Redacción Macronews.- En un pronunciamiento inusual en materia de política internacional, la presidenta de México Claudia Sheinbaum criticó este lunes los resultados de la elección presidencial en Bolivia, en la cual Rodrigo Paz Pereira emergió vencedor con 54.6 % de los votos frente a 45.4 % de su rival Jorge “Tuto” Quiroga, marcando el fin de casi dos décadas de hegemonía del partido Movimiento al Socialismo (MAS).
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Durante su conferencia matutina, Sheinbaum advirtió que la derrota del MAS —que apenas logró poco más del 3 % en la primera ronda de agosto— debe leerse como una consecuencia de la falta de unidad dentro del bloque progresista. “Cuando te divides, pierdes fuerza con la gente”, declaró la mandataria, quien señaló que la dispersión de liderazgos terminó favoreciendo el avance de la opción de centro-derecha.
Sheinbaum también expresó su preocupación por los cambios políticos que se avecinan en Bolivia y por el impacto que esta victoria de Paz puede tener en la región latinoamericana. Subrayó que los movimientos de izquierda deben “reflexionar sobre su origen y su estrategia” ante un electorado que, dijo, deja de identificarse con discursos tradicionales. Esta postura diplomática genera debate sobre el papel que México pretende desempeñar en la política exterior como mediador y observador en los procesos democráticos latinoamericanos.
En tanto, el presidente electo Rodrigo Paz aseguró en su discurso de victoria que “la ideología no pone comida en la mesa; la oportunidad, el trabajo y las instituciones sí”, comprometiéndose a implementar una política de “capitalismo para todos” que priorice el crecimiento económico, la descentralización del presupuesto y la formalización del empleo informal.
Analistas consultados por este medio coinciden en que la crítica de Sheinbaum responde a una doble estrategia: reafirmar su identidad progresista en el escenario regional y al mismo tiempo advertir sobre las consecuencias de la fragmentación política. Al mismo tiempo, Bolivia entra en una etapa de desafíos económicos severos —inflación superior al 20 %, crisis de divisas y escasez de combustibles— que podrían poner a prueba al nuevo gobierno ya desde sus primeros días.