Son momentos dulces en los que el temor a ser descubiertos produce una auténtica sensación de placer.
La mayor parte de la gente siente una especial satisfacción al transgredir las normas. Un pintalabios que accidentalmente cae dentro del bolso, una cervecita que se nos olvida pagar… Son momentos dulces en los que el temor a ser descubiertos produce una auténtica sensación de placer.
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Es lo que los expertos denominan «miedo consciente», que no es doloroso como el que experimentamos ante una amenaza externa, sino que es un temor gratificante, refiere el portal de ‘Muy Interesante’.
El lado obscuro
Esto lo ha constatado el psicólogo inglés Michael Belint, que afirma que la diversión del «lado oscuro» aparece porque somos responsables de esa atracción y la podemos controlar.
Sin embargo, no todo el mundo vive con igual fuerza el deseo de lo prohibido, debido a que hay factores ambientales y genéticos que lo modulan.
Por ejemplo, el bioquímico Dean Hamer, del Centro Nacional del Cáncer estadounidense, ha detectado una conexión entre el coraje y el gen D4DR. Los portadores de una versión concreta de éste muestran mayor inclinación por el riesgo y lo prohibido.
Fuente: Sipse