La vida es tiempo, y en un intento de sostenerlo entre los dedos antes de que se nos escape atravesamos por situaciones inesperadas, ese juego entre lo que somos y lo que nos queda es la premisa de El tiempo que tenemos (We Live in Time), la más reciente película dirigida por John Crowley que ha conquistado festivales internacionales como el de Toronto y San Sebastián.
Protagonizada por Andrew Garfield y Florence Pugh, la historia nos lleva a través de los momentos de una pareja que desafía al tiempo y la desgracia. Almut y Tobias se encuentran casi por accidente; este encuentro será el inicio de toda una vida juntos “en la que el amor intenta florecer entre lo cotidiano y lo adverso”, dijo Crowley.
En entrevista con MILENIO, el cineasta comentó que fue el guión lo que lo maravilló: “Planteaba preguntas importantes sobre la mejor manera, o la más significativa, en la que pasamos nuestro tiempo juntos. Y si ese tiempo está limitado, eso lo resalta aún más; queríamos hacer algo conmovedor, fresco y vibrante. Eso fue lo que me encantó”.
Al enfrentar el tema de la enfermedad, Crowley no teme mostrar lo vulnerable que es el ser humano: “La vida es lo que hacemos con el tiempo”, y este no es solo una línea que avanza; es un círculo que nos obliga a mirarnos de cerca. El cáncer que irrumpe en la historia nos recuerda lo poco que tenemos y lo mucho que puede significar cada segundo.
“Es una pregunta muy grande, y tal vez sea la definitiva para la mayoría de las personas que tienen a alguien en su vida que está pasando por un periodo difícil de ese tipo; creo que la cuestión con la que rara vez nos enfrentamos en nuestras vidas es cuánto, o más bien, cuán poco tiempo tenemos realmente para invertir”, explicó el director.
“Si supiéramos cuánto poco tiempo tenemos, nos clarificaría las decisiones de manera maravillosa —agregó el director—. Conozco personas que han estado enfermas, ciertamente hace que lo importante sea aún más vívido para ellas y las tonterías, los argumentos diarios o las cosas que nos molestan, se vuelven irrelevantes. Es un gran clarificador”.
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A lo largo de la historia, Crowley juega con los saltos de época, “quería que los saltos en el tiempo se sintieran juguetones, lejos de lo intelectual. Trabajamos muy duro para asegurarnos de que cada vez que pasaras a un período de tiempo diferente, como audiencia, pudieras absorber una gran cantidad de información sobre en qué línea de tiempo estabas”.
“Los primeros 15 minutos saltamos un poco y no te cuenta todo, no te lleva de la mano, pero hay suficiente para sentir que hay una estructura de los tres marcos temporales que empiezan a tener coherencia a medida que avanza la película, cuyo significado está ligado a este salto entre tiempos”, agregó John, sobre la estructura narrativa.
Reencuentro en el set
Esta es la segunda ocasión en la que John y Andrew se reencuentran en un proyecto, después de Boy A (2007), cuando el actor británico tenía 24 años: “Fue un gran placer reconectar con Andrew después de todos estos años. Trabajamos por primera vez al inicio de su carrera y habíamos hablado sobre un par de proyectos, pero nunca encontramos el adecuado”.
Tan pronto como Crowley leyó el guion de la cinta, Tobias le pareció un personaje que Andrew “devoraría; sabía que le encantaría porque apela a todas sus fortalezas y a su capacidad emocional como actor. Con Florence nunca me había encontrado, admiraba varias de sus actuaciones y de cómo ha crecido de película en película”, explicó.
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El tiempo que tenemos no solo cuenta una historia de amor; nos enfrenta al espejo de nuestra propia humanidad. La película se convierte en un recordatorio de que, aunque el tiempo sea implacable, lo que hagamos con él, los recuerdos, los amores, las risas, son lo que le da sentido a la vida, “es un tipo de problema filosófico”, comentó.
Y parte de eso tiene que ver con nuestra experiencia del tiempo, hoy en día, “vivimos en un mundo con muchos dispositivos que nos convencen de que tienes menos y menos tiempo; de alguna manera, lo que es importante debe ser buscado y creo que el arte nos permite reflexionar sobre eso, ver la relación de un espectador con el tiempo y su mortalidad”.
Fuente: https://www.milenio.com/espectaculos/cine/el-tiempo-que-tenemos-la-nueva-pelicula-de-andrew-y-florence-pugh