La actitud de José Luis `Chanito´ Toledo, inmediatamente luego de conocerse la decisión que hizo a Mauricio Góngora Escalante abanderado del PRI en pos de la candidatura al gobierno del estado, no se ha destacado en todas sus aristas. Es lógico en un escenario cada vez menos ponderado, donde `urge´ más a analistas y especuladores profesionales, estimar los eventuales efectos de variables como la salida de algún priísta de poca o mediana monta, o el factor legal de la participación femenina, o bien, de la inclusión de aliados en el reparto de candidaturas.
Es cierto que son todos los anteriores elementos del `rompecabezas´ que está resolviendo Góngora Escalante. Es obvio que en esta, como en cualquier campaña, habrá `daños colaterales´, porque en política nadie es dueño absoluto de las voluntades. Los acuerdos se hacen con aquellos que están dispuestos a negociar y se debe evitar perder el tiempo con quienes piensan al contrario, que merecen algo que no podrán alcanzar.
Al final, una vez que discurra el tiempo de la pre-campaña, y Mauricio Góngora llegue al día de su registro ante el INE ya como candidato, entonces sabrá con quiénes exactamente va a contar para emprender el trabajo proselitista. Para recorrer el estado llevando sus propuestas en su tarea de convencer a los votantes.
En este lapso, pareciera que tienen mayor importancia los `berrinches´ de aquellos y aquellas que no acaban de asumir la realidad del PRI y de la coyuntura con la que llegaron a esta definición.
Se destacan las actitudes unipersonales, los devaneos y las dubitaciones, que no son más que chantajes o traiciones anunciadas. Embozadas de presuntos actos de `dignidad´, que no caben cuando las reglas del PRI tienen décadas de funcionar de la misma manera.
Por eso es necesario destacar la actitud de `Chanito´ Toledo.
No sería justo en el PRI para ningún priísta que se tomen en cuenta más aquellos que se comportaron o que se comportan aún de manera distinta.
El diputado federal participó con el estigma que le cargaron propios y extraños de ser el favorito del gobernador. Eso le valió enfrentar un escenario adverso. Se sobrepuso a la presión, incluso al fuego `no tan amigo´ y llegó a la meta de presentarse al final del cribado con la misma sonrisa del inicio.
En el mismo momento en el que no escuchó su nombre, en el acto final del proceso de selección, abrió los brazos para felicitar a Mauricio Góngora Escalante. Le levantó la mano de triunfador y llamó a sus correligionarios a sumarse al trabajo en favor de un PRI unido que alcance la mayoría de votos.
Es cierto que se encuentra entre los más jóvenes de este grupo de políticos que llegó junto con él a esta final. Pero su actuación fue la de una persona madura, en tanto que asumió con la suficiente entereza que podía perder, y calculó cuál debería ser su reacción en ese momento.
También resaltó su lealtad, pues no dudó en declararse un priísta a toda prueba, ni en ratificar su gratitud al gobernador, habiendo aceptado las reglas desde el mismo momento de la firma de aquella manida `Carta de Unidad´.
No se tardó en asumir en papel que le tocó y acudió sin escatimar nada al registro de Mauricio Góngora como pre-candidato de su partido.
En el polo opuesto, Mendicuti
Iniciamos este texto con José Luis `Chanito´ Toledo, porque fue considerado por un sector importante del priísmo como el favorito a la nominación priísta. Y de ese calibre tiene que ser también considerada su actitud ante el resultado.
Sin embargo, también se deben destacar las que asumieron el presidente municipal de Benito Juárez, Paul Carrillo de Cáceres; Raymundo King de la Rosa, presiente del CDE del PRI; e inclusive a Cora Amalia Castilla Madrid y Eduardo Espinosa Abuxapaqui.
Gabriel Mendicuti reaccionó como un priísta `neófito´, exactamente igual que alguien que no entiende las reglas del PRI con toda su historia. En las antípodas, ni actuó institucionalmente, ni con lealtad ni mucho menos con madurez, a pesar de que se le cuenta con la llamada `vieja guardia´.
Los `berrinches´ y amagues de renuncias, no merecen premios
Es cierto que el PRI se encuentra en una situación con menos margen de maniobra en este proceso electoral. Las candidaturas no abundan, si tomamos en cuenta que tendrán que ceder a sus aliados Partido Verde y Panal.
Sin embargo, esa situación no podría ser la `oportunidad´ para que los amagues de renuncia y los chantajes encuentren mejores condiciones de negociación, que aquellos priístas que se mantuvieron leales a las formas implícitas y a las reglas de este partido.