CORRE LA VOZ
Por: Jorge Castro Noriega
Le aplica muy bien al contador Carlos Joaquín el dicho de que la burra no era arisca, sino que la hicieron.
Debe ser muy desgastante hacer campaña de posicionamiento teniendo en contra prácticamente todo: El poderoso aparato priísta del estado; la animadversión de al menos media docena de aspirantes que al igual que él desean la gubernatura; las zancadillas políticas y mediáticas que los seguidores de éstos le meten un día sí y otro también; y, por si fuera poco, tener que dividir su tiempo en atender sus aspiraciones personales los fines de semana y el resto en cumplir con sus funciones como subsecretario de Turismo del gobierno federal, pues hasta la fecha –que sepamos– sigue fungiendo y cobrando como tal.
Con todo y que sus abiertos recorridos de proselitismo por la geografía quintanarroense dejan ver que el contador no galopa solo, sino que alguien desde el centro del país le puso las bridas y le maneja las riendas, es comprensible que con todo y la seguridad que el presunto respaldo político que trae, ante semejante escenario que enfrenta en Quintana Roo esté perdiendo paciencia, prudencia y tolerancia. Pero, ¿qué otra cosa esperaba?
Porque de lo que tanto se ha quejado el contador Joaquín, en lo mismo está incurriendo. De lo que tanto se decía víctima, es lo que ahora está permitiendo. Ese juego sucio y la descalificación grosera de sus adversarios que tanto denunciaba, brota ya con el mismo caudal de parte de su equipo, que parecen haber aprendido bien el caminito a la reyerta fácil, a la diatriba, a la generación de encono, aplicando el errado criterio que antes detestaban: “Si no estás conmigo, estás contra mí”.
Se preguntan, cuestionan los seguidores del “sub” de Turismo, que por qué se le pone tanta atención; por qué nos fijamos en él. Por la sencilla razón, creemos, de que es un hombre público, con aspiraciones públicas y todos tenemos derecho a saber qué hace y con quién lo hace. Su participación es polémica y, por lo tanto, periodísticamente interesante; sobre todo porque es él el que quiere gobernarnos a todos y no todos, necesariamente, quieren que él sea su gobernador.
Y es cierto, a como se dio a conocer el fin de semana en que se le vio en un evento enCancún promoviendo la “Izquierda Joaquinista”, él puede recibir el apoyo de priístas –porque lo es, lo sigue siendo– y no priístas; se puede reunir, hacer pactos con quien quiera y elegir muy a su gusto en qué lado de la cancha va a jugar. Pero que entonces que hable claro; que diga a qué le tira y por dónde va, para evitar especulaciones y mensajes enredados.
Porque después, sus fans andan creyendo –o fingen que lo creen– que detrás de todo lo que se diga, se analice u opine de él, hay tendencias, maledicencias o “chayotazos”. Un juego sucio, en el que al parecer ya reclaman su espacio.
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