Dos semanas antes de que concluyeran las campañas, Manlio Fabio Beltrones Rivera, líder nacional del PRI, mató su pavo en Quintana Roo. Se dio por vencido. Enojado, recogió sus canicas y se enfocó en las elecciones de otras entidades.
No pudo más con un priismo quintanarroense partido, con muchas cabezas, pero con pocas ideas, con dos delegados nacionales que nunca se pusieron de acuerdo y mucho menos la dirigencia nacional del PRI pudo meterlos en cintura.
Es más, el liderazgo de Manlio Fabio Beltrones no fue capaz hacer valer su autoridad para que, en los hechos, el ex gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz Ortiz, cediera su lugar como delegado del CEN del PRI al tabasqueño Manuel Andrade y se fuera del estado, a donde llegó desde antes de la elección presidencial de 2012.
Ambos traían su propia “estrategia”, su propio estilo, se metieron el pie, tienen números diferentes, engañaron a Beltrones Rivera con el tamaño de la estructura priista y, al final, hartaron al líder nacional quien se fue y no volvió más.
Incluso, el equipo de redes sociales del PRI nacional, una estructura gigantesca con especialistas en esos temas, dejó de apoyar la campaña quintanarroense. La suerte estaba echada y era cuestión de que llegara la fecha fatal.
Mauricio Góngora Escalante, el candidato de la alianza “Somos Quintana Roo al gobierno del estado, no mecería perder. Tenía los merecimientos y capacidad suficientes para gobernar con estilo propio la entidad, pero fue víctima de una serie de circunstancias que, incluso, le impidieron tener el control de su propia campaña.
Estuvo secuestrado por falsos “gurús”, disputado por los dos delegados nacionales del PRI de los que no se hizo uno. Los hechos señalan que cuando la responsabilidad de la operación política recayó en gente local, el priismo tuvo números exitosos.
Ulises enredó la campaña de Mauricio Góngora, lo hizo un queso Oaxaca que se descompuso con el calor del trópico tabasqueño.
Pero los dos delegados nacionales del PRI no fueron los únicos factores en la derrota de Mauricio Góngora. Hubo factoraje, se cobraron facturas políticas. No se entiende que el PRI haya ganado ocho de 11 presidencias municipales, incluyendo Benito Juárez, 10 de 15 diputaciones (las ocho de Cancún entre ellas) y se haya perdido la gubernatura.
En otras elecciones el PRI ha perdido la mitad de los ayuntamientos y el Congreso y retenido la gubernatura. Por más “sofisticado” que haya sido el voto cruzado hay cosas que no hacen clic y mueve a la sospecha de un complot, sin quitarle los méritos del candidato ganador, Carlos Joaquín González.
Y en esas sospechas de complot no hay que hacer a un lado al partido Verde.
Luneta
Desde antes de que empezara la campaña hablamos de los candidatos que podrían representar una carga y de otros que aportarían votos.
Arlet Mólgora en Othón P. Blanco, Filiberto Martínez en Solidaridad y Gina Ruiz en Cozumel fueron una carga. Restaron votos al candidato del PRI al gobierno del estado y en la terquedad llevan la penitencia.
Mezzanine
¿Quién o quiénes serán los que recojan los pedazos y traten de reconstruir al priismo quintanarroense? ¿Cómo debe ser el perfil de quienes deban tener esa tarea? De ello hablaremos en los siguientes días.
Correo: jsilva@palcoquintanarroense.com

















