El entusiasmo político de haber obtenido un triunfo contra el bipartidismo ha envuelto a miles de simpatizantes y a políticos que han sido desplazados por la juniorcracia , es la única posibilidad de regresar a un escenario político.
Más allá de los resultados de la contienda del pasado domingo, una de las lecturas post-electorales más importantes, sin duda es la que arrojó la elección local en Nuevo León. Indiscutiblemente el triunfo de Jaime Rodríguez en aquella entidad, obligará a redefinir el rumbo de las estrategias partidistas por todo el país, de cara a los siguientes procesos electorales.
No sería para menos, pues los próximos candidatos respaldados por las siglas de una organización partidista, se estarán enfrentando en 2016 y 2018 ante estos perfiles que ganan terreno en cuanto a aceptación ciudadana, algo que estos organismos han ido perdiendo desde hace varias décadas. Los conflictos y el divisionismo entre grupos políticos al interior de cada partido, han ido mermando sus estructuras y su capacidad de movilización.
La ley electoral y las candidaturas independientes, únicamente están beneficiando a personajes identificados con antecedentes partidistas, o cierta afinidad con algún grupo político.
Muchos discreparán sobre si «El Bronco» es un perfil netamente independiente, pero en este caso, el haberse deslindado del tricolor para brincar inmediatamente al redil ciudadano, en lugar de buscar cobijo en otro partido, le valió para ganar la confianza de la sociedad nuevoleonense, que finalmente, fue la que lo llevó a obtener un triunfo contundente muy por encima de sus adversarios, la ciudadanía lo votó y eso le da legalidad.
La decepción por el bipartidismo, además de un marcado rechazo hacia el ejecutivo federal, fueron elementos determinantes para llevar a la gubernatura a este ingeniero agrónomo, el primero de su perfil en un estado donde hasta el pasado 7 de junio, solían ganar políticos con estrechos vínculos con el sector empresarial.
«El Bronco» deberá asimilar esa realidad y no traicionarla; razonar sus posturas y negociaciones políticas durante su gobierno con otras fuerzas y los poderes fácticos como el narcotrafico; jamás pensar si quiera en la posibilidad de regresar en un futuro a las filas partidistas. Aprender de los errores cometidos por quienes han ganado a través de coaliciones o cambiando de partido, o incluso creando el propio, como Andrés Manuel López Obrador.
Dependerá de sus resultados como gobernante, que el efecto de la Broncomania influya en los próximos procesos electorales, de ser así, le sumará favorablemente a quienes compitan en el futuro con una propuesta independiente, que ya de facto cuentan con la posibilidad de capitalizar una amplia estructura social, misma que irá creciendo al encontrar en un perfil independencia e identidad mutua.
No se trata simplemente de un hecho histórico, al ser el primer candidato independiente en acceder a un cargo de elección popular de esta envergadura en todo el país. Estamos hablando de la relevancia que adquiere el suceso, al tratarse de la consolidación de esta nueva figura política, identificada plena y sensiblemente al pulso real de la sociedad.