Luis Donaldo Colosio hubiera cumplido 66 años ayer. Fue asesinado hace ya casi 22 años, un 23 de marzo de 1994.
Tenía 44 años cuando el PRI lo designó su candidato a la Presidencia de la República. El 6 de marzo, Colosio pronunció un célebre discurso en el Monumento a la Revolución en la Ciudad de México, que significó el verdadero despegue de su campaña. En esa alocución, el entonces candidato a la presidencia dio a conocer los ejes de su propuesta programática y el ideario que lo inspiraba.
Después de ese discurso la campaña de Colosio adquirió un nuevo giro. Se notó más entusiasmo en sus seguidores y una dinámica política se empezó a palpar en una campaña electoral que no levantaba el vuelo.
Las palabras tienen la magia de encandilar a la gente y de meterse en su espíritu. Los priistas se sintieron convocados a redoblar esfuerzos para alcanzar una victoria no sólo contundente, sino convincente. Porque el desafío de la política y de los políticos es no sólo vencer, sino convencer.
Y el discurso de Colosio convenció a los escépticos e incorporó a los desencantados. Fue un discurso que puso a Colosio como el candidato de la generación que llevaría a México a una nueva dimensión de progreso. Más que eso. De la generación que llevaría a nuestro país a la grandeza, sacudiendo viejos fatalismos y echando por la borda lastres e inercias.
Colosio, entre otras cosas, dijo hace 22 años:
Con firmeza, convicción y plena confianza, declaro: ¡Quiero ser Presidente de México para encabezar esta nueva etapa de cambio en México! (…) Reitero que provengo de una cultura del esfuerzo y no del privilegio. Como mis padres, como mis abuelos, soy un hombre de trabajo que confía más en los hechos que en las palabras.
Y luego agregó:
Hoy vivimos en la competencia y a la competencia tenemos que acudir; para hacerlo se dejan atrás viejas prácticas: las de un PRI que sólo dialogaba consigo mismo y con el gobierno, las de un partido que no tenía que realizar grandes esfuerzos para ganar…
¡México no quiere aventuras políticas! ¡México no quiere saltos al vacío! ¡México no quiere retrocesos a esquemas que ya estuvieron en el poder y probaron ser ineficaces! ¡México quiere democracia, pero rechaza su perversión: la demagogia!.
En el principio era el verbo. No cabe duda. El discurso de Colosio sacudió, despertó. Dos semanas después sería asesinado. Ayer, hubiera cumplido 66 años.