Por qué necesitamos un Día de la Mujer y no un Día del Hombre
Llega el 8 de marzo y las búsquedas sobre el Día del Hombre se disparan en Google, al tiempo que en las redes sociales se replica indefectiblemente alguna versión de esta pregunta con tono acusador.
Para contestar, primero repasemos la historia, que suele ser una buena fuente de respuestas: el origen del Día de la Mujer se remonta a las manifestaciones masivas por sus derechos —entre ellos al voto y a la mejora de las condiciones laborales— que encabezaron las mujeres desde los albores del siglo XX, según la historia consignada por la ONU, que comenzó a conmemorarlo el 8 de marzo en 1975.
El Día de la Mujer, por tanto, fue concebido como una jornada de reivindicación frente a una desigualdad estructural que hoy sigue vigente, no como una celebración del género per se. Y allí está, palabras más palabras menos, la respuesta a la pregunta.
“¿Qué derechos les quitan a los hombres por ser hombres? Ninguno. Puede ser que los hombres pobres pierdan derechos por ser pobres, los hombres con discapacidades (por esas discapacidades), pero nadie pierde derechos por el hecho de ser un hombre. Entonces no hay ninguna reivindicación que tengamos que hacer”, dice en entrevista con CNN en Español Catalina Ruiz Navarro, activista feminista y periodista colombiana radicada en Ciudad de México, autora de “Las mujeres que luchan se encuentran: manual de feminismo pop latinoamericano”.
“(Hablar del Día del Hombre) es como hablar del Día del Orgullo Heterosexual. Es que la heterosexualidad no necesita orgullo porque eso ya está celebrado en absolutamente todas partes y en todos los escenarios”, ejemplifica.
La doctora en Medios y Sociología Silvia Díaz Fernández, investigadora en la Universidad Carlos III de Madrid, lo analiza en diálogo con CNN en Español: “Al reivindicar el Día del Hombre, parece que estás invalidando completamente todas las desigualdades, todas las injusticias que estamos reivindicando las mujeres en el 8M, porque de eso va el 8M, no solo de festejar las conquistas sino de también volver a reivindicar que todavía vivimos en sociedades fundamentalmente e intrínsecamente desiguales”.
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Magdalena Furtado, representante de ONU Mujeres en Uruguay, lo explicaba así en una entrevista anterior con CNN en Español: “El día que las brechas de género se cierren y que desaparezca la violencia hacia las mujeres, ese día, por suerte y felizmente, ya no habrá más necesidad de tener que recordar un 8 de marzo como el Día Internacional de las Mujeres”.
Una cifra para no olvidar en el debate: 64%
Las cifras hablan.
¿Salario? Ante un mismo trabajo, por cada dólar que gana un hombre, una mujer gana 77 centavos, según datos de la ONU. Cerrar esta brecha, al ritmo actual, llevaría 70 años.
¿Trabajo no remunerado? La organización multilateral calcula que las mujeres realizan al menos dos veces y media más trabajos domésticos y de cuidado que los hombres. Las tareas no pagas van desde cocinar y limpiar a cuidar a niños y adultos mayores.
¿Pensiones? El 65% de las mujeres por encima de la edad de retiro no cuentan con una pensión formal, calcula ONU Mujeres. Entre los hombres la cifra es del 35%.
¿Leyes? Aunque en los últimos 30 años se aprobaron más de 1.500 reformas para promover la igualdad de género, en promedio las mujeres tienen 64% de los derechos que tienen los hombres, según cálculos del Banco Mundial y de ONU Mujeres.
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Las estadísticas en materia de violencia de género abonan el abismo: a escala mundial, casi una de cada tres mujeres ha sido víctimas de violencia física o sexual, calcula la ONU, cifra que excluye el acoso. En todo el mundo, en promedio, un total de 140 mujeres o niñas murieron por día en 2023 a manos de alguien de su propia familia.
Este ámbito es especialmente peligroso: el 60% de los homicidios de mujeres son perpetrados por parejas o familiares, mientras que, entre los hombres, solo el 12% de los homicidios se cometen en la esfera privada, según cifras de ONU Mujeres.
Recordatorio: el feminismo busca igualdad
“Un segundo sentido que arroja esta pregunta sobre el Día del Hombre es qué poco se ven (ciertos hombres) dentro del movimiento feminista. La reivindicación de las desigualdades que sufren las mujeres también tiene espacio para los hombres (…), muestra qué poco quieren identificarse con un movimiento que fundamentalmente lo que busca es la igualdad”, dice la investigadora Díaz Fernández.
Aquí vale un recordatorio conceptual: el feminismo, tal como lo define la Real Academia Española, es el “principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre” y el movimiento que lucha por su realización efectiva. Por tanto no busca la supremacía de la mujer ni es lo opuesto a machismo, como también se abona en ciertos círculos de redes sociales. La RAE define el machismo como “actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres” y “forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón”.
La reivindicación del Día del Hombre, apunta Díaz Fernández, proviene principalmente de “grupos de hombres que han estado siempre en el centro, los hombres heterosexuales, cisgénero, blancos, con cierta capacidad de recursos económicos y materiales que sienten que su autoridad o centralidad en el mundo moderno está siendo muy cuestionada”.
No se trata, entonces, de una denuncia de las desigualdades de las que son víctimas grupos de hombres más desfavorecidos, como los que integran disidencias sexuales o tienen bajos recursos, sino de una reivindicación de aquellos que han estado en el centro y ven que “su autoridad o su hegemonía peligra”, agrega.
Ruiz Navarro lo formula con estas palabras: “Aquellos que se sienten reprimidos por el feminismo son los que han tenido los privilegios siempre”.
“Todo lo conquistado está en peligro”
La conmemoración del 8M ha crecido exponencialmente en la última década, indican las expertas consultadas por CNN.
“A partir de 2016 uno empieza a ver un cambio en esa articulación feminista y no hay ninguna otra protesta social con esta constancia de que salgan personas en tantas partes del mundo el mismo día”, dice Ruiz Navarro.
Las imágenes así lo demuestran: las marchas por el Día de la Mujer atraviesan el planeta de izquierda a derecha y de arriba abajo, convocando a millones de manifestantes de distintas edades, razas, etnias y clases.
“En los últimos 10 años el 8M ha pasado a ser un fenómeno global, se ha mainstreamizado (del inglés mainstream, que puede traducirse como corriente dominante)”, dice, por su parte, Díaz Fernández.
Para entender este cambio hay ciertas referencias ineludibles: el movimiento Ni Una Menos que estalló en Argentina en 2015 a raíz del feminicidio de una joven de 14 años embarazada por el que fue condenado su novio, y que rápidamente se extendió por el continente; y el movimiento MeToo de denuncia del acoso y abuso sexual hacia las mujeres, que creció exponencialmente en 2017 tras las acusaciones contra el productor de cine estadounidense Harvey Weinstein (aunque había comenzado años antes de la mano de la activista Tarana Burke).
El clima en el que se conmemora el 8M este año, no obstante, no es igual al de las ediciones anteriores. “En los últimos años nos vemos en medio de una cruzada global antifeminista que está intentando activamente desmantelar todos estos derechos (que se habían conquistado)”, dice Díaz Fernández.
Ruiz Navarro también califica el actual contexto sin medias tintas: “Todo lo conquistado está en peligro”.
“Se lograron muchas cosas en los últimos 10 años, sobre todo a nivel discursivo, pero eso es un comienzo. Definitivamente no hubo una redistribución del poder como hubiéramos querido las feministas. Las personas machistas, sexistas, patriarcales quedaron con el poder, simplemente no estaban siendo visibles”, explica, y agrega que ahora “muchos representantes de ese patriarcado han regresado al poder recargados”.
No es una cuestión de percepción. Un informe de la ONU publicado previo al 8M revela que, en 2024, casi la cuarta parte de los gobiernos del mundo informaron de un retroceso en los derechos de las mujeres.
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Esto no implica negar los avances significativos. En los últimos cinco años, por ejemplo, cerca del 90% de los 159 países analizados por la oraganización aprobaron leyes y/o establecieron servicios para luchar contra la violencia de género, la mayoría prohibió la discriminación en el trabajo y cerca del 44% están mejorando las condiciones para la educación de las niñas, por mencionar tres hitos.
“Sin embargo, la discriminación de género sigue profundamente arraigada en las estructuras de las economías y las sociedades”, dice la ONU.
Y se menciona explícitamente a los actores antiderechos que están “socavando activamente el consenso que existe desde hace tiempo sobre cuestiones clave de los derechos de la mujer”. “Cuando no pueden hacer retroceder del todo los avances jurídicos y políticos, tratan de bloquear o ralentizar su aplicación”, alerta la ONU.
La prueba irrefutable llegó los días posteriores a la reelección del presidente Donald Trump en Estados Unidos, cuando en las redes sociales se multiplicaron mensajes como “tu cuerpo, mi decisión” (reformulación del lema que ha guiado a lucha por el derecho al aborto legal: “mi cuerpo, mi decisión”) y “vuelve a la cocina”.
No tan rápido: las convocatorias multitudinarias para este nuevo 8M muestran que eso, por el momento, está lejos de suceder.
FUENTE: CNN EN ESPAÑOL