Una selección especial con las mejores series y películas, que incluye también estrenos en salas de cine.
Estas son las series y películas para ver en el fin de semana en Netflix, Prime Video, Flow y Disney.
1. Serie para ver en Flow: Limbo
Los muchachos han salido de noche alocada en un descapotable y, con drogas de por medio, sentado sobre el respaldo trasero, uno de ellos sale despedido contra un árbol. Los otros dos sufren heridas menores.
La madre del que está en coma -y no se sabe cómo quedará- se llama Ebba (Rakel Wärmländer), es una ejecutiva en bienes raíces que ha privilegiado su carrera por encima de la familia. Al enterarse de la noticia, entra en estado de shock y se conduce como una poseída. Más cuando en el hospital se demoran en darle un diagnóstico de las posibilidades que enfrentará su hijo.
Otras de las mujeres, Gloria (Louise Peterhoff), anda medio perdida en la vida. Divorciada, su ex le reclama el departamento en donde vive con el hijo de ambos -que sólo se ha luxado un hombro en el accidente. Su carrera como fotógrafa está estancada y no sabe si va a poder seguir alquilando el estudio en donde tiene su oficina.
La tercera es la madrastra del que conducía, My (Sofia Hemlin), una psicóloga que trata de reprimir sus emociones, maltratadas por una esposa médica que sólo parece interesada en sus propios problemas, un ex que secretamente la desprecia, y el mismo muchacho, que hace caso omiso de la contención que ella intenta brindarle.
Pero los guiones de Emma Broström y Rakel Wärmländer apuntan a la relación entre las mujeres, amigas de larga data. Tras cachetear en un evento callejero al adolescente que conducía y a su propio marido, Ebba descarrila y es invitada por las dos amigas a la casa de campo de la esposa de My para un descanso. Todavía no hay un diagnostico firme sobre la evolución de su hijo, que sigue en coma tras una operación en la cabeza. ¿Habrá daño cerebral, podrá hablar, podrá caminar? La perspectiva le resulta muy deprimente a la pobre mujer.
En el episodio quinto, de una intensidad dramática que recuerda un tanto a las películas de Ingmar Bergman, -por el despliegue emocional, la crudeza de las cosas que se dicen- las amigas tratan de consolar a Ebbe, y todos los trapitos que acumulan estas relaciones extendidas en el tiempo salen al sol.
La directora Sophia Jupiter sabe cómo crear y mantener durante largos trechos la tirantez entre los personajes. El nivel actoral es superlativo: sin esas intérpretes todo el andamiaje se vendría abajo.
2. Miniserie para ver en Netflix: La pareja perfecta
En la casa veraniega de Greer Garrison Winbury (Nicole Kidman), una exitosa escritora de novelas románticas, se celebra el ensayo de la boda de uno de sus hijos, Benji (Billy Howle), con Amelia (Eve Hewson). Su esposo Tag (Liev Schreiber) es el co-anfitrión.
Entre los invitados están los padres y la mejor amiga de la muchacha (Meghann Fahy), una influencer desbordante de vitalidad. El hermano mayor de Benji, Thomas (Jack Reynor), es un tonto que juega de tonto, y su esposa, Abby (Dakota Fanning), una cínica disfrazada de hada bienhechora.
El hermano menor, Will (Sam Nivola), es un adolescente acomplejado. Y también hay amigos de la familia, Shooter (Ishaan Khattar), un indio por demás sexy y misterioso, e Isabel (Isabelle Adjani), una lengua viperina francesa escondida bajo una mata de abundante pelo negro
Las peculiaridades de esta familia las descubriremos a través de la mirada de Amelia y de los investigadores, Dan Carter (Michael Beach) y Nikki Henry (Donna Lynne Champlin), ambos excedidos de peso, en claro contraste con las estilizadas figuras bajo sospecha. Los tres pertenecen a un estrato social inferior económicamente.
La boda se posterga porque aparece uno de los invitados flotando en la bahía. Con el paso de los días sabremos que nada es lo que parece aquí, que las infidelidades son habituales, que no es oro todo lo que reluce, que hay identidades fraguadas a cal y canto, que hay más de un candidato para hacer responsable de esa muerte…
Dirigida por Suzanne Bier (Italiano para principiantes, Bird Box, The Undoing) y Jenna Lamia, la serie es tan vistosa como frívola, tanto que en el último episodio decide tomarse el pelo a sí misma. Al tono liviano contribuyen los paisajes de Nantuckett, lo colorido del vestuario, las numerosas cirugías plásticas que asolan al elenco -Isabelle Adjani, una de las estrellas francesas más importantes de los años 70 y 80 luce como una muñeca de porcelana.
Kidman, Hewson (la hija del cantante Bono) y Schreiber se cargan el producto al hombro, secundados por una aguda Dakota Fanning.
Para una aburrida tarde de domingo es un buen pasatiempo.
3. Miniserie para ver en Disney: La voz ausente
El licenciado Rouviot (Benjamín Vicuña) regresa al país para asistir al entierro de su hermano (Federico Olivera), un reconocido psiquiatra que -aparentemente- se suicidó. Con la ayuda de la sargento Cecilia Bermúdez (Gimena Accardi), y a medida que se van sumando los homicidios relacionados con el caso, desanudaran una trama de relaciones abusivas y falsas identidades.
La novela de Gabriel Rolón, adaptada libremente, sirve de base para este thriller penumbroso y seductor, en donde la figura del psicólogo con crisis existencial forma pareja -en la investigación- con la policía que busca ser valorada por su trabajo.
Rouviot también servirá de apoyo a su cuñada (Jazmín Stuart), que se ha quedado sin brújula que la oriente, y a su sobrino, un joven que busca salida a su malestar con la práctica de deportes violentos en un submundo impensable. Y el psicólogo deberá enfrentarse a un antagonista escurridizo, que planea sus crímenes de manera imaginativa y morbosa, a la manera del asesino en serie de Pecados capitales.
Con un cuidado diseño de producción, muy pocos exteriores, una iluminación mortecina, La voz ausente mantiene el interés a lo largo de sus 7 episodios de 30 minutos. Además de una buena actuación de Vicuña, nos devuelve la presencia siempre bienvenida de Susú Pecoraro, en el papel de la madre de los hermanos Rouviot, al que reviste de la solvencia y ambigüedad necesarias.
Recomendada.
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4. Película para ver en Netflix: Rebel Ridge
Terry (Aaron Pierre) va por la ruta en bicicleta, escuchando música en sus auriculares. Una patrulla lo detiene, y los dos policías buscan argumentos para que su acto de flagrante racismo pase inadvertido mientras se apoderan del dinero que el morocho tenía para pagar la fianza de un primo.
Buscando recuperar el dinero, Terry tiene un encontronazo con el jefe Sandy (Don Johnson, más malo que la tiña), que no está dispuesto a largar, así como así, los 30 mil dólares que sus subordinados le confiscaron. Demasiado tardan en averiguar en la comisaría -tienen problemas de conexión con el wifi- que el morocho de brazos como tubos y ojos azules está entrenado por los marines para desarrollar tácticas todo terreno… con escasa violencia.
Con un inicio similar al de Rambo, el guion del film toma otro rumbo, más inclinado hacia el thriller que al film de acción.
Pronto Terry se hará de la ayuda de la secretaria de juzgado Summer (AnnaSophia Robb), que también de alguna manera ha sido despojada de algunos derechos por un problema con las drogas
El contraste físico entre Terry y Summer es el mismo que puede darse ante una pantera negra y la Campanilla de Peter Pan, pero ambos comparten una inteligencia aguzada que ni el exceso de musculatura ni de drogas han logrado entumecer. En alianza, pondrán en jaque a los abusadores…
El director Jeremy Saulnier (El cuarto verde, Blue Ruin) mantiene la tensión a lo largo del relato, las escenas de acción (pocas) están muy bien coreografiadas, y las actuaciones están por encima de lo discreto.
5. Película para ver en Prime Video: El árbol de la vida
Jack (Sean Penn) se siente incómodo en su cotidianeidad. Rodeado de torres de cristal, incomunicado con su pareja y poco interesado en las desavenencias de sus compañeros de trabajo, padece de una dolencia espiritual de la que intentará salir invocando a su madre y hermano muertos.
El director Terrence Malick (Badlands, Días de gloria, La delgada línea roja) adopta la forma de un recorrido introspectivo a través de la remembranza que Jack hace de distintos hitos en la historia de su familia, historia que se remonta desde la creación del mundo hasta un lugar inespecífico en el que puede reunirse con sus familiares vivos y muertos, y reconciliarse con su yo adolescente.
El punto de partida es la muerte del hermano a los 19 años -en algún lugar de la década del 60-, ese hermano invocado, que comparte con la madre el hallarse del lado de la «gracia» (léase alguna forma de vida más relacionada con lo espiritual). Jack, por el contrario, es el mejor producto que su padre (Brad Pitt) ha logrado, un hombre competitivo y exitoso en la estructura capitalista. Jack y su padre se hallan del lado de la «naturaleza» (en su versión más despojadamente darwinista, cuyo lema sería «la supervivencia del más fuerte».)
Malick, como es su costumbre, dice las cosas a medias para que nosotros, los espectadores, las completemos. No le interesa una narración anclada en los recursos del realismo (tiranía en la que se debate gran parte del cine, y que es también una forma de anestesia para los espectadores que, cuando no la encuentran en un relato, creen que algo funciona mal) sino que propone una forma más cercana a la poesía moderna: sus recursos más evidentes son la repetición y la creación de cadenas de asociaciones que pueden encontrar eco en aquellos más proclives a un relato abierto, que no tema dejar cabos sueltos o no se preocupe por crear más de una confusión.
El espectador que delinea Malick para su film es altamente participativo: establece conexiones, juega con las imágenes y los sonidos, buscando ecos en otras imágenes y otros sonidos, ya sean del mismo texto o en su propia vida. Es un espectador flexible que no teme a la contemplación ni a las interrupciones de la conciencia. Es un espectador en un permanente estado alfa, que en el arte -de eso estamos hablando- prefiere las comidas orientales elaboradas con creatividad a la más sosa y reiterativa fast food. Es un espectador que encuentra mayor solaz en saborear que en sentir el estómago lleno. Es un espectador que no teme habitar una realidad paralela.
Y la forma de Malick es muy personal; divide a la crítica, divide a los espectadores. En vez de proponerse un viaje hacia fuera -como lo hacía Kubrick en aquella forma de poesía abstracta que era 2001: odisea del espacio– propone un viaje hacia adentro, a través de monólogos interiores, susurros, palabras sueltas, composiciones musicales, sonidos e imágenes. Y así es como revisitamos -por ejemplo- las distintas etapas del crecimiento de un niño, el deseo que se oculta tras las piernas de una vecina que remiten al deseo prohibido por la madre, el encuentro con el sexo a través del robo de una enagua y la subsiguiente culpabilidad que embarga al ladrón, los juegos entre hermanos que esconden batallas por el cariño de uno u otro padre, y el deseo de destrucción del ser amado que tememos nos aleje de aquellos a quienes queremos con exclusividad y deseamos que nos quiera con exclusividad.
De esta manera es cómo podemos establecer paralelos entre una bestia herida que zozobra en una playa y un chico que ha sufrido las quemaduras de un incendio en parte de su cabeza, y un padre que ha jugado a los dados aquello que lo alejaba de su esencia de artista transformándolo en una bestia totalmente vulnerable que zozobra en las orillas de la vida y tiene a la gracia apresada entre sus brazos, como si ello pudiera iluminar su cavernoso interior.
El montaje, la música, la fotografía, los ángulos, posiciones y movimientos de cámara son las principales herramientas de este artista. Un niño ahogado en una piscina nos evoca a un dinosaurio desfalleciente junto a un arroyo. El corpus de formas calidoscópicas que nos remiten al origen de la vida nos hablan del cine, que no es más que colores y sonidos en movimiento. La mirada deseante hacia una rubia que pasa a nuestro lado en una oficina nos remite al deseo por esa madre que vuela y es maltratada de a ratos por su aterrado esposo.
En este poema que se recorta en el llano desierto que es la cinematografía contemporánea con absoluta audacia, Jack debe atravesar muchas puertas y portales hasta llegar a convivir con todos sus muertos, recordándonos los portones de Dalí en Cuéntame tu vida de Hitchcock o las remembranzas desdobladas de Bergman en Cuando huye el día.
Este regalo de Malick nos impulsa a ver cuán poca poesía habita en nuestra vida cotidiana y qué poco espacio le damos a la contemplación cuando creemos que lo importante es estar comunicados con avatares de conciencia más que con los otros y con nosotros mismos.
Imperdible.
Fuente. https://eleconomista.com.ar/sociedad-redes/5-series-peliculas-ver-fin-semana-netflix-prime-video-flow-disney-n77461