En 2006, durante su primera campaña para el Congreso, Tim Walz tenía previsto hablar en una cena de recaudación de fondos en Mankato, su ciudad natal en Minnesota. En ese momento, era un político desconocido que participaba en una campaña muy reñida contra un candidato titular que había ocupado el cargo durante seis mandatos. La cena le brindaba la oportunidad de hacer campaña en su distrito local del Partido Demócrata-Agrario-Laborista de Minnesota y aumentar los fondos de su campaña.
Solo había un problema: Walz tenía laringitis.
Mientras los invitados se servían la comida, se sorprendieron al ver que otra persona subía al escenario: Gwen Walz, la esposa de Walz.
Estaba acostumbrada a hablar ante grandes grupos: al igual que su marido, Gwen Walz había sido profesora de una escuela pública durante más de una década. Los asistentes quedaron impresionados por su seguridad y claridad.
“Hubo otros candidatos que hablaron, y ella fue la más elocuente del grupo”, dijo John Klaber, un residente de North Mankato que asistió a la recaudación de fondos hace casi dos décadas. “Todos miramos a nuestro alrededor y dijimos: ‘¿Por qué ella no se postula?”.
La mayor parte del público estadounidense pudo ver por primera vez al gobernador Tim Walz la semana pasada en un mitin en Filadelfia junto a la vicepresidenta Kamala Harris, quien ese mismo día había anunciado que era su compañero de fórmula. Al final de su discurso, el país también pudo ver por primera vez a la mujer con la que ha estado casado durante 30 años.
Al entrar en la escena nacional, los críticos de la derecha ya están tratando de presentarla —como han hecho con su marido— como una radical de izquierda que apoyó los disturbios civiles en su estado tras la muerte de George Floyd. Pero en su casa de Minnesota, donde ha pasado la mayor parte de su vida, amigos y observadores políticos la describen como la contrapartida calmada y ultracompetente de un hombre conocido por un estilo político intuitivo y carismático.
“Siempre hemos trabajado juntos”, dijo Gwen Walz, de 58 años, el mes pasado cuando participó en What If It Works, un pódcast de superación personal. Y añadió: “Seguimos siendo los asesores más cercanos el uno del otro”.
Ella no hizo comentarios para este artículo.
Gwen Walz, primera esposa de un gobernador de Minnesota que mantiene un despacho en la capital del estado, asesora a su marido y ha utilizado su plataforma para impulsar iniciativas políticas, sobre todo en torno a la oferta de programas de titulación universitaria para personas en prisión.
En los últimos días, desde la nominación de su marido a la vicepresidencia, Walz ha recibido críticas de la derecha por una entrevista que concedió a una cadena de televisión local en la que hablaba de las protestas luego de la muerte de George Floyd en Mineápolis. Dijo que había abierto las ventanas de la mansión del gobernador durante los disturbios civiles para poder oler los neumáticos ardiendo en la calle, como una manera de entender el tenso ambiente de la ciudad.
“Mantuve las ventanas abiertas todo el tiempo que pude porque sentí que era la piedra de toque de lo que estaba ocurriendo”, añadió.
A pesar de su implicación política, sus amigos dicen que Gwen Walz es en el fondo una madre del Medio Oeste.
Famosa por sus scotcheroos (barritas de Rice Krispies con chocolate y caramelo), Walz se desvive por decorar la residencia del gobernador en Navidad. Y habla con las oes largas y las aes llanas de quien ha pasado toda la vida en Minnesota.
“No podría haber una persona mejor para hacer esto”, dijo Richelle Norton, exalumna de los Walz, sobre la incorporación de él a la candidatura demócrata. “Excepto Gwen”.
FUENTE. THE NEW YORK TIME