atender a los heridos. Ellos han podido constatar que la muerte de varios montañeros y calculan que en torno a otros 40 han resultado heridos.
Alex Gavan, alpinista rumano en uno de los campos base del Everest, ha publicado en su cuenta de Twitter que ha habido una “enorme avalancha” y que ha salido corriendo de su tienda para salvar la vida. Añade que hay “mucha, mucha gente en la montaña”. Otro montañero, Daniel Mazur, sostiene que su campo base ha resultado “gravemente dañado” y que su equipo ha quedado atrapado. Luego aclara que siguen en el campo.
Una avalancha producida hace un año mató al menos a 16 guías nepalíes en la mayor tragedia registrada en el Everest. Este es el peor terremoto en la historia reciente de Nepal y uno de los más fuertes desde hace diez años en la región, cuando un seísmo provocó una tragedia que causó más de 84.000 muertos en la Cachemira india y paquistaní.
El terremoto acaba con Katmandú, eterno marginado del Himalaya y su Everest, los abuelos hippies lo convirtieron en una quimera de paz, amor y cannabis, los mochileros de ahora llevan smartphone y tarjeta Visa.
@SantiGurtubay
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