El poder del aceite parece interminable. Recientemente, un equipo formado por miembros de las universidades de Jaén y Granada han confirmado que el aceite de oliva virgen extra regula las funciones de bacterias intestinales de un mismo género e incluso de especies semejantes.
El hallazgo realizado explica que se establece un equilibrio entre cepas muy cercanas favoreciendo que presenten una menor resistencia a antibióticos y que produzcan menos compuestos tóxicos para el organismo durante la digestión. Así lo ha transmitido el equipo de expertos que ha operado bajo el amparo y el apoyo de la Fundación Descubre.
Uno de los objetivos de esta investigación era tratar de evitar problemas digestivos y para ello es necesario conocer cómo se comportan las bacterias en función de la dieta a la que se ven sometidas. Todos estos conocimientos se han plasmado a través del artículo Intestinal microbiota modulation at the strain level by the olive oil polyphenols in the diet, el cual se publicó en la revista Frontiers in nutrition.
Un equipo de investigadores compuestos por miembros de las universidades de Jaén y de Granada ha confirmado que el aceite de oliva virgen extra regula las funciones de bacterias intestinales de un mismo género, pero también de especies que sean semejantes.
El equipo de expertos ha presentado sus avances en la prestigiosa revista Frontiers in nutrition donde publican cuál es la respuesta genética y el funcionamiento de 75 cepas de Enterococcus ante distintas grasas destacando el papel prebiótico del aceite de oliva virgen extra.
Estos enterococos son bacterias intestinales con una gran capacidad de supervivencia y se utilizan como probióticos, pero también en fermentaciones de alimentos que ya favorecen de por sí la regulación de la microbiota, que son el conjunto de bacterias que colonizan la piel, el aparato digestivo, incluida la boca, y el aparato genital. Lo que sucede es que algunas de estas cepas son las responsables de infecciones que pueden tener cierta gravedad.
Natalia Andújar, investigadora de la Universidad de Jaén, explica así la importancia del descubrimiento: «Detallar a nivel genético cada cepa en función de la dieta posibilita el establecimiento de medidas para favorecer la proliferación de unas o la reducción de otras, según sean beneficiosas para el organismo o no».
Estos trabajos perseguían encontrar factores de virulencia en cada cepa para conocer la capacidad de colonización de las bacterias así como el análisis de cada una de ellas en la producción de ciertos compuestos que pueden llegar a ser tóxicos para el organismo. Estos son conocidos como aminas biógenas.
Estas cepas alimentadas con aceite de oliva virgen extra presentaron menos resistencia a los antibióticos, menor tendencia a presentar factores de virulencia y no participaron en la dinámica del resto de aislados para producir más aminas biógenas en el tiempo.
¿Cómo ha sido el experimento?
El estudio se ha realizado apartando las 75 cepas de enterococos aisladas de forma única en heces de doce ratones alimentados con cuatro dietas diferentes durante un periodo de doce semanas. Unos roedores fueron alimentados con dieta estándar sin grasas añadidas, mientras que el resto tomaron la misma dieta más un suplemento del 20% de mantequilla en un primer caso, de aceite de oliva refinado en el segundo y aceite de oliva virgen extra en el tercero y último.
Los 75 tipos aislados pertenecían a seis especies diferentes de enterococos y se sometieron a perfiles genéticos para garantizar que la misma cepa no fuera aislada del mismo ratón varias veces. Después se procedió a un gran análisis, aunque no se encontró una distribución específica de especies significativa entre dietas o tiempos, aunque tres de ellas sólo estaban presentes en el grupo de la mantequilla siendo responsables de algunas enfermedades como diarreas, bacteremia o endocarditis.
Los resultados presentaron una diferencia significativa entre la dieta estándar y el AOVE, con un menor porcentaje de resistencia, y las dietas de aceite de oliva refinado y mantequilla. Este caso se llegó a un 80% de resistencia. La conclusión obtenida tras este experimento es que las dietas ricas en grasas provocan que las bacterias no respondan ante determinados tratamientos y puedan generar infecciones.
FUENTE: https://www.elespanol.com/