Emil Adolf von Behring nació el 15 de marzo de 1854 en Hansdorf, una pequeña localidad de la antigua Prusia Oriental, en el seno de una familia humilde: era el mayor de 13 hijos, por lo que acceder a la Universidad era un gran desafío debido a sus limitaciones económicas. Sin embargo, su inteligencia y su gran talento no pasaron desapercibidos para uno de sus profesores de secundaria, quien reconoció el gran potencial que albergaba Emil y lo ayudó a obtener una beca para estudiar medicina. Gracias a ello, Behring pudo comenzar sus estudios en 1874 en la Academia Militar de Berlín, eso sí, comprometiéndose a prestar servicios al ejército a cambio de su educación.
Durante el tiempo que pasó como médico militar, Emil von Behring tuvo que enfrentarse de cara a las atrocidades del campo de batalla, entre ellas el tétanos, una enfermedad infecciosa que afectaba a numerosos soldados heridos en combate, pero también a múltiples mujeres embarazadas y a sus hijos.
El contacto con la infección le impactó tanto que, de manera autodidacta, comenzó a investigar y a trabajar en diferentes soluciones para combatir la enfermedad. Durante ese periodo de estudio, Behring dio también con la difteria, otra enfermedad infecciosa que estaba causando enormes estragos en la salud pública, especialmente entre los niños.
Posteriormente, en 1891, se trasladó al Instituto de Enfermedades Infecciosas dirigido por Koch y, años más tarde, su dedicación y sus contribuciones le permitieron ser nombrado catedrático de la Universidad de Halle en 1894 y, en 1895, director del Instituto de Higiene de Marburgo.
Emil von Behring (1854-1917) en su 60º cumpleaños en su taller de Marburgo. Detalle de una fotografía de Waldemar Titzenthaler, que vino de Berlín para este acontecimiento.
EL SALVADOR DE SOLDADOS Y NIÑOS
En la década de 1890, Emil von Behring se unió al bacteriólogo japonés Shibasaburo Kitasato para realizar investigaciones definitivas en las enfermedades infecciosas que tanto habían conmocionado a Behring durante sus años en el ejército. Uniendo fuerzas, ambos descubrieron la antitoxina del tétanos, demostrando que al inyectar el suero sanguíneo de un animal inmunizado a otro, se generaba inmunidad contra la enfermedad en el segundo también.
Este fue un hallazgo realmente importante a la hora de comprender que los animales inmunizados poseían una sustancia en su sangre capaz de controlar la infección. Mediante el análisis de sangre de diferentes cobayas inmunizadas contra el tétanos, ambos confirmaron que al administrar el suero de estos animales a otros no inmunizados, se obtenían resultados muy positivos, abriendo paso de esa forma al uso de sueros antitoxínicos en el tratamiento de las enfermedades infecciosas.
Curso de bacteriología en el Instituto de Higiene de la Universidad Friedrich-Wilhelms de Berlín. Robert Koch y Emil Behring están sentados en el centro.
EL PREMIO NOBEL
Aunque sin duda, el momento de mayor gloria para Emil von Behring llegó en el año 1901, cuando fue galardonado con el primer Premio Nobel de Fisiología y Medicina, convirtiéndose en el primer científico en la historia en recibir ese reconocimiento. El premio fue otorgado en gran parte debido a sus descubrimientos sobre el suero contra la difteria, en los que demostró que la resistencia a la enfermedad no se encontraba en las células del cuerpo, sino en el suero sanguíneo libre de células. Sin duda, se trató de un hallazgo que abrió nuevas vías para el tratamiento de enfermedades y marcó el comienzo de una era de investigación en vacunología y seroterapia.
No obstante, a pesar de los logros científicos, el premio Nobel de Behring estuvo rodeado de controversia, ya que no se reconoció la colaboración de Shibasaburo Kitasato, su compañero esencial en la investigación, en el descubrimiento de la antitoxina del tétanos. Además, otros científicos de la época, como Émilie Roux y Alexandre Yersin, autores del hallazgo de la toxina diftérica, también se vieron excluidos de ese reconocimiento.
En este contexto, Behring fue el único al que el premio Nobel estableció como figura destacada en la historia de la medicina, colocando sus contribuciones como una base fundamental del estudio en inmunología e inmunización.
Fuente: National Geographic España