La capital británica es hogar de más de 3.000.000 de personas nacidas en otro país, casi el 40% del total de la población, según cifras del Observatorio de Migración de la Universidad de Oxford, en Reino Unido.
De estas, sólo poco más de 100.000 son de origen latinoamericano, según la investigación más reciente de la que se dispone: un estudio de la Universidad de Londres que data de 2011.
Entre ellos, los brasileños conforman la comunidad más grande, seguidos de los colombianos, ecuatorianos, bolivianos y peruanos.
No son pocos los que la llaman una «comunidad invisible«: una minoría diluida entre las decenas de nacionalidades que confluyen en la ciudad, de cuyo peso te darías cuenta si como, en el video que acompaña esta nota, recorrieras la ciudad de sur a norte, siguiendo la ruta de la línea azul claro del metro, la Victoria Line.
No hay una casilla para «latinoamericano» en la pregunta sobre etnicidad que suele figurar en los formularios oficiales ni una categoría en el censo.
El carnaval, que se celebra en agosto, responde a la tradición de las ex colonias británicas en el Caribe; se baila más tango que salsa, pero las milongas tangueras son un asunto verdaderamente internacional en el que rara vez suenan Gardel o Discépolo.
Lo que no falta
Y, sin embargo, esta comunidad se las ha arreglado para asegurarse que al menos un recurso a la nostalgia no le falle: la comida.
«Cuando uno llega de emigrante, lo primero que siente es la remembranza estomacal«, le dice a BBC Mundo Emerson Oviedo, director de Mercar, una empresa importadora de productos colombianos en Inglaterra.
«Yo llegué hace 12 años y una tía me regaló un sancocho de gallina. Pero por más que le puso todo el cariño, no sabía igual. Eso es lo que nos hemos encargado de cambiar», afirma.
Oviedo asegura que «comerse una arepa hace 30 años (en Londres) era utópico». Ahora, su empresa importa el equivalente anual más de 4.000.000 de arepas -una torta de maíz muy popular en la dieta de venezolanos y colombianos-, amén de gaseosas, pulpa de frutas y productos secos.
Tiendas online como «La Bodeguita artesanal» anuncian hojas de plátano por 2 libras el medio kilo (unos US$3) y la «panela redonda» (azúcar no refinada entera) por 1,5 libras el medio kilo (poco más de US$2).
Así, pues, los periodistas de BBC Mundo que vivimos en Londres nos las arreglamos para darnos un pedacito de hogar por vía del gusto.
Al menos un pedacito.
Te contamos algunas de las cosas que nos hacen sentir como en casa. Y cuáles seguimos extrañando.
1. Plátano
«El plátano, para hacer platanito frito, me hace sentir como en casa», dice Margarita Rodríguez, quien nació en Colombia y creció en Venezuela. «Lo encuentro en todos los abastos, no en los supermercados».
Un dato adicional: curiosamente, parece no haber costumbre de consumir el plátano una vez que madura. Cuando el producto comienza a ablandarse, muchos vendedores prácticamente los regalan.
¿Algo que extrañar? «No sé si no he buscado bien, pero no se consigue yuca de la buena«, dice Margarita.
2. Aguacate
«Se consigue el aguacate mexicano de cáscara dura«, dice María Elena Navas, originaria de ese país, pero quien ha vivido tanto tiempo en Londres que dice «no tener nostalgia por nada».
Pero una costumbre que no perdió fue la de «taco de aguacate con sal», para lo cual usa tortillas de harina, muy comunes en los supermercados (se usan para hacer «envueltos» o wraps).
«Mi relación con el aguacate ha cambiado», dice Rafael Chacón, venezolano de pura cepa. «Ahora lo encuentro chiquitico, practi pack. Extraño el aguacate mantequilloso como tal».
3. Harina pan
Hablar con Rafael da pie a mencionar la Harina Pan, la harina de maíz precocida que se usa para hacer las arepas.
«Mis arepas tienen fama internacional», dice. Algunos colombianos de la redacción replican que las compran ya hechas y las congelan, lo que es común en Colombia y «sacrilegio» en Venezuela.
«A mí me falta masa maseca para tortillas. No eso que usan para hacer arepas», interpone Arturo Wallace, de Nicaragua. Se prende la discusión: «¡No se puede hacer tortilla con masa de arepa!», le gritan en la esquina colombo-venezolana.
Y es que todos nuestros sustitutos locales para el sandwich inglés (arepas, tortillas) son objeto de fuerte polémica en la redacción (cuál es mejor, cuál es la manera correcta de hacerlos…).
Volviendo a la Harina Pan, José Miguel Pinochet, quien nació en Chile y creció en Venezuela, cuenta que es fácil conseguirla (cuesta alrededor de 2 libras el paquete, unos US$3).
«Voy en bicicleta de mi casa a la tienda y llego en cinco minutos», dice. Pero no hay bicicletazo que lo lleve hasta una lata de diablito o «jamón endiablado«, una especie de sobrasada muy popular entre los venezolanos. Simplemente aquí no hay.
4. Pulpa de lulo y otras frutas
Las frutas tropicales son un tema complicado en un país como Reino Unido.
Entre ellas está el lulo o naranjilla, que Juan Carlos Pérez, digno representante de la colombianidad, describe como el «kiwi colombiano«.
Juan Carlos ha aprendido a vivir con la versión en pulpa, que encuentra en las tiendas del sur de Londres. Lo mismo ha hecho con el chontaduro, «que se consigue en frasco».
¿Lo que extraña? «El talco Mexana. Sí se consigue, pero por estos días estaba escaso y me tocó usar uno de acá», cuenta, con aire resignado.
Alejandro Millán, paisano suyo, echa de menos el chocorrano, «un ponquecito cubierto de chocolate, muy peculiar». En cambio sí encuentra las galletas ducales, por las que tiene predilección.
5. Vino chileno y carne argentina
«Se consigue vino chileno relativamente decente, aunque mucho más caro», dice Constanza Hola, de ese país. Y ahí acaba su lista: «todo lo de Chile me lo traen».
Con el «manjar» o dulce de leche, cuenta que compra «unos tarros de leche condensada y los pongo a cocer por siempre; pero aunque lo haga acá, no es lo mismo».
Laura Plitt, de Argentina, dice que sí hay en Londres quien venda los famosos cortes de carne de su país natal. «¿Pero quién me lo prepara? Me falta el asador, el parrillero», se lamenta.
Tampoco tiene problemas para encontrar tiendas que vendan el mate argentino, aunque prefiere traerlo de su tierra. Alejandra Martins, por su parte, reporta que la hierba uruguaya -su país de origen- no se encuentra.
«Pero seguro que hay una tiendita por ahí que vende cosas bien uruguayas», asegura.
Siempre parece haber una tiendita por ahí.
( Fuente BBC)