CANCÚN, Quintana Roo — El presidente ruso, Vladimir Putin, ha decidido llevar a cabo una visita oficial a Mongolia el 3 de septiembre, desafiando abiertamente la orden de arresto emitida en su contra por la Corte Penal Internacional (CPI) en 2023. Esta visita marca la primera vez que Putin viaja a un estado miembro de la CPI desde que se emitió la orden, lo que ha generado tensión y expectativa a nivel internacional.
La CPI, con sede en La Haya, acusó a Putin de crímenes de guerra, específicamente por la deportación ilegal de niños ucranianos a territorio ruso. Sin embargo, el Kremlin ha minimizado la gravedad de la situación, asegurando que no hay «preocupaciones» sobre la seguridad del mandatario durante su visita a Mongolia, un país que ha sido un aliado tradicional de Rusia.
El viaje de Putin a Mongolia se realiza por invitación del presidente mongol Ukhnaa Khurelsukh. Durante la visita, ambos líderes mantendrán conversaciones y participarán en actos conmemorativos por el 85 aniversario de la victoria conjunta de las fuerzas armadas soviéticas y mongolas sobre Japón en el río Khalkhin Gol.
A pesar de la controversia internacional, Mongolia, que ratificó el Estatuto de Roma en 2002, ha optado por no comentar sobre la posibilidad de ejecutar la orden de arresto contra Putin. Esta postura ha sido duramente criticada por Ucrania, que instó a las autoridades mongolas a cumplir con sus obligaciones internacionales y detener al presidente ruso.
La decisión de Putin de viajar a Mongolia se produce en un contexto de creciente aislamiento internacional. En 2023, el mandatario ruso evitó asistir a la cumbre del bloque BRICS en Sudáfrica, otro estado miembro de la CPI, después de intensas negociaciones diplomáticas para evitar posibles repercusiones.
La visita de Putin a Mongolia, un viaje cargado de simbolismo y desafío, subraya la complicada relación entre Rusia y la comunidad internacional, y pone a prueba la capacidad de la CPI para hacer cumplir sus órdenes en un entorno geopolítico cada vez más fragmentado.