Gracias a Dios se acabaron las campañas. Se acabaron los spots. Se acabó el ruido. Estamos hasta hoy en lo que se ha llamado un período de “reflexión” para votar mañana, domingo siete. Muchos ya han decidido el sentido de su voto, pero hay un segmento importante que todavía no define del todo sus preferencias.
Mañana deberá ser el día de los ciudadanos. En algunas regiones del país hay signos ominosos, pero en Quintana Roo, una entidad pacífica y segura, miles de habitantes acudirán a las urnas a depositar su voto, que es un acto del más elevado civismo. El privilegio de los ciudadanos es elegir para poder influir. El que elige manda. El que elige exige. El que elige decide el rumbo de su comunidad. Un solo voto tiene más peso que miles de bombas.
El domingo deberá ser el día de los ciudadanos. Y todos, salvo los que de verdad estén impedidos, deberemos ejercer el derecho de votar. Es un derecho cuya conquista costó miles de muertos. El sufragio efectivo fue una conquista social que costó sangre, sudor y lágrimas a varias generaciones de mexicanos. Y sería un contrasentido no acudir a votar.
No ir a votar es delegar nuestra responsabilidad en otros. Y entonces ¿qué derecho tendríamos de reclamar mayor bienestar, mayor seguridad, más empleos, mejor educación y mayor atención al medio ambiente?
Que nadie se quede sin ejercer este derecho y cumplir con este deber cívico. Un verdadero ciudadano es el que vota. Este es un derecho que significa privilegio. Sólo los ciudadanos tenemos el privilegio de votar. Antes era privilegio de unos pocos. Ahora es un derecho de todos. El ser ciudadano es una categoría de privilegio porque con el voto se puede influir en los asuntos públicos. No ir a votar es abdicar de nuestra condición de ciudadanos y aceptar el triste, lastimero papel de súbditos.
El voto es el que decide el futuro, un futuro que necesitamos mucho mejor, con mayor seguridad, con más empleo, con mayor equidad.
Ojalá que, como quiere toda la ciudadanía, la fiesta transcurra en santa paz en todo el país. Que el domingo siete de julio sea un día de fiesta, de alegría, de reflexión. Ojalá que los pregoneros de la violencia fracasen. Ojalá que los que han hecho del enfrentamiento y la confrontación un modo de vida, se alejen, se hagan a un lado.
Mañana domingo los ciudadanos deberemos decidir el futuro. Lo que está en juego es vital.