Los niños neofóbicos presentan un menor índice de calidad de la dieta mediterránea.
En muchos niños se observa un rechazo innato a probar alimentos nuevos, fenómeno denominado neofobia alimentaria o «paradoja del omnívoro». Y es que a pesar de que los humanos necesitamos una alimentación variada y somos capaces de adaptarnos a cualquier dieta, se observa esta tendencia a considerar una amenaza muchos ingredientes.
Una investigación realizada en la Universidad del País Vasco (España), en niños y niñas de entre 8 y 16 años, ha concluido que los participantes neofóbicos tienen mayor ansiedad y menor autoestima, además, este miedo a probar comidas distintas incluso puede llegar a ser habitual en la edad adulta. En el estudio, utilizaron cuestionarios de neofobia infantil en los que se preguntaba a los niños sobre su disposición a comer nuevos alimentos.
Por otra parte, se tomaron diferentes datos sobre la composición corporal de los participantes, así como sobre su estilo de vida (alimentación y ejercicio físico, por ejemplo), los estilos parentales de alimentación y variables psicológicas (autoestima y ansiedad). «Hemos encontrado diferencias estadísticamente significativas en muchas variables», explica la investigadora de la Facultad de Psicología de la universidad, Edurne Maiz.
Según explican los autores del estudio, la culpa de este rechazo al nuevo alimento en ocasiones recae en los padres. En general, estos tienden a controlar qué, cuánto y cuándo comen sus hijos, presionándoles para que prueben nuevas comidas. Esa presión ejercida, que se debe a la frustración que les supone a los progenitores el rechazo del alimento, puede afectar negativamente al estado emocional del niño o de la niña, y está asociada, además, a mayores niveles de neofobia. Sin embargo, “ese control del principio se torna en resignación, y es que el sufrimiento parental también está presente en todo esto», ha señalado comidas Maiz.
Si la ansiedad y baja autoestima fuesen poco, la tendencia neofóbica puede tener consecuencias dietéticas negativas, en cuanto que reduce la variedad de los alimentos ingeridos. Los neofóbicos presentan un menor índice de calidad de la dieta mediterránea, y eso es debido, fundamentalmente, a un menor consumo de frutas y verduras y un aumento de alimentos aconsejados por expertos sólo para consumo ocasional.
La investigadora ha concluido que para evitar este problema es importante tener un fuerte vínculo parental con los hijos, así como crear un ambiente distendido y agradable a la hora de las comidas, de modo que los pequeños participen en la compra y elaboración de la misma. Además, recuerda la importancia de “los refuerzos positivos y de ser un buen modelo».
Fuente: MuyInteresante