Un caso irresoluto. Lo cierto es que nunca se llegará a la verdad, la batalla es y seguirá siendo política e ideológica: en contra o a favor de Kirchner, en contra o a favor de EU, con la participación de Israel y el Mossad…
El fiscal general de Argentina investigaba el atentado contra la sede de la asociación judía AMIA, que dejó 85 muertos en 1994; recibió un disparo en la sien, horas antes de comparecer en el Congreso para explicar su denuncia contra Cristina Fernández, por supuesto encubrimiento de terroristas iraníes; una historia para otro tango “Cambalache” de Enrique Santos Discépolo en el siglo XXI. Ricardo Sáenz, colega de Alberto Nisman, emitió el jueves un dictamen en el que apuntó que quien fuera hallado muerto, en enero de 2015, días después de denunciar a la entonces presidenta Cristina Fernández, por presunto encubrimiento de terroristas, fue víctima de homicidio. Es un giro importante porque es la primera vez que una autoridad oficial apunta claramente al asesinato y no al suicidio. Se trata de un dictamen no vinculante, pero podría servir para que el caso cambie de manos y se apuntalen las pesquisas, que se han acelerado con el cambio de Gobierno en Argentina, tras la victoria de Mauricio Macri, aunque no ha habido ningún avance significativo desde que murió el fiscal.
La investigación no ha logrado avanzar en todos estos meses. La escena del crimen fue tan contaminada en las primeras horas y las pruebas clave tardaron tanto tiempo en realizarse que será prácticamente imposible saber con certeza qué pasó. Lo que sí es evidente, es que ahora hay más voluntad de investigarlo. Un elemento importante puede ser la declaración de Jaime Stiuso, el que fuera hombre fuerte del espionaje argentino y persona de absoluta confianza de Nisman, ya que juntos investigaban el caso AMIA. Fue una de las últimas personas a las que llamó el fiscal antes de morir, aunque nunca llegó a contestarle. Stiuso fue destituido poco antes de la muerte de Nisman y esa batalla interna entre Fernández de Kirchner y la cúpula de los servicios secretos, parece clave para entender los acontecimientos que llegaron después, incluida la denuncia de Nisman contra la presidenta.
Los kirchneristas llegaron a acusar a Stiuso de estar detrás de la muerte del fiscal. Ante esa presión y con algunas causas judiciales abiertas, el espía decidió fugarse a EU, donde ha estado escondido hasta ahora. Fernández de Kirchner llegó a acusar a EU de proteger a Stiuso y lo hizo nada menos que en su discurso oficial ante la asamblea de la ONU. Ahora, con el cambio de Gobierno, el espía ha vuelto a Argentina y está a punto de declarar ante la juez, si dijera todo lo que sabe se podrían aclarar muchas cosas, pero es poco probable que lo haga. El caso Nisman va a camino de convertirse en el gran misterio sin resolver de la Argentina del presente siglo.
La muerte del fiscal general Alberto Nisman ha abierto una herida enorme en Argentina sumergiendo al país, nuevamente, en el torbellino de los homicidios políticos, infierno que esperaba haber dejado atrás. Infierno que abre las puertas a conspiraciones y conjeturas de las que ya están saturados tanto la web, como los medios de comunicación. Este homicidio resulta increíblemente difícil de interpretar si se pretende evitar el recurso a estériles teorías de complot. Las presencias de Nisman en la embajada estadounidense en Buenos Aires, reveladas por los cables de WikiLeaks- pueden ser interpretadas no sólo como sumisión de Nisman a los servicios secretos estadounidenses e israelíes, sino también como una voluntad del magistrado de compartir informaciones y buscar pruebas para sus tesis sobre un país, Irán, al que Estados Unidos está muy atento.
Quienes consideran que Nisman trabajaba para la CIA y el Mossad lo hacen con base en un supuesto: la investigación que involucraba a la presidenta Cristina Kirchner tenía más valor en la política exterior que en la política interior y servía para desacreditar al Irán de Ahmadinejad en el ámbito internacional, abandonando la pista siria para el atentado de 1994 contra la AMIA. Un Irán que, en esa época, era enemigo jurado de Estados Unidos. Y para complicar aún más las cosas, la propia presidenta interviene con sus mensajes en Facebook. Cristina habla primero de suicidio, luego de homicidio, después dice que las acusaciones en su contra fueron orquestadas por la prensa y tendrían una conexión con lo que ocurrió en París, con el atentado contra la redacción de Charlie Hebdo… Pura paranoia de la exmandataria, aunque debemos confesar, en defensa de la amiga del Papa Francisco, quien recibió este sábado en el Vaticano al ‘verdugo’, Mauricio Macri, de manera distante y en una audiencia de apenas 22 minutos, que a las paranoicas también las persiguen.
En este momento todos están contribuyendo a enturbiar las aguas. Es evidente que la verdad, ya sumergida bajo una avalancha de mentiras, será imposible de encontrar y que el caso Nisman será el enésimo homicidio sobre el cual dentro de 20 años seguirán haciéndose conjeturas, como se vienen haciendo en torno a los asesinatos de John Fitzgerald Kennedy en Estados Unidos, Luis Donaldo Colosio en México, o el almirante Luis Carrero Blanco en España… En todos estos casos priman las conspiraciones.
“Cambalache” es un tango argentino compuesto en 1934, por Enrique Santos Discépolo, para la película “El alma del bandoneón”, estrenada al año siguiente. La canción fue originalmente compuesta durante la “Década Infame” a la que denuncia en sus letras. Si bien la canción tuvo un origen y un contexto en su creación, la letra, denunciando los males de su sociedad la transforma en un tema universal y aplicable a cualquier país del mundo; además que al representar a la sociedad humana de siempre, será un tema vigente en cualquier época. La historia irresoluta del “caso Nisman” pudiera terminar en otro tango “Cambalache” del siglo XXI, “problemático y febril, el mundo fue y será una porquería”, cantaba Luis Eduardo Aute, homenajeando a Enrique Santos Discépolo.