El pasado 14 de marzo, los hermanos Russo (Vengadores: Endgame) estrenaron su esperadísimo Estado eléctrico con los actores Millie Bobby Brown y Chris Pratt elevando el listón –y las expectativas– de la que es la superproducción más cara de Netflix.
En una versión alternativa y retrofuturista de la década de 1990, Michelle (Brown) es una adolescente huérfana que sobrevive como puede en una sociedad en la que un conjunto de robots con aspecto de dibujos y mascotas, que en su día sirvieron a los seres humanos, viven desterrados tras un alzamiento fallido. Pero la aparición de Cosmo, un robot dulce y misterioso aparentemente controlado por Christopher, el hermano pequeño de Michelle al que creía muerto, lo cambia todo.
En la búsqueda de su hermano, la chica acaba uniendo fuerzas con Keats (Pratt), un contrabandista de poca monta, y Herman (Anthony Mackie pone la voz original), el robot que lo acompaña. Cuando se adentran en la Zona de Exclusión, una región amurallada en el desierto donde los robots campan a sus anchas, se topan con un extraño grupo de aliados animatrónicos. Es entonces cuando descubren que las fuerzas que se ocultan tras la desaparición de Christopher son más siniestras de lo que imaginaban… La aventura coge fuerza.
Universos distópicos
Estado eléctrico no tiene un guion original, sino que resulta de la adaptación de la novela ilustrada The Electric State (2017) del sueco Simon Stålenhag. Si bien la película de Netflix desatiende la esencia melancólica de la obra original para convertirla en una comedia de acción donde todo vale.
Stålenhag es un artista, músico y diseñador conceptual especializado en pinturas digitales futuristas cuya creación de universos distópicos le ha convertido en uno de los narradores visuales más admirados del mundo. Su obra atesora otros títulos como Things from the Flood (2016) y Tales from the Loop (2014); este último ha sido considerado por The Guardian como una de las 10 Mejores Distopías mundiales. También tiene una miniserie: la que Prime Video estrenó el 3 de abril de 2020, en plena pandemia. Fue, además, la primera serie de televisión de la historia adaptada a partir de pinturas digitales.
En Historias del bucle –que se tradujo en España–, los dibujos que Simon Stålenhag hace de los suburbios suecos de los ochenta están poblados por fantásticas máquinas y extrañas bestias. En un contexto de viejos autos y monos de Volvo, el autor logra crear una atmósfera única. También en la pantalla.
Historias contadas
La novela ilustrada parte de un suceso inventado: la construcción, en 1954 y por parte del gobierno sueco, del acelerador de partículas más largo del mundo. La instalación se completó en 1969, ubicada en la profundidad del campo pastoral de Mälaröarna. La población local bautizó a esta maravilla de la tecnología como «The Loop», por lo que Historias del bucle reúne las historias contadas por aquellos que una vez llamaron a «The Loop» su hogar.
Por su parte, la serie de Prime Video se traslada a un pueblo de Ohio, Estados Unidos, en el que –como en el libro– se suceden historias conmovedoras que muestran experiencias universales y abrazan a la intriga.
Los ocho episodios que conforman este drama existencialista, que se sirve de la ciencia ficción, tienen protagonistas e historias diferentes, aunque mantienen un elenco común a todos los capítulos. Lo forman Rebecca Hall (Vicky Cristina Barcelona, The Town), Paul Schneider (Parks and Recreation), Daniel Zolghadri (Eighth Grade), Duncan Joiner (Waco) y Jonathan Pryce (Los dos papas, Juego de tronos).
