LA construcción de rascacielos cerca o en zonas patrimoniales de la Ciudad de México debe regularse y discutirse, para evitar que haya afectaciones al patrimonio capitalino, aseguró la titular del Instituto Nacional de Antropóloga e Historia, María Teresa Franco.
Al inaugurar el Foro sobre políticas públicas y acciones en el Centro Histórico de la Ciudad de México, la funcionaria insistió en que no se trata de limitar el desarrollo inmobiliario, sino de procurar que haya inclusión de vecinos en decisiones de cómo crecer la ciudad.
Esta temática se tiene que ventilar a la luz pública y desde estas comisiones de expertos, donde debemos entender que el patrimonio cultural no puede preservarse sólo desde el sector cultural sino desde las áreas de planificación y desarrollo urbano.
“No es que ya no deba haber más torres, lo que debemos generar es una discusión abierta y técnica sobre qué características debe tener la nueva construcción en relación en concreto del Centro Histórico, pero debe ser en toda la Ciudad, por una razón, las protestas importantes por proyectos en San Ángel, Coyoacán y Narvarte. Toda sociedad discute”, sentenció Franco.
El corredor Reforma ha ejemplificado que no se puede seguir desarrollando sin la participación de quienes habitan en esas zonas, que, además, tienen edificios
Entre los proyectos a los que refiere Franco están la Torre Cuarzo (Reforma 26), y al menos otros cinco rascacielos del conjunto Colón que se construirán dentro del Perímetro B y de un edificio de oficinas en la zona de Prolongación Paseo de la Reforma.
Durante cerca de 50 años los únicos rascacielos en la zona del Centro habían sido la Torre Latinoamericana y el Abed, sin embargo, en 2005 fueron construidos los edificios de tribunales (21 pisos), y la cancillería (23 pisos) de Plaza Juárez, y un hotel frente a la Alameda Central (24 pisos), y Reforma 27 (27 pisos, inaugurado en 2010).
Los que se construirán en Reforma, Morelos y Bucareli serán los primeros rascacielos construidos en el Centro de la Ciudad en una década.
Las sociedades, todas, tienen visiones contradictorias y debe haber los mecanismos democráticos para que se diriman, que alcancen el bien común, y (la conservación de) el patrimonio es uno de ellos”, sentenció Franco.
Mariano Leyva, director del fideicomiso del Centro Histórico, coincidió al señalar que construcciones ajenas al carácter patrimonial de la zona podrían «matar la gallina de los huevos de oro», pues restarían valor artístico y turístico a la zona.
Fuente: Excélsior