Redacción Macronews.- Google reveló este miércoles que su chip cuántico Willow logró una “ventaja cuántica verificable” al ejecutar el algoritmo llamado Quantum Echoes —que simula interacciones entre átomos mediante resonancia magnética nuclear— 13 000 veces más rápido que el mejor algoritmo clásico en una supercomputadora de última generación.
¿Qué significa el avance del chip Willow?
El chip Willow y el algoritmo Quantum Echoes marcan una nueva fase en la computación cuántica:
La ejecución del algoritmo fue verificable, lo que permite reproducir los resultados en otras computadoras cuánticas o mediante experimentos físicos.
En otro cálculo de referencia, Willow resolvió en poco más de 2 horas lo que a una supercomputadora clásica le tomaría aproximadamente 3,2 años.
El resultado abre puertas directas hacia aplicaciones en descubrimiento de fármacos y ciencia de materiales.
¿Cómo se usará la computación cuántica de ahora en adelante?
La computación cuántica, con el chip Willow como hito, plantea un futuro muy distinto. Algunas de las líneas a seguir:
Simulación de moléculas complejas que antes eran intratables por computadoras clásicas, acelerando el diseño de fármacos.
Investigación de nuevos materiales, catalizadores o procesos químicos gracias al cálculo cuántico de interacciones atómicas.
Desarrollo de algoritmos híbridos clásicos-cuánticos que aprovechen esta “ventaja cuántica” en casos concretos.
¿Estamos ya en la era de la ventaja cuántica?
Aunque el avance es significativo, los expertos ponen matices:
Google asegura que este logro es una ventaja cuántica “verificable”, lo que implica reproducibilidad.
Aún así, la transición a sistemas cuánticos completamente funcionales y comerciales sigue lejos: se requieren más qubits operativos, menor tasa de error y mayor escala.
Desde el punto de vista empresarial, el mensaje es claro: la palabra clave “computación cuántica” deja de ser pura promesa y comienza a mostrar resultados tangibles.
Este avance de Google con su chip Willow convierte la computación cuántica en uno de los ejes tecnológicos decisivos de la próxima década, y el reto pasa por escalarlo, aplicarlo y adaptarlo a la industria y la ciencia real.