EL COSTO DE LA DIVISIÓN, ENSEÑANZAS SUDAMERICANAS PARA MORENA
⚠️ Cuando los movimientos progresistas se fracturan, la derecha vuelve al poder
Por Samuel Cervera
Cancún, Quintana Roo, 8 de septiembre del 2025.-Ecuador y Bolivia son lecciones importantes para los movimientos progresistas de América Latina. Ambos proyectos dieron grandes resultados: Correa y Evo Morales lograron que sus países crecieran económicamente, se convirtieran en ejemplos de justicia social y elevaran la calidad de vida de su población. Desde una perspectiva distante, todo parecía indicar que el modelo de izquierda impulsado en ambas naciones duraría décadas y consolidaría el desarrollo anhelado por sus habitantes.
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Pero el escenario cambió en poco tiempo. La transición hacia otros liderazgos se transformó en profundas luchas internas que terminaron por desviar completamente el proyecto. La derecha derrotada consiguió regresar al poder, algo que no parecía posible en el corto plazo. Una izquierda robusta y sólida sucumbió a su propio éxito. Hoy, recuperar el poder no parece tarea sencilla para el correísmo o para Evo y sus seguidores, quienes no lograron la segunda vuelta en las elecciones presidenciales de 2025. No es que las propuestas de sus opositores resulten mejores; es cierto que han padecido duras persecuciones, pero en ambos casos estas comenzaron dentro de sus propios movimientos. La falta de unidad les costó demasiado caro.
La integración de los movimientos y partidos políticos de izquierda nunca ha sido fácil, y existen numerosos ejemplos históricos de ello. En la Revolución rusa, los socialdemócratas, los anarquistas y los comunistas mantuvieron profundas diferencias; algunos sectores se enfrentaron o tomaron posturas opuestas, poniendo en riesgo el proceso en diversas ocasiones. Lo mismo ocurrió en la Revolución mexicana, donde villistas y zapatistas combatieron militarmente contra los carrancistas, a pesar de que juntos habían derrotado a Victoriano Huerta. Durante la Guerra Civil española, los republicanos fueron vencidos, entre otros motivos, por las divisiones entre anarquistas, socialistas y comunistas. Después de la Segunda Guerra Mundial, la URSS y la China maoísta mantuvieron diferencias de fondo. Vietnam, incluso, enfrentó a sus vecinos comunistas, Laos y Camboya. El marxismo europeo permaneció dividido durante décadas entre partidarios de la Unión Soviética y sus opositores. En América Latina, entre 1950 y 1980, se reprodujeron conflictos entre corrientes y visiones de la lucha revolucionaria contra el capitalismo, al igual que en África. Intelectuales, jóvenes, campesinos y partidos progresistas lucharon muchas veces entre sí, debilitando sus movimientos y proyectos.
Las diferencias tuvieron múltiples causas. Algunas fueron teóricas: el anarquismo, el trotskismo, el sindicalismo, el marxismo-leninismo, el maoísmo, entre otras corrientes, propusieron diagnósticos, estrategias y visiones diversas, a veces incompatibles. En otros casos, las discrepancias fueron pragmáticas: objetivos diferentes en los proyectos políticos o desacuerdos sobre los medios para alcanzarlos. Muchas veces, las causas fueron puramente políticas: distintos liderazgos y pugnas internas por el poder. La historia del progresismo está marcada por grandes brechas internas desde la Revolución francesa hasta la actualidad.