Las cenas tardías no parecen aumentar la obesidad infantil, pero comer después de las tres, a la española, sí podrá ser un factor de riesgo para los adultos.
¿Cenar más tarde o adelantar la comida del mediodía influye en que tengamos kilos de más o nos cueste desprendernos de las cartucheras? No está claro, porque más con que los horarios, los consejos de los nutricionistas suelen estar relacionados con el número de ingestas –cinco al día– y su copiosidad: no hay que saltarse el desayuno, la comida principal debe aportar entre el 35% y el 40% de las calorías, las cenas tienen que ser ligeras, etcétera.
Un reciente estudio realizado por la Universidad de Barcelona, el Hospital Clínic de Barcelona y la Universidad de Murcia daba alguna pista al respecto: parece ser que los pacientes con obesidad mórbida sometidos a una cirugía bariátrica para perder peso tienen más problemas a la hora de mantener la línea si toman la comida principal después de las tres de la tarde, una costumbre muy española.
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En concreto, el 70% de los llamados “fracasos primarios” posponían el momento de sentarse en la mesa. Esto, según los investigadores, indicaría que el horario afecta al funcionamiento de los ritmos circadianos y, por consiguiente, altera el metabolismo.
Sin embargo, un trabajo realizado con 1.600 niños británicos de 4 a 18 años, publicado en la revista British Journal of Nutrition, indica que cenar a horas tardías –después de las ocho de la tarde en Inglaterra– no aumenta significativamente la predisposición a la obesidad, como muchos creían hasta ahora. Los expertos de ese país indican, no obstante, que la conexión horarios-sobrepeso está aún muy poco estudiada y que debe investigarse junto a otros factores, como la importancia del desayuno en la dieta y la calidad del sueño.
Fuente: MuyInteresante