MEXICANOS DE PUEBLA, NO LE HAN FALLADO A HILLARY CLINTON, VIRTUAL CANDIDATA POR LOS DEMÓCRATAS PARA SUCEDER A BARACK OBAMA
SANTIAGO J. SANTAMARÍA
Hoy parece más claro que en la carrera hacia la Casa Blanca se encontrarán Hillary Clinton y Donald Trump, una candidata que exhibe como galones su amplio bagaje político frente a uno que pone lo contrario como su principal valor. Si una parecía la candidata de manual del partido demócrata, al otro no lo esperaba nadie y está provocando algo parecido a una implosión en los republicanos. Nueva York los aupó este martes con fuerza en las primarias más decisivas de este estado en décadas y, aunque aún no hay nada cerrado, los rivales tienen un margen ya muy estrecho para el ‘sorpasso’, la superación.
Los neoyorquinos no han fallado a Clinton. Elegida dos veces senadora por este estado, ganadora de las primarias contra Barack Obama hace ocho (aunque acabó perdiendo el pulso final contra el hoy presidente), este martes obtuvo el 59% de los votos, a 20 puntos de diferencia respecto al senador de Vermont, el izquierdista Bernie Sanders. El resultado, con el 58% del recuento, superó lo que decían las encuestas en casi 10 puntos.
Así que el hotel Sheraton de la calle 53 de Manhattan se convirtió en una fiesta. Con el Empire State of Mind de Alicia Keys sonando de fondo, Hillary Clinton salió exultante al escenario. “Habéis demostrado que no hay ningún sitio como casa”, dijo, “neoyorquinos, siempre habéis tenido mi corazón”. Sus acólitos ya pensaban en las presidenciales, pese a que Sanders ha resultado un hueso mucho más duro de roer de lo que Clinton imaginaba al principio de la carrera. “Va a ser una gran presidenta, estoy segura, y va a ganar a Trump, no conozco a nadie de mi comunidad, ni gente latina ni negra, que pudiera votar a un candidato como él o como Ted Cruz”, decía Aidyn Urena, una joven afroamericana de 27 años, vecina de Harlem, aunque criada en el Bronx.
“La gente latina y negra no podemos votar a los Trump o Cruz, creemos en los cambios progresivos, en alguien que siga el trabajo de Obama”
Bernie Sanders no logró cambiar el guion que marcaban las encuestas y sufrió un traspié en el que también es su estado. Venía de haber ganado siete de las últimas ocho primarias y estrechado mucho las distancias con la ex primera dama. El senador de Vermont, que creció en Brooklyn, atiza con fuerza a Clinton por sus vínculos con Wall Street, con el establishment, pero en Nueva York eso no le ha bastado. “Creo en los cambio progresivos, en alguien que va a seguir el trabajo de Obama”, añadía Urena en la fiesta del Sheraton.
A pocas manzanas de allí, Trump se emborrachaba de victoria en la torre que lleva su nombre en la selecta Quinta Avenida. Algunas cadenas dieron como ganador al empresario neoyorquino al minuto de cerrarse la votación de tan contundentes que resultaban las encuestas a pie de urna. Arrasó con el 60,9% de los votos, según los datos extraídos con un escrutinio del 58%, lo que significa que se lleva prácticamente todos los delegados en juego al superar la mitad de las papeletas.
“Ha sido un éxito tremendo, increíble”, dijo en su discurso triunfal. “Ya no hay carrera que valga porque el senador Ted Cruz ha sido eliminado automáticamente. Tenemos millones y millones de votos más que John Kasich”, remachó. El senador de Texas, Cruz, es el único que ha tosido a Trump en las primarias y en Nueva York se quedó con el 14% de los votos tras sus desafortunadas críticas a los “valores neoyorquinos”, mientras que el rezagado Kasich, gobernador de Ohio y único que da una cierta confianza al partido republicano, no cambia demasiado el escenario con ese 24,6% de esta noche.
‘Donald’, un candidato lenguaraz, medio empresario, medio showman, de discurso xenófobo y aficionado al insulto machista
El cada vez más claro liderazgo de Trump deja al partido republicano en manos de un candidato lenguaraz, medio empresario, medio showman, de discurso xenófobo y aficionado al insulto machista, para el que su perfil antipolítico, es su principal virtud. Los republicanos tendrán que comulgar con él o probar una maniobra peligrosa. “Vamos a llegar a la convención como vencedores en número de delegados ganados justamente con votos. Nadie debería aceptar delegados que no ha conseguido él mismo, como yo”, dijo anoche alertando por si la convención republicana le aparte de la nominación pese al apoyo conseguido. Trump se ha reforzado en casa. Hijo de un promotor inmobiliario, nació en la zona acomodada de Queens en los 40, hizo negocios en Manhattan y encarnó esa oleada de yuppies que hizo fortuna en el Nueva York de los 80 y los 90.
La demócrata, por su parte, apostó por Nueva York, uno de los bastiones demócratas, para lanzar su carrera política como senadora. Cuando dejaron la casa Blanca, los Clinton compraron una casa en un acomodado pueblo en el norte del estado llamado Chappaqua, donde este martes acudieron a votar y que puede convertirse en el hogar de la primera mujer presidenta de Estados Unidos de la historia. El voto de las mujeres, aunque se le resistan las jóvenes, así como el de los latinos y de los negros está especialmente de su lado.
“Hay muchas cosas, pero creo que ahora mismo lo más importante es llevar a la primera mujer a la Casa Blanca, ha llegado ya el momento”
Andrew Young destacaba el posible hito femenino nada más preguntarle un simple por qué Hillary Clinton. “Hay muchas cosas, pero creo que ahora mismo lo más importante es llevar a la primera mujer a la Casa Blanca, ha llegado ya el momento”, decía el publicista de 30 años. ¿Porque es mujer? “Bueno, ese es un buen motivo, pero lo cierto es que es increíblemente inteligente y una gran política. ¿Se la imagina en un debate con Trump? Lo destrozará”.
Cada vez más gente imagina que ese debate se puede producir, aunque antes hay cerca de una veintena de estados en los que batallar, y sobre todo dos grandes estados donde también necesitarán marcar un buen resultado, Pensilvania y California. Clinton ya se preparó para batallar sus dardos contra Cruz y Trump, a los que acusó de dar una visión de Estados Unidos “peligrosa y muy sesgada”.
Más de un millón de poblanos viven en barrios neoyorquinos y hace tiempo rebautizaron a la ‘Gran Manzana’, la llaman ‘Pueblayork’
Nueva York es el principal destino de los migrantes de Puebla. En un negocio se venden tacos de carnitas de cerdo. A unos pasos se encuentra una tienda que ofrece vestidos para las chicas que cumplen 15 años, y después hay un restaurante donde el menú del día es verdolagas en salsa verde, quesadillas de papa y mixiotes de borrego, un guiso de cordero que se prepara al vapor. Los anuncios en los negocios, la oferta de los vendedores y las conversaciones que se escuchan son en español. Parece una calle de cualquier ciudad de México. Pero no lo es.
Se trata de la avenida Rooselvelt, la calle principal del barrio Elmhursts de Queens, en Nueva York. Desde hace décadas el barrio es uno de los refugios para mexicanos que se encuentran en EE UU sin documentos. Muchos en el barrio son de Puebla, el estado que más migrantes aporta a la ciudad. De hecho fueron los primeros mexicanos en llegar a esta ciudad, dice Joel Magallán, fundador de la Asociación Tepeyac de Nueva York.
Más de un millón de poblanos viven en Estados Unidos, la mayoría en barrios neoyorquinos. La migración ha sido tal que ahora representa la sexta parte de los habitantes de Puebla, que según el conteo más reciente del Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía, tiene de 6,2 millones de personas. Son tantos los arraigados en la ciudad estadunidense que en México desde hace tiempo rebautizaron a la ‘Gran Manzana’. La llaman ‘Pueblayork’.
Uno de los vecinos de Elmhursts es Cupertino Meléndez Santos, un joven de 28 años que trabaja en un restaurante de Wall Street. Es algo común en la zona. Todos los días cientos de mexicanos abordan el metro y recorren hasta 30 estaciones para llegar a su trabajo, generalmente en Manhattan. En el trayecto elevado el convoy pasa por un cementerio de vagones de desecho, vías de ferrocarril abandonadas y edificios viejos. Casi todos iguales: ladrillos grises, grafitis en el borde de las azoteas.
Los poblanos, como ocurre con jaliscienses, guanajuatenses o veracruzanos, viven con la esperanza de ganar ‘buena lana’ y volver
“Trabajar, no hay de otra”, dice Cupertino Meléndez, un migrante poblano. Cupertino cuenta a la BBC que hace 14 años llegó con sus padres y hermanos desde Atlixco, un municipio rural de Puebla, al sur de Ciudad de México. Como miles de personas que han abandonado el estado en las últimas décadas, la familia dejó todo para buscar una mejor vida. Ahora están separados. Cupertino vive en Queens con un hermano. Otros dos están con los padres en Pensilvania. En Puebla sólo quedan una hermana, los abuelos y algunos primos. La impactante historia de un ‘coyote’ que pasa migrantes por la frontera entre México y EE.UU. La vida del joven ahora está aquí, como otros cientos de miles de mexicanos. Los migrantes forman comunidades que suelen unirse por el lugar de origen, a veces en clubes sociales, otras en los negocios que crean o los sitios donde trabajan.
Los extranjeros encuentran ahora más oportunidad de empleo que en la recesión de 2008. Es un proceso de adaptación que no termina de completarse. Muchos poblanos, como ocurre con jaliscienses, guanajuatenses o veracruzanos, viven con la esperanza de ganar dinero para sustentar un cómodo regreso a casa. La espera puede prolongarse por décadas. Mientras, los primeros migrantes atrajeron a otros, y tras ellos llegaron más. “Estamos en todos lados”, dice Ricardo, encargado de un bar en Brooklyn. Él nació en Cholula, ciudad vecina de la capital de Puebla. Hace nueve años llegó a Nueva York. “En cualquier restaurante que preguntes siempre vas a encontrar por lo menos a un mexicano, en la cocina o sirviendo platos. Y muchos son paisanos”.
Estudios de la alcaldía dicen que, por ejemplo, en el 70% de los restaurantes de la ciudad trabajan mexicanos, muchos originarios de Puebla. Y también están en otras actividades económicas. De hecho, los migrantes creen que sin su trabajo la ciudad sería un caos. Es claro que no sólo están en restaurantes, pero es allí donde son más visibles. En Times Square, entre las enormes pantallas luminosas, fachadas de los edificios, Raúl Gómez, también de Cholula, reparte propaganda de un restaurante italiano. También, dice, a veces vende boletos de un autobús turístico.
Pocas actividades que unen a todos los mexicanos en el exilio, el día de la independencia, la batalla del 5 de mayo en Puebla y el ‘soccer’
Times Square, un emblemático sitio de Nueva York. También allí hay migrantes de Puebla. “Es a escondidas porque aquí el negocio lo tienen los afroamericanos”, nos dice mientras señala a dos guías en el trance de enganchar a una familia alemana. Ricardo y Raúl llevan una vida distinta a la que tenían en Puebla. El primero era empleado de una paraestatal; el otro trabajaba en un banco. Pero en otros casos el cambio no es tan radical. José Coyotl Cuautle, empleado de un supermercado, nos cuenta que ahora trabaja igual que en su comunidad, San Antonio Cacalotepec, pero aquí gana más dinero. El problema es que sus gastos son mayores. Y además enfrenta el riesgo permanente a una deportación, la separación de la familia, la discriminacion cotidiana…
A veces el único refugio son la familia y los paisanos con quienes comparte los gustos por la comida, la forma de organizar las fiestas y las tradiciones de su pueblo. Este es uno de los aspectos sutiles de la diáspora mexicana en Estados Unidos, y que en Nueva York es paulatinamente más visible. Cada grupo de migrantes, según su origen, tiene sus fiestas tradicionales y las festeja en su nuevo país. Por ejemplo, quienes llegaron de Zacatlán, Puebla, promueven una feria de la manzana en agosto, como en su pueblo.
Los cocineros mexicanos juegan fútbol en esta cancha del Barrio Chino. Algunos originarios de Veracruz organizan un carnaval al inicio de Semana Santa, mientras que los oaxaqueños en julio realizan la fiesta de la Guelaguetza. Hay pocas actividades que unen a todos los mexicanos en ciudades estadunidenses: el día de la independencia, la batalla del 5 de mayo en Puebla (cuando el ejército mexicano derrotó a los franceses), y el ‘soccer’, fútbol que se juega en Estados Unidos y Canadá.
De hecho, los cocineros mexicanos organizaron un equipo de fútbol que juega contra colegas de otras nacionalidades. Los partidos son por la mañana del lunes y martes, si el clima lo permite, en una cancha de pasto artificial en el Barrio Chino. Esta vez no fue así. El pasado martes 12 de abril la temperatura no superó los 8 grados Celsius y llovió casi todo el día. Al encuentro sólo llegaron tres jugadores. Se fueron cuando arreció el frío.
Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), una iniciativa del actual presidente para suspender la deportación de los beneficiarios
La Asociación Tepeyac de Nueva York ocupa una pequeña oficina en un vetusto edificio del corazón de Manhattan, a sólo unas calles del mítico Empire State. Durante varias décadas, la asociación fue uno de los principales referentes para los migrantes de Puebla. De aquí surgieron los primeros datos sobre mexicanos víctimas de los ataques a las Torres Gemelas de 2001. En la improvisada sala de juntas y desde sus dos viejos escritorios se han organizado protestas contra deportaciones, y también la carrera de la Antorcha Guadalupana que cada fin de año parte de Ciudad de México y termina en la Catedral de San Patricio, en Manhattan. Hoy, Tepeyac se dedica casi por completo a ayudar a los jóvenes migrantes a terminar el bachillerato. Es el principal requisito para inscribirse en el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), una iniciativa del presidente Barack Obama para suspender la deportación de los beneficiarios.
Joel Magallán dedica parte de su tiempo a impartir clases. Aunque en estos días no sólo se habla de álgebra o inglés. También de las próximas elecciones presidenciales de noviembre. Y a veces de un nombre: Donald Trump. Entre los alumnos de la Asociación el posible candidato del Partido Republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, provoca sonrisas de burla, muecas de desprecio. Pero no miedo. “¿Por qué lo voy a tener?”, se pregunta Carlos Juárez Hernández, un delgado muchacho de 20 años y arete negro en cada oreja. Hace un año llegó de Santa María Nopopoalco, municipio de Huejotzingo, Puebla. Le ha tocado vivir en Estados Unidos el proceso político que ahora preocupa al Partido Republicano: la carrera de Trump hacia la candidatura presidencial.
“La esperanza es que como todos están enojados con él pues van a votar en contra del republicano, el reto, que acudan a la urnas”
Los mexicanos en Nueva York están atentos a las elecciones primarias en su ciudad. Carlos se da cuenta. “Cuando empezó nos daba como risa, todos decían que es un payaso, era gracioso”, nos dice. “Pero ahora analizamos y vemos que los mismos partidos creen que Donald Trump ya se salió de control, ellos tienen miedo de que en verdad gane”. “No tengo miedo, pero a veces me da coraje. Yo hablo con los mexicanos que nacieron aquí y les digo: vayan a votar, necesitamos el voto latino porque, si no, ese Trump se lleva todo”. Joel Magallán está de acuerdo. “La esperanza es que como todos están enojados con él pues van a votar en contra”, nos explica. El reto, que acudan a la urnas.
En el otro extremo de Queens, a unas calles del Parque Central en Manhattan, Jaime Lucero se afana en los últimos detalles antes de un viaje de varios días. Reúne a los empleados de su restaurante para darles las instrucciones de la semana; atiende una llamada y luego sonríe para recibir a los comensales del consulado mexicano en la ciudad. Jaime Lucero representa la otra cara de la moneda en la migración de poblanos a Nueva York. Lucero representa otra cara de la migración poblana a Nueva York, adonde llegó en 1975. En poco tiempo fundó una empresa comercializadora de textiles y luego creó una organización civil llamada Casa Puebla, durante tres décadas, uno de los principales centros de reunión de los empresarios poblanos avecindados en Nueva York.
Lucero es uno de los empresarios mexicanos más prósperos de la ciudad, algo que, asegura, aprendió de su antecesores migrantes. “Hemos trabajado 18 horas seguidas, hacemos los trabajos que nadie quiere hacer y eso nos hace muy fuertes”, nos dice. Para muchos Jaime Lucero podría ser el ejemplo del migrante que triunfa y alcanza su sueño. Pero otros lo ven como algo lejano. Uno de ellos es Cupertino Meléndez. “Nosotros no podemos quedarnos permanentemente y por eso siempre estamos pensando en tener algo para regresar”, nos recuerda. Si tuviera que definir su vida en Nueva York con una sola palabra, ¿cuál sería? “Trabajar”, responde. “No hay de otra”.
Las reñidas primarias de Nueva York, la pugna de demócratas y republicanos se ha endurecido al llegar a la cuna de Wall Street
Nueva York convive diariamente con los contrastes más extremos: se invierten miles de dólares en lujo mientras personas sin techo piden limosna para comer. La ciudad de Nueva York concentra la más alta opulencia y pobreza en un mismo lugar. Aunque en la mayoría de las películas aparece Manhattan, con sus rascacielos, tiendas de lujo y apartamentos de dos y tres habitaciones con vista a Central Park, la realidad es más compleja.
Este martes, tres candidatos que guardan una estrecha relación con la Gran Manzana se midieron en las primarias de los partidos demócrata y republicano. Estos representan diferentes caras de la icónica ciudad, donde la realidad de un apartamento valorado en 100 millones de dólares en Manhattan convive con el hecho de que hay 60.410 personas sin techo, el número más alto desde 1983, según la Coalición para personas sin techo, organización con sede en Nueva York.
Donald J. Trump, nacido y criado en un barrio acomodado del condano de Queens, encarna la riqueza de una ciudad que lo vio convertirse en el poderoso empresario que es hoy en día. Aunque nació en Chicago, Hillary Clinton ha declarado sentirse también neoyorquina, pues fue senadora del estado durante nueve años. Además, es conocido que dio conferencias para firmas de inversiones de Wall Street. Bernie Sanders, por su parte, es el hijo de un inmigrante polaco de religión judía que llegó a Brooklyn a los 17 años. El senador de Vermont creció en un sencillo apartamento en el segundo condado más populoso de la ciudad, caracterizado por ser uno de los lugares de EE.UU. que más ha recibido inmigrantes. Así como los tres aspirantes a la presidencia de EE.UU. le hablan a un Nueva York distinto, la ciudad es un concentrado de diferentes dinámicas sociales que, a menudo, se diferencian en extremo entre sí.
Mucho más segura que hace tres décadas, la ciudad de Nueva York es también más desigual ahora que antes. Mientras que un abogado gana 76,89 dólares la hora, un empleado de una cadena de comida rápida solo hace 10,22, según el Buró de Estadísticas Laborales de EE UU (BLS, por sus siglas en inglés). “Los amigos que conozco en Seattle (Washington) pueden tener el mismo estilo de vida que los que tengo en Nueva York por 200.000 dólares menos al año”, dice a la BBC Dev Sen, ingeniero espacial para la NASA que vive en la ciudad de Nueva York desde hace 15 años.
“Los que trabajan en el sector financiero o en Wall Street han comprado inmuebles de millones de dólares en Manhattan”
“La idea de la Nueva York para los que tienen y los que no tienen se remonta al siglo XIX. Hoy en día, es una ciudad desigual, una muestra extrema del resto del país”, explica Cindy Lobel, profesora asociada de Historia de la City University of New York (CUNY, por sus siglas en inglés). Para Lobel, quien lleva más de dos décadas en Nueva York, el componente que ha acentuado la diferenciación social en los últimos años es el costo de la vivienda.
Durante 2013 y 2014, los residentes de Nueva York invirtieron al menos 25.046 dólares al año en vivienda, lo que equivale al 39,6% de su ingreso anual, según el BLS. “Los que trabajan en el sector financiero o en Wall Street han comprado inmuebles de millones de dólares en Manhattan que hacen que el metro cuadrado suba en seguida”, señala Sen. En 2015, el precio promedio de un apartamento de dos habitaciones en Manhattan fue de 1,8 millones de dólares. Sin embargo, para Dev Sen, no fue el dinero, sino la decepción, la que lo llevó a mudarse de Manhattan a Brooklyn hace tres años. “Manhattan solía parecerse a esa idea romántica que tenemos de ella. Ahora solo es un sitio de dinero”. Los agentes de Wall Street compran departamentos por millones de dólares, lo que encarece el precio de la vivienda.
Para Sen, los nuevos proyectos inmobiliarios, restaurantes y tiendas que han hecho de Manhattan un lugar cada vez más exclusivo, perjudican la diversidad y el ambiente bohemio que reinaba hace menos de una década. Muchos de esos artistas, músicos y escritores cruzaron el puente de Brooklyn para establecerse en barrios como Bushwick, Williamsburg y Greenpoint, que antes se consideraban más tradicionales.
Nueva York es mucho más segura, pero también más desigual que antes. “El edificio donde vivo era una fábrica que funcionaba a principios del siglo XX y fue acondicionada con apartamentos tipo loft hace poco más de una década”, le dice a BBC Mundo Ignacio Urbina, profesor asociado de diseño industrial del Instituto Pratt. La vivienda de Urbina es un ejemplo de la gentrificación, un proceso de transformación urbana en el que la población originaria de una zona es desplazada en alguna medida por otra de un poder adquisitivo mayor. Muchos de los ‘nuevos’ residentes de Brooklyn están dispuestos a pagar un promedio de 3.000 dólares mensuales por un apartamento pequeño, gracias a que la ciudad se ha vuelto más segura en las últimas décadas.
Aunque para vivir bien en Nueva York haya que producir unos cuantos miles de dólares al mes, el sacrificio vale la pena
Los altos precios de Manhattan han propiciado que los residentes de Nueva York se muden a Brooklyn. “Hace veinte años, la zona donde ahora vivo con mi familia se consideraba peligrosa”, dice Sen. Aunque la gentrificación ha revivido zonas que habían quedado olvidadas, produce un efecto colateral: el de los desplazamientos de aquellos residentes que ya no pueden pagar por vivir en el barrio donde han estado por años. El competitivo mercado inmobiliario ha limitado las aspiraciones de muchos, que se ven obligados a mudarse a zonas más alejadas de la ciudad. En estas zonas, a su vez, se concentra el mayor porcentaje de población negra, latina y asiática, según el censo de 2010. A pesar de que Nueva York es conocida por su múltiple diversidad étnica y cultural, este fenómeno ha tenido como consecuencia que se acentúe la segregación racial.
En 2015, se filmaron 256 películas en Nueva York, según el departamento de medios y entretenimiento de la alcaldía. La oferta de espectáculos de Broadway también es cara, pero hay opciones más accesibles. ¿Qué es lo que hace que esta ciudad mantenga el encanto? “Creo que todavía es muy diversa. Mis dos hijos estudian con gente de diferentes razas, clases sociales y culturas. Eso es algo que difícilmente pasa en otro sitio”, señala Cindy Lobel, profesora de CUNY. Asimismo, el transporte y los espacios públicos son aspectos que destaca Dev Sen, ingeniero espacial. “En un mismo viaje subterráneo, van miles de personas con historias y orígenes distintos”, dice. La vida cultural, de conciertos y obras de teatro, también hacen parte del lado más amable de la ciudad. Aunque para vivir bien en Nueva York haya que producir unos cuantos miles de dólares al mes, sus residentes concuerdan en que el sacrificio vale la pena.
Unas explosiones en el volcán Popocatépetl cubren a Puebla de ceniza, las localidades aledañas amanecieron con una niebla densa y blanca
El volcán Popocatépetl ha despertado esta semana, horas antes del inicio de las decisivas primarias en Nueva York, para recordarles a los mexicanos y a los poblanos y estadounidenses que está más vivo que nunca y está con ellos en su nueva ‘Batalla de Puebla’ contra otro hijo olvidadizo de la inmigración. La madre de Donald era una inmigrante escocesa, nacida en la isla de Lewis, en el norte de las Hébridas Exteriores, y sus abuelos paternos eran inmigrantes alemanes. Uno de los volcanes más peligrosos y vigilados del mundo, con 25 millones de personas habitando a su alrededor, ha sorprendido con algunas explosiones este lunes que han cubierto de ceniza la ciudad de Puebla, la localidad más grande y cercana (a 60 kilómetros). La Ciudad de México está a unos 90 kilómetros.
La lluvia de ceniza es la más grande desde 1994. Ha alcanzado los tres kilómetros de altura y ha lanzado material incandescente a 1,6 kilómetros de sus laderas. El valle de Puebla ha amanecido blanco. Las autoridades han recomendado cubrirse la boca y han decretado la fase 2 de emergencia (la más grave es la 3). Con esta categoría denominada ‘amarilla’, establecida por la Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), el organismo aconseja prepararse para una alerta mayor: guardar agua potable y alimentos, cubrir depósitos de agua para evitar que se contaminen y guardar los documentos más importantes.
El Gobierno ha prohibido acercarse al volcán por el peligro de caída de “fragmentos balísticos”. El coordinador nacional de protección Civil de la Secretaría de Gobernación, Luis Felipe Puente, ha señalado a través de su cuenta de Twitter: “Es importante que respetes el radio de seguridad de 12 kilómetros ante el peligro de fragmentos incandescentes arrojados”.
Aunque la zona de riesgo por la ceniza se encuentra principalmente en el Estado de México y el Valle de Puebla -Xalilitzintla, Atlixco, Cholula, Amecameca, Ozumba, Tetela del Volcán y Hueyapan-, también afecta en menor medida a la capital mexicana, según señalan las autoridades. El Popocatépetl, que en náhuatl significa Montaña que humea, está vigilado las 24 horas por cuatro cámaras de vídeo que transmiten en directo toda su actividad. Todo está gestionado por el Cenapred, que a través de un comité científico determinan la gravedad de los eventos.
El volcán comenzó una fase intensa de actividad a partir de 1994 con emisiones de lava y explosiones de ceniza. Es el segundo más alto de México, de 5.452 metros, un cráter de 900 metros de diámetro y 150 metros de profundidad, según el organismo. El Popocatépetl es uno de los dos volcanes activos en México junto con el de Colima, que desde sus 3.940 metros sobre el nivel del mar, también mantiene en alerta a los habitantes de Jalisco.
‘Pueblayork’ la otra ‘Metropolis’; los neoyorquinos, entre ellos los mexicanos de Puebla, no le han fallado a Hillary Clinton, virtual candidata por los demócratas para suceder a Barack Obama; Donald Trump, se emborrachó de victoria en su torre de la selecta Quinta Avenida de Manhattan, aunque no se fía del partido republicano, le pueden apartar de la nominación, no les gusta su perfil antipolítico, su principal virtud; “No tenemos miedo, pero a veces nos da coraje. Hablamos con los mexicanos que nacieron aquí y les decimos: necesitamos el voto latino, Trump puede acabar con todo”, advierten los alumnos de la Asociación Tepeyac de Nueva York.
@SantiGurtubay
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